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viernes, 29 de marzo de 2024 10:20h.

Esto de ahora no es “así como así”, es la oportunidad, Fernández de la Puente – por Chema Tante

 

FRASE TANTE DE LA PUENTE

 

Esto de ahora no es “así como así”, es la oportunidad, Fernández de la Puente – por Chema Tante *

 Tengo a Ricardo Fernández de la Puente por un tipo honesto. Como profesional y como político. Equivocado, pero honesto y de éxito, porque ha cumplido con sus objetivos. Otra cosa es que esos objetivos hayan beneficiado a Canarias y no hayan perjudicado al mundo, pero ese es el debate.

 Ricardo, espero que no le moleste que lo aluda por el nombre porque es una cuestión de afecto, acaba de publicar un artículo de encomiable optimismo,"Nuestro fiel turista volverá", pero que condenablemente propone mantener el mismo concepto de turismo masivo que tanto daño, ambiental, económico y social, le ha hecho a Canarias, contribuyendo además a la degradación ambiental planetaria, con el acumulo de vuelos aéreos de largo recorrido y del transporte innecesario de miles de toneladas de mercancías, más el consumo energético generado con combustibles fósiles.

Ricardo está entre quienes piensan que la explotación del turismo como se ha hecho, le viene bien a las islas y no perjudica al mundo. Una parte es la que se ha lucrado comerciando de manera depredadora y abusadora con los recursos naturales y la mano de obra del archipiélago; y otra parte son las y los profesionales que han gestionado el destino, sin más interés que sus salarios. La primera gente es una insalla irresponsable, la segunda, personas trabajadoras decentes.

 Sin embargo, quien defienda el concepto de turismo masivo que se ha aplicado en Canarias, se confunde. Con mala o buena voluntad, pero se confunde. La realidad lo demuestra.

 El clima y el territorio permiten -yo diría que obligan- a las islas operar en un segmento de mercado premium, con precios altos, dirigido a un target de alto nivel cultural y económico; personas que aprecian la calidad y están dispuestas a pagar por ella. Y, en turismo, Ricardo lo sabe muy bien, en estos momentos como nunca, la calidad se determina por la ausencia de saturación, la sostenibilidad y los valores locales. Exactamente todo lo que desprecia y destruye el turismo masivo.

 El turismo masivo compite en mercados en los que el precio es un elemento decisivo. Contener el precio significa una oferta alojativa descomunal, para que el bajo precio unitario arroje cierta rentabilidad global; significa atender a las y los visitantes con productos importados, de peor calidad, viejos, por llevar largo tiempo en conservación, incluso con problemas fitosanitarios, pero más baratos y disponibles que los locales; significa tener que abusar en el salario y el horario a la mano de obra, trayendo incluso personal de fuera, agraviando comparativamente a la población local; significa depender de las operadoras y transportadoras de bajo coste, constantemente con el riesgo de que desaparezcan y dejen desatendido el destino, cuando no pretendan cargar a ese destino con bajas tarifarias e incumplimiento de contratos, las incidencias que puedan presentarse. No es imaginación, es lo que ha ocurrido, como Ricardo sabe muy bien.

 El concepto de turismo masivo, además, impone realizar millones -últimamente, 32 millones anuales, ida y vuelta- de trayectos aéreos de largo recorrido, con el consiguiente descomunal impacto ambiental, que hay que sumar al que genera el transporte, igualmente de largo recorrido, de las incontables toneladas de alimentos y demás mercancías necesarias. Agregando además  la barbaridad de utilizar combustibles fósiles, por no haber impulsado las energías limpias.

 El concepto de turismo masivo multiplica el consumo de agua y energía y el deterioro sin piedad del territorio, por la construcción y el uso.

 Y todo eso, para que un destino que soporta la llegada de 16 millones de turistas, no solamente no pueda dar empleo digno a toda su población, sino que sufre los salarios relativos más bajos y las cotas de pobreza más altas de la Unión Europea.

 Porque la verdad incuestionable es que la rentabilidad del turismo masivo es tan irrisoria que solamente basta para asegurar cumplidamente el beneficio del capital, con detrimento del trabajo y  de  la recaudación fiscal, ya exigua, por la desastrosa y complaciente aplicación de la ZEC y la RIC.

 Y, para redondear la estupidez del concepto adjudicado al destino turístico, los presupuestos del estado y de la nacionalidad deben hacer un esfuerzo brutal para mantener los servicios públicos indispensables con una cantidad tan exagerada de visitantes y para la promoción exterior de un negocio ruinoso socialmente. Unos recursos que deberían ser destinados a la instalación de otras actividades productivas, que diversifiquen la economía isleña.

 Dice Ricardo que "Ya se escuchan voces que anuncian que se debe evitar la dependencia del monocultivo del turismo", y se equivoca también. No es ahora, con la crisis sanitaria y social, hace mucho tiempo que se viene gritando, denunciando el error.  Otra cosa es que las oligarquías y la gente de la política y las y los tecnócratas hayan atendido el buen sentido de algo tan obvio.

 Y yerra, otra vez, Ricardo, cuando dice que esto “no se cambia así como así”. Ese ha sido el argumento fatal enarbolado para mantener un criterio de explotación totalmente lesivo para Canarias. Nunca valió, porque había que cambiarlo, "así como así" o de la manera que fuera, pero ahora vale menos que nunca. La oportunidad de cambiar rumbo y barco, nos ha venido con la crisis del maldito virus. Con los hoteles y restaurantes cerrados, con la operadoras y transportistas inactivas, cuando habrá que invertir montañas de recursos públicos y privados para volver a caminar de nuevo, es la ocasión para enderezar el entuerto.

 El turista fiel a que alude Ricardo vendrá, es cierto, pero a largo plazo. El que primero vendrá, con unas economías devastadas por la terrible crisis, serán las personas de mayor solvencia financiera. Esas son las que tenemos que captar. El resto, pueden ir, cuando se vayan recuperando, a los destinos de turismo masivo que se enzarzarán en una feroz competencia en los mercados, donde Canarias no tiene por qué concurrir.

Es el momento de dejar de competir con Benidorm, Túnez o Egipto, destinos masivos de bajo precio. Es el momento de operar en los mercados del turismo de verdad rentable para toda la sociedad.

 Me van a permitir que me cite, de mi artículo: “Canarias, el turismo, la economía, en manos de Covidiotas”

 Por eso hay que decirle a Ángel Víctor Torres y a Román Rodríguez, y a Yaiza Castilla, consejera de Turismo, Industria y Comercio: aprovechen los nuevos vientos que van a soplar cuando la pandemia amaine. Escúchennos, por una vez, a quienes no tenemos dinero, porque no nos mueve el interés económico, sino la lógica y el amor a Canarias y a su gente. No atiendan a quienes ponen su propio beneficio por encima del interés general  y pretenden continuar amontonando turistas a precios de derribo e importando productos viejos, de mala calidad a precios bajos que arruinan la producción local. Abandonen el concepto de turismo masivo, impongan como principal atractivo para el turismo la sostenibilidad, la ausencia de saturación, los valores tradicionales canarios. Promocionen de verdad el sector primario, para exportar, sí, pero no en barcos al exterior, sino en los organismos de las y los turistas. Empiecen a caminar para que Canarias tome el control de su destino en los mercados, sin depender de operadoras y transportistas. Tenemos las y los profesionales capaces para ello, tenemos empresas aéreas y marítimas excelentes, con experiencia de éxito en operaciones exteriores. Impulsen de verdad otras líneas industriales, de farmacia y cosmética o similares, con energías limpias. Recuperen el talento exiliado.

Por si alguien no se había enterado, por un lapso que nadie puede saber cuán largo va a ser, la ocupación en los aviones y barcos y en los hoteles, restaurantes y bares estará drásticamente restringida, a un tercio o a un cuarto de su capacidad. De esta manera, el coste subirá en esa proporción: tres o cuatro veces más. Solamente los segmentos de mayor poder adquisitivo podrán pagar esos precios. Una espléndida oportunidad para reacomodar el destino a esa tercera o cuarta parte de la  dimensión que tenía hasta marzo pasado. Cuarta parte, que es la magnitud que puede soportar el territorio. La cuestión es hacerlo rentable. En consecuencia, el concepto de turismo masivo debe ser descartado.

Ahora es cuando hay que prepararse y preparar a Canarias para competir en los mercados del turismo de alto nivel. No es fácil, por supuesto. Lo fácil es lo que se venía haciendo hasta ahora. Pero no hay que hacer lo que es fácil, sino lo que conviene al pueblo canario. No se debe seguir enriqueciendo solamente a unas pocas personas y empresas, no se puede favorecer a las productoras, a las operadoras y las transportistas de fuera, mientras el pueblo canario no saca nada de la comercialización de su tierra y sus recursos. Y encima, contribuyendo al calentamiento global. No es fácil, hace falta inteligencia y preparación. Pero Canarias puede hacerlo. No es "así como así". Es haciendo lo necesario, cuando es oportuno. Como digo, disponemos de profesionales en marketing, en informática y en turismo, con capacidad -ahí está Ricardo- y de empresas isleñas que pueden hacer posible que Canarias domine su negocio desde los mercados de origen hasta nuestro archipiélago. Nuestro sector primario puede abastecer la mayor parte de la demanda alimentaria, si el negocio se mantiene en dimensiones razonables. No dependamos más de empresas ajenas, que Canarias vaya hasta sus targets directamente, no a través de tenderetes en las ferias de intermediarios. Que Canarias aproveche con inteligencia. imaginación y planificación las posibilidades inmensas del comercio online. Transportemos a las y los turistas en líneas de bandera canaria, aviones y barcos, que ya hay experiencia de sobra. Y atendamos a las y los visitantes con nuestros productos, sin importaciones. Y que no me  digan que la producción no sería suficiente. No lo es, porque la estupidez de importar malo a precios bajos ha expulsado de la explotación a la producción local. Nuestra tradición agroganadera y agroindustrial nos permitirá cubrir rentablemente una demanda razonable.

Es ahora, este es el momento de reconvertir el concepto de destino y de diversificar de verdad y ampliamente la economía canaria. El mundo va a cambiar y Canarias no puede quedarse atrás. Porque esto que está pasando puede volver a ocurrir, quizá más pronto de lo que alguien supone. Y Canarias no puede quedarse  otra vez indefensa ante el futuro.

 

Los dos artículos que se han citado:

http://http://www.lacasademitia.es/articulo/economia/canarias-turismo-economia-manos-covidiotas-chema-tante/20200413010822098659.html

http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/nuestro-fiel-turista-volvera-ricardo-fernandez-puente-armas/20200415210843098799.html:

 

Lo escribe y lo sostiene Chema Tante

CHEMA TANTE

 

MANCHETA 21