EL FOTÓGRAFO ESCRITOR Juan Carlos de Sancho

Me gusta la imagen fija, disfrutar con lo que está quieto, parar y observar lentamente el detalle, los ajustes. Entonces mi cabeza se pone en marcha, se pierde por lo que ha visto y comienza a imaginar. Me gustan los fotógrafos, esos cazadores de instantes: el instante, la puerta de la vida.

Pienso que el S.XXI debería parar en seco durante una larga temporada para dedicarse a contemplar lo que ya no se mueve, lo que va quedando. “Demasiada información conduce a la nada” – comenta el fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto. Ha llegado la era de la fotografía, del disfrute estético y filosófico de la imagen detenida. Chiqui García lo sabe y ha atrapado con su cámara a un grupo de escritores insulares. No debe haber sido un trabajo fácil: fotografiar a otro que también tiene por oficio mirar y atrapar mundos flotantes es una tarea bastante complicada.

¿ Quien estuvo mirando a quien durante las sesiones fotográficas? ¿ el fotógrafo al escritor o viceversa? ¿ o ambos a la vez?. Me pregunto si un fotógrafo no será al mismo tiempo un escritor con doble mirada, con miradazoom, un escritor con anteojos, un poeta con periscopio. Y los escritores, en paralelo, fotógrafos con lápiz revelando a través de las palabras mundos insondables y pasajeros. El objetivo es el mismo: detener un fragmento de eternidad para entender lo que pasa. Y de paso, vivir un poco más. Realmente tenemos oficios muy parecidos.

La imagen fija es más infinita que la imagen en movimiento. Para comprobarlo puede dar usted un lento paseo por esta sala, sin prisas, buscando el secreto de la mirada de Chiqui García, la que quiso dejar en ruta pese a la instantánea. La foto sigue en movimiento mientras usted la mira y todo en ella sigue vivo. No es nada fácil atrapar lo esencial y perdurable. Puede ocurrir en un instante y quien lo supo ver puso luz a la noche, créame.

El renacimiento de la Fotografía es un verdadero bálsamo para el Arte actual, tan precipitado y previsible. Una buena fotografía da opción a quien la mira de construir su propio relato, desmenuzar el tiempo y el espacio. Entonces el círculo se amplía en la ausencia del mundo, en el nuevo lugar revelado.

Hacer infinito lo finito es una tarea colosal, romántica, como imaginó el poeta Novalis. No estaría nada mal imaginar un nuevo romanticismo para esta época desatada, excesivamente movediza. Pasen y vean.

Juan Carlos De Sancho Gran Canaria, Octubre 2012

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