La nueva ley turística premia la renovación y da vía libre al lujo (pero no ataca el problema esencial)
Ya está a punto la nueva Ley Turística, que será una nueva puntilla, para terminar de arruinar el negocio, y, de paso, el territorio. Paulino y compañía aciertan en darle la debida importancia a la elevación del nivel. Pero en la ley no solamente no se contempla el remedio para el principal problema, que es la sobreoferta, sino que se estimula.
No hay una sola idea en la Ley para amortizar plazas turísticas; pero, en cambio, se estimula la renovación concediendo ampliaciones. Se trta de un error garrafal. Ya yo estoy cansado de repetirlo. Ni el territorio ni la estructura social ni las circunstancias de mercado sostienen que en Canarias se atiendan 12 millones de visitantes al año, a precios de saldo. Todo lo que no sea enfrentar este realidad irrefutable, es una equivoación.
Y no se hable de la persistencia en el olvido de la necesidad de buscar que Canarias mejore su manejo del negocio, con operadores y lineas aéreas propias. O de acciones de promoción reales, para que sean los targets potenciales quienes creen la demanda, en lugar de depender de intermediarios.
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