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jueves, 25 de abril de 2024 23:36h.

Oda al amor, Katerina Speváková e Irena Hosnová - por Rosario Valcárcel


Un golpe inesperado: las grandes alas baten

en la aturdida joven, las oscuras membranas
le acarician los muslos, siente el pico en su nuca

y la opresión del pecho en su pecho indefenso…

       Leda y el Cisne, poema de William Buttler Yeats

Oda al amor, Katerina Speváková e Irena Hosnová - por Rosario Valcárcel

Un golpe inesperado: las grandes alas baten

en la aturdida joven, las oscuras membranas
le acarician los muslos, siente el pico en su nuca

y la opresión del pecho en su pecho indefenso…

       Leda y el Cisne, poema de William Buttler Yeats

El tema de Leda y el Cisne ha estado presente en los mitos clásicos, en los relieves etruscos del Museo Británico, en Leonardo da Vinci en 1505,  en la pintura moderna y contemporánea como Picasso René Magritte, De Chirico, Klee y en otros muchos. El pintor canario Néstor Martín-Fernández de la Torre realizó en sus años de juventud una representación del mito.

Hace más de dos años que el Curador Diego Casimiro también pensó en la leyenda de LEDA Y EL CISNE y quiso realizar un proyecto pictórico con las artistas checas KATERINA SPEVÁKOVÁ e IRENA HOSNOVÁ. Hoy el proyecto se ha hecho realidad aquí en el CLUB LA PROVINCIA  de Las Palmas de Gran Canaria con 28 obras, 14 de cada una en formatos grandes y medianos, pintados al óleo y técnica mixta sobre lienzo, recreando la ambientación fantástica al mito, al hechizo, al  placer de Leda y Zeus, a las pasiones humanas.

KATERINA SPEVÁKOVÁ. Nos relata una historia que ella titula “Amor en el siglo XXI”. Y logra transmitir toda la fuerza icónica presente en la mitología con una composición del tema, en donde podemos ver los diferentes momentos de la leyenda repleta de dinamismo y frescura. Nos presenta la divinización del amor carnal.

Se inspira nuestra pintora en la seducción de una princesa a la que le gustaba retozar semi-desnuda, expuesta a las miradas indiscretas de los dioses. Una Leda dotada de tanta sensualidad que la hace digna de que un dios, y no cualquier dios, sino Zeus la tome para simbolizar la mítica unión.

La composición que nos expone Katerina comienza con la transformación de Zeus en un Cisne que se acerca cauteloso y seductor a Leda, mientras ella ve la mirada de deseo de Zeus, su verdadera imagen a través del reflejo de un espejo. Pronto el bello Cisne la corteja igual que haría un amante con su amada, con todo su esplendor agitando con fuerza sus alas blancas, jubiloso, mientras Leda suspira, suspira.

La obra de Katerina aviva un huracán de lujuria con intensas tonalidades sensuales con negros y rojos, con lienzos de placer y emociones como las imágenes de los desnudos de Leda en la orilla del río o entre sábanas blancas, palpitantes que acogen el fuego húmedo de la pareja, porque nuestra pintora nos relata una historia repleta de plasticidad y profundo contenido erótico. Una historia moderna que la desarrolla tanto en la cocina como embarazada o en el nacimiento de sus gemelos.

Ahora bien como en ninguna historia de amor pasional puede faltar otra historia paralela donde confluyen muchos sentimientos, contemplamos una velada familiar donde Zeus lee un cuento o escenas donde existen los celos, el sufrimiento, la desesperación que acaba con el amor. Un final que Katerina crea al estilo de los comics.

Expone nuestra pintora Ledas felices, desnudas, misteriosas, cubiertas o semicubiertas por las alas del Cisne con sus patas sobre unos muslos que sugieren el gozo o envuelta con su pico y largo cuello que simboliza el amor fálico, la pasión. Nos muestra el instante en que él se acerca a la cálida gruta, a ese lugar escondido, sagrado.  

Las Ledas de Katerina  Speváková son mujeres modernas, femeninas, espectaculares con el cabello pelirrojo, tocadas de femineidad. Ledas que están vivas, que esperan al Cisne, que intuyen lo que van a recibir y que son conscientes de su entrega.

IRENA HOSNOVÁ descubre a través de la leyenda ese lado de la sexualidad cercano a las emociones de la mujer, del sexo como sentimiento. A la búsqueda de la felicidad individual, del  deseo amoroso y los deleites sexuales, y para ello reivindica el amor carnal, el sexual entendido bajo el papel de la mujer como Tierra, como hogar, como mujer y madre en el sentido más profundo, más completo y diverso. Bajo esa condición íntima de la mujer como semilla, ternura y humanidad.

Se decanta Irena por un estilo que indaga en la verdad de la mujer, en su libertad interior, en lo que ella considera la verdadera realidad o en el carácter sagrado del sexo. Y nos lo muestra a través de su pintura repleta de espiritualidad y de simbolismo, de pasión y de misterio.

Y para ello juega con una paleta cálida, con los colores marrones y naranjas, con amarillos y ocres, con los sonidos de la tierra. Juega con pinceladas reconocibles hasta llegar a la abstracción, a la mutilación, a la danza de la carne, de la piel, a la energía de la unión. Y nos lo recrea con líneas sinuosas en forma de extremidades, de alas, de vagina y de falo que vuelan con ímpetu propio.  

Y se imbuye en el tema clásico del surrealismo, en su carácter fantástico donde a veces mezcla el sueño con la realidad. Se inspira Irena en los maniquíes de Giorgio de Chirico, en sus extraños maniquíes, con esos mismos remedos humanos, con esa misma vaciedad para mostrarnos su preocupación por una sociedad que con una moral de apariencias está más preocupada por la ciencia, la inteligencia y la búsqueda del orden externo de nuestro mundo, que por el orden interno de nuestras conciencias. Una sociedad que ha olvidado que la mujer como decía Oscar Wilde representa el triunfo de la materia sobre el espíritu, que ha olvidado que la mujer representa la concepción del misterio, de la gestación, de la vida.

Irena y Katerina son dos pintoras que han sido capaces de pintar el mismo mito de una manera muy diferente. Dos pintoras que han creado  imágenes alegóricas sobre las pasiones y las debilidades humanas con gran belleza visual. Dos pintoras que han interpretado dentro de la temática de la seducción y el amor un erotismo desinhibido que posee una santidad propia como decía el pintor austriaco Egon Schiele.   


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