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jueves, 28 de marzo de 2024 08:13h.

Es hora de levantarse - por Chema Tante

 

FRASE TANTE LEVANTARSE

Es hora de levantarse - por Chema Tante *

Las y los capitostes de las grandes empresas acaparadoras de toda la riqueza, las bandas neoliberales, han tocado la campana que manda al gobierno a formar y obedecer. Pero ese campanazo de la cumbre de la patronal debe ser el despertador que saque a las trabajadoras y los trabajadores de su letargo. Es hora de despertar, es hora de levantarse de una vez, porque esto es todavía más grave que lo que pasó ahora hace un década.

La crisis del coronavirus, en lo económico y, por tanto, en lo social, esta reproduciendo, en versión aumentada, el desastre de la crisis de Lehman Brothers. Tal como pasó entonces, pero en mayor grado, el espanto y el temor han infundido en las oligarquías un ramalazo de buen sentido y buena voluntad. Por aquel tiempo, hablaban de controlar a los mercados y a la banca, de neutralizar las maniobras de especulación financiera, de eliminar las guaridas fiscales. Pero poco duró esa sensatez. Inmediatamente, vino el neoliberalismo con su artículo 135 de la Constitución, la Reforma Laboral, que dejó sin libertades ni derechos a la población laboral y se impuso el Austeritarismo que recortó presupuestos sociales y desmanteló los sistemas públicos de salud y de educación, dejó en pura anécdota cruel a los fondos para la ayuda a la dependencia, cicateó con el dinero de las y los pensionistas. En definitiva, con la excusa diabólica de las medidas anticrisis, el neoliberalismo desarmó a los sindicatos de las herramientas de lucha conquistadas en siglos de sufrimiento y resistencia y creó grandes masas atormentadas por el paro, el hambre y la miseria. Al final, el objetivo buscado y conseguido era acercar la realidad social de este siglo XXI a la anterior a la Revolución Industrial. Es decir, la recuperación de la ley del más fuerte, por la cuál es legal y lícito que no tenga derechos más que quien posea dinero para pagárselos y que quien carezca de recursos, no le quede otro derecho que el de trabajar por su vida, mientras pueda trabajar y que debe morirse inmediatamente cuando no pueda producir. Con el espantajo del espectáculo de las masas famélicas, deshauciadas, el poder chantajea a la fuerza de trabajo, "cautiva y desarmada" y consigue que acepte con sumisión, en silencio y pasivamente, toda suerte de abusos y maltratos.

Todo esto, con un fraudulento argumento maestro: las empresas privadas son las que dinamizan la economía, las que generan riqueza y las que crean empleo.

Ahora, se ha desatado la terrible pandemia con un gran número de muertes y con una cantidad inconmensurable de personas que sufrirán secuelas de por vida, Y se ha comprobado que la causa de esta crisis sanitaria que ha derivado en otra  económica. está en el desastre climático que han provocado, a su vez las devastadoras prácticas neoliberales. Y como en 2008, la oligarquía se espantó. Por un lapso similar al anterior, estuvo hablando de reformular las estrategias empresariales, de respetar el ambiente, de adoptar la solidaridad social y la justicia económica. Pero. siguiendo la pauta de 2008, de nuevo el buen sentido ha durado un instante. 

Ya quien manda en las grandes empresas ha demostrado, como dice mi admirado Federico Aguilera Klink, quién manda también en este estado de Felipe el último. 

Y ni siquiera se han tomado el trabajo de pergeñar  unos argumentos nuevos o, al menos, de maquillar los anteriores. Lo que están largando en Madrid los y las capos de las bandas empresariales en la trompeteada "Cumbre Empresas Españolas liderando el futuro" es milimétricamente igual a lo que se dijo y se viene repitiendo en todos estos años de austeritarismo.

Ya les han advertido a los partidos que forman el Gobierno que quiere ser Progresista que ni se les ocurra eliminar una reforma Laboral que se ha "demostrado útil". Útil, claro, para los propósitos de las empresas. Les han avisado que los recortes tendrán que venir de nuevo, caiga quien caiga. Que las trabajadoras y los trabajadores, en aras de una falsedad que hacen pasar por "productividad" y "flexibilidad", se vayan haciendo a la idea de que lo que viene será peor.

Y todo esto, con la inexplicable colaboración de las cúpulas -que no las militancias- de los dos sindicatos hegemónicos que, con una cara publican un excelente documento llamado también es casualidad "Un país con futuro" (Vean que lo del IBEX en  Madrid se llama "Las empresas españolas liderando el futuro") pero con otra cara, se sientan a la mesa del patrón, para al amor de opíparos ágapes. urdir esa patraña del diálogo social

Y, mientras la cuadrilla cínica empresarial vocifera en Madrid, las hordas Pperas van haciendo su parte del trabajo en Bruselas, lloviendo sobre mojado, trabajando a favor de la corriente, para que todo dinero que le llegue al gobierno del estado español lleve la etiqueta del compromiso ineludible de sumisión al neoliberalismo.

Sin embargo, hay una diferencia, en este momento, respecto a lo de hace diez y pico de años. Esta vez, las trabajadoras y los trabajadores saben lo que está pasando, saben que lo que viene será peor, si cabe, que lo que se ha hecho en esta década siniestra. Saben que, hayan o no derogado la maldita norma que lo permitía expresamente, quien se enferme o quede embarazada corre el riesgo de perder su empleo; que los salarios seguirán subiendo, cuando suban, de manera raquítica; que las empresas seguirán moviendo como les de la gana a la gente, según conveniencia o como forma de represalias o de acoso, como de costumbre; que las prácticas de discriminación, por sexos, inclinación sexual, raza o lo que sea, se mantendrán impunemente. Que quien pague las consecuencias de cualquier problema que pase la empresa, serán las plantillas laborales, mientras las patronales se embolsan toda suerte de ayudas y subvenciones. En fin, que las trabajadoras y los trabajadores seguirán inermes, a merced de las empresas que les consideran de su propiedad, porque se ha despojado a los sindicatos de toda forma de defensa, salvo las movilizaciones y las denuncias que pueden, de todas maneras acarrear consecuencias penales.

Y no olvidemos que esas grandes empresas se proponen seguir con su destrozo del territorio y del ambiente, creando las condiciones para otra catástrofe, sanitaria o climática, hasta que sobrevenga la hecatombe final.

Y también sabrán las trabajadoras y los trabajadores, que el partido llamado socialista y obrero y el otro, que surgió de la fuerza de la calle, que quizá quiere, pero sin duda no puede, seguirán aceptando sin chistar los dictados de la gran patronal. 

Por tanto, ya digo, ha sonado el despertador, es la hora de levantarse, de decirle a la oligarquía que se terminó, que el Planeta y el dinero no son de las empresas, sino de las personas. Es el momento de la gran movilización, de llevar a las calles la resistencia. De organizarse en los movimientos ciudadanos y de fortalecer a los sindicatos que honran la denominación "de clase". Y de formar y votar partidos del pueblo, partidos que sí merezcan el noble apelativo de populares y que tengan la determinación de enfrentarse a la dominación neoliberal.

Se llaman sindicatos de clase, partidos de izquierda.

* Lo escribe y lo sostiene Chema Tante

CHEMA TANTE

 

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