El criterio de desarollismo a todo pasto, construyendo infraestructuras y establecimientos sin estudio de viabilidad alguno, ha llevado a Canarias a esta trsite situación de depresión social en que nos encontramos. Eso sí: a esta estúpida, pero marrullera gente de las empresas, el negocio les sale bien. Sus cuentas de resultados no se resienten. Claro que sobre las costillas de su sufrido personal y a cambio de cargarse el sector mrimario canario, pero eso, a los sabihondos codiciosos empresarios, les tiene sin cuidado.

Tal como explica Acosta, el Círculo de Empresarios de Gran Canaria o la CEOE  de Tenerife siguen con su matraquilla de que el progreso vendrá por el desarrollismo y las manbos libres a las empresas para ello. Y les recuerda el sensato analista con mucha oportunidad el rimbombante Foro para el Progreso y Futuro de Tenerife que se celebró en 2004, en el que se plantearon las mismas consideraciones que, antes y después, repiten los empresarios canarios.  Y así nos ha ido. Porque la voluntad política ha seguido esas indicaciones, en lugar de quienes desde entonces y antes, repetimos que la economía debe tener resntabilidad social y que los recursos canarios no pueden esquilmarse de manera irracional para el exclusivo beneficio de unas pocas personas, con detrimento del interés de la mayoría. 

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