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jueves, 28 de marzo de 2024 22:34h.

Escuchar. La expulsión de lo distinto, de Byung - Chul Han. Extracto de Alejandro Floría Cortés

 

FRASE HAN

La Red está ahí y no hay más salida que aceptarlo. Pero mucha gente es consciente de los muchos inconvenientes que se agregan a las evidentes ventajas de esta realidad. La reflexión que nos propone Alejandro Floría Cortés, del filósofo surcoreano Byung - Chul Han, profesor en Alemania, reflexiona sobre los paradójicos problemas de incomunicación que afloran en un sistema, precisamente, de comunicación. Porque desaparece un elemento básico de esta comunicación: la otra parte.

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Escuchar. La expulsión de lo distinto, de Byung - Chul Han. Extracto por Alejandro Floría Cortés

De la red obtengo información, y para ello no tengo que dirigirme a ningún interlocutor personalmente. Para obtener información o productos no tengo que desplazarme al espacio público. Más bien, hago que la información y los productos vengan a mí. La comunicación digital me interconecta y al mismo tiempo me aísla. Destruye la distancia, pero la falta de distancia no genera ninguna cercanía personal.

Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio acelerado de información. No entable ninguna relación, sólo una conexión. Es una comunicación sin vecino, sin ninguna cercanía vecinal. Escuchar significa algo totalmente distinto que intercambiar información. Al escuchar no se produce ningún intercambio. Sin vecindad, sin escucha, no se configura ninguna comunidad. La comunidad es el conjunto de oyentes.

En Facebook no se mencionan problemas que pudiéramos abordar y comentar en común. Lo que se emite es sobre todo información que no requiere discusión y que sólo sirve para que el remitente se promocione. Ahí no se nos ocurre pensar que el otro tenga preocupaciones y dolor. En la comunidad del "me gusta" uno sólo se encuentra a sí mismo y a quienes son como él. Ahí tampoco resulta posible ningún discurso. El espacio político es un espacio en el que yo me encuentro con otros, hablo con otros y los escucho.

La escucha tiene una dimensión política. Es una acción, una participación activa en la existencia de otros, y también en sus sufrimientos. Es lo único que enlaza e intermedia entre hombres para que ellos configuren una comunidad. Hoy oímos muchas cosas, pero perdemos cada vez más la capacidad de escuchar a otros y de atender a su lenguaje y a su sufrimiento. Hoy, de alguna manera, cada uno se queda a solas con sus sufrimientos y sus miedos. El sufrimiento se privatiza y se individualiza, pasando a ser así objeto de una terapia que trata de curar el yo y su psique. Todo el mundo se avergüenza, pero cada uno se culpa solo a sí mismo de su endeblez y de sus insuficiencias. No se establece ningún enlace entre mi sufrimiento y tu sufrimiento. Se pasa por alto la sociabilidad del sufrimiento.

La estrategia de dominio consiste hoy en privatizar el sufrimiento y el miedo, ocultando con ello su sociabilidad, es decir, impidiendo su socialización, su politización. La politización significa la transposición de lo privado a lo público. Lo que hoy sucede es más bien que lo público se disuelve en lo privado. La esfera pública se desintegra en esferas privadas.

La voluntad política de configurar un espacio público, una comunidad de la escucha, el conjunto político de oyentes, está menguando radicalmente. La interconexión digital favorece este proceso. Internet no se manifiesta hoy como un espacio de la acción común y comunicativa. Más bien se desintegra en espacios expositivos del yo, en los que uno hace publicidad sobre todo de sí mismo. Hoy Internet no es otra cosa que una caja de resonancia del yo aislado. Ningún anuncio escucha.

Partiendo de Momo, de Michael Ende, se puede elaborar una ética de la escucha. Lo que caracteriza a Momo es, en primer lugar, una riqueza temporal: "Al fin y al cabo, el tiempo era lo único en lo que Momo era rica". El tiempo de Momo es un tiempo especial. Es el tiempo del otro, el tiempo que ella da a los otros escuchándolos. Momo se asombra de su capacidad de escuchar. Se presenta como oyente [...] Momo se queda sentada y se limita a escuchar. Pero su escucha opera milagros. Hace cosas que a los hombres se les ocurran cosas que por sí mismos no habrían imaginado jamás [...] La escucha le devuelve a cada uno lo suyo. Momo dirime disputas solo a base de escuchar. La escucha reconcilia, sana y redime [...]

La alborotadora sociedad del cansancio es sorda, a diferencia de ella, la sociedad venidera podría llamarse una sociedad de los oyentes y de los que atienden. Hoy es necesaria una revolución temporal que haga que comience un tiempo totalmente distinto. Se trata de redescubrir el tiempo del otro. La actual crisis no es la aceleración, sino la totalización del tiempo del yo. El tiempo del otro no se somete a la lógica del incremento del rendimiento y la eficiencia., la cual genera una presión para acelerar. La política temporal neoliberal elimina el tiempo del otro, que por sí mismo sería un tiempo improductivo. La totalización del tiempo del yo,viene acompañada de la totalización de la producción, que hoy abarca todos los ámbitos vitales y conduce a una explotación total del hombre. La política temporal neoliberal elimina también el tiempo de la fiesta, el sublime tiempo nupcial, que no se somete a la lógica de la producción. Conduce a la eliminación de la producción. A diferencia del tiempo del yo, que nos aísla y nos individualiza, el tiempo del otro crea una comunidad. Por eso es un tiempo bueno.

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BYUNG CHUL HAN

 

 

MANCHETA 9