La caída de referentes éticos de conducta y sus consecuencias - por Erasmo Quintana
La caída de referentes éticos de conducta y sus consecuencias - por Erasmo Quintana *
El vivir humano es un camino de realización personal de acuerdo con un patrón ético de conducta. Hay un ideal que queremos alcanzar conforme a la suma de valores que hemos interiorizado en el ambiente familiar principalmente, aquellos que vienen del ejemplo de nuestros padres cuando nos estamos formando emocionalmente, y marcados a fuego como guías de conducta que forman nuestra manera ser. Hay también un fondo innato en nuestra naturaleza que nos guía para aceptar ídolos a los que seguir, personas superiores a las que imitar o instituciones que son faros que iluminan nuestro sendero en el vivir. De ahí el drama que supone cuando se nos cae del pedestal personas o guías espirituales, dejándonos en la más completa orfandad; en la insoportable soledad. Este es el caso del exJefe del Estado, el rey Juan Carlos I, y la Iglesia Católica.
¿Cómo se han quedado los seguidores incondicionales de uno y otra? ¿Pueden gestionar lo de comprobar que ambos no son ejemplo para nadie? ¿Quién es capaz de afirmar que, andando el tiempo, su heredero en tan alta institución del Estado no hará lo mismo que su padre, siendo el hecho una constante histórica en la Corona Borbón? Y de la Iglesia, ¿qué me dicen?
Perdonen, pero a mí se me ocurre el siguiente cuarteto:
La Iglesia Vaticana se presenta
del humano su única salvadora
en la otra vida, pero aquí y ahora
para ella solo la plata cuenta
Hay que respetar siempre a la Iglesia Católica, pero los máximos representantes de ella, ¿respetan a los niños y se respetan ellos? Con su pedofilia, ¿nos respetan a nosotros igual que nosotros a ellos?
No nos consideramos anticlericales, más bien somos respetuosos con lo que es y representa la institución religiosa oficial en España. Estos días, la Iglesia de Francia ha pedido perdón por los 216.000 víctimas afectadas por abusos sexuales perpetrados por 120 sacerdotes en los últimos 70 años.
¿El perdón de ahora resarce el infierno de vida a tanto damnificado? Los abusos dentro de la Iglesia, dicen los entendidos, es un problema que ha existido siempre y se han dado a nivel global. En nuestro país, lo tenemos muy próximo con la declaración que hizo el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez Afonso, que dijo: “Hay menores que desean el abuso, incluso si te descuidas, te provocan”.
Un Papa que elevaron a los altares convirtiéndolo en santo, Juan Pablo II, protegió a grandes pedocriminales como el cardenal australiano George Pell, “ministro” de finanzas y prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, viene a ser un “superministro” de finanzas. Este relevante personaje fue condenado por un Tribunal de Melbourne por haber abusado sexualmente de dos monaguillos en el año 90 del siglo pasado.
A pesar de que el juicio se desarrolló en el más estricto silencio, la sentencia fue conocida muy pronto. Pero hay más de algo tan generalizado, el portavoz vaticano, Greg Burke, declaró que Francisco prescindió del purpurado de marras australiano y del cardenal chileno, Errázuriz, que también estaba involucrado en polémicas de pederastia. La Iglesia Católica ha recibido quejas de más de 4.000 presuntos damnificados, menores abusados sexualmente, por unos 1.800 miembros clericales, entre 1980 y 2015, habiendo casos sin solucionar que se remontan a la década de 1920.
La pedocriminalidad es una constante de la Iglesia en todos los tiempos, por lo que solo demuestra una cosa: que el celibato en los sacerdotes es algo contra-natura, pues el sexo en los humanos -y en los que no son- es algo tan necesario como respirar, ir al baño, dormir o comer; forma parte intrínseca de la naturaleza de lo humano. Por tanto, ir en contra de esto es de lo más abominable, y lo deben corregir. Se sabe la intención que ello encierra: un sacerdote casado se ve en la obligación de compartir sus desvelos e inquietudes con su mujer e hijos, y con los asuntos de su ministerio. Al compartir ambas obligaciones, ya no ocupa todo su tiempo a la Iglesia.
Lo de pedir perdón la Iglesia de Francia, se hizo en el Santuario de Lourdes, votando todos los asistentes, incluso aquello de vender parte de sus propiedades para indemnizar a las víctimas.
Está bien esto de pedir perdón. Algo que tiene esta religión: se comete la mayor atrocidad, se pide perdón, y todo arreglado. El individuo quedó limpio de pecado, y es libre de volver a cometerlo, quedándole lo de arrepentirse, y así ad infinitum. Además, hay una pregunta obligada que tenemos que hacernos: Todos estos pedocriminales que destrozan la vida de las personas con esa horripilante experiencia siendo niños, ¿creen en Dios de verdad?
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana
