¿Hay algo tan criminal como una guerra? La satrapía del Borbón - por Erasmo Quintana *

Vladimir Putin no es comunista, es la extremísima derecha, un tirano y un déspota absolutista. Quiere usurpar unas tierras que no le pertenecen, entre otras, Ucrania. Como un auténtico psicópata, su sueño es imponer a las naciones conquistadas aquellos propios sentimientos de que sus habitantes son suyos, esclavos a quienes les dicta qué es correcto para que lo amen y qué incorrecto para que lo odien. La pantalla del televisor es el mejor templo que tiene para adocenar al conquistado sinuosa y silenciosamente para confundir y perturbar los espíritus. En el fondo, no quiere que esos pueblos sueñen con la existencia de un mundo mejor ni más libre. Así mismo, la desinformación la considera un arma poderosa, pues cuanto más grande es la mentira mejor se cree, y para que el abuso policial y el ventajismo de las clases elevadas adineradas no se vean tan mal; para que el paro y la ruina o cierre de empresas y la falta del pan, lo vean como algo natural, aceptándolo y no se estresen.  

La mentira se ha convertido en la mayor aliada y el arma principal de los déspotas absolutistas, transformada por ello, la verdad, en su principal enemiga, dando lugar a que la procaz acción de los dominadores se haga sin disparar un solo tiro de ametralladora, dueños absolutos de la gran masa de los dominados.

Dicen que, en la actualidad, hay una terrible guerra en marcha y que el campo de batalla son nuestras propias mentes, amigos que me leen. ¡Qué pesadilla es ésta! Porque pesadilla debe ser que todavía en pleno siglo XXI, para satisfacer ansias enfermizas de gobernantes sin escrúpulo, despreciando la vida de miles, incontables ciudadanos, violenten con bombas atronadoras la vida pacífica de un pueblo, sembrando de cadáveres sus calles en charcos de sangre ennegrecida y mezclada con el barro, donde se encuentran decenas de proyectiles sin explotar, tragedia convertida en un averno de absoluta insolencia. Todo ello, un paisaje tan dantesco por un palmo más de tierra. Lo decía Kant, que el hombre no será civilizado hasta que no deje de hacer la guerra.

A este iluminado Putin lo vemos metido hasta las trancas en un pastizal cenagoso, que cuanto más se mueve, más se hunde y entierra. Lo vemos igual que a Hitler ganando batallas, pero al mismo tiempo, “sus” enemigo de la Unión Europea, EEUU, Japón y Corea del Sur, ante las medidas disuasorias de tipo económico que han supuesto un duro revés a las transacciones comerciales con el mundo, Putin ha advertido que las mismas acciones hostiles suponen una “declaración de guerra”. Según Putin, son actos inamistosos contra Rusia. El cinismo es infinito en este personaje. Para el oligarca que ha ordenado la agresión sobre Ucrania, megalómano donde los haya, lo que ha hecho no es una “cobarde invasión armada” sobre un país; para él es una “operación militar especial”.

Aquí vale, además de la mentira sistemática, el eufemismo. Nikolái Leónov, exvicepresidente de la KGB rusa, fue entrevistado en TV, donde pone negro sobre blanco los sucios manejos de Putin, valiéndose de mentiras, chantajes sexuales y sobornos para alcanzar la presidencia de Rusia en 1999, sustituyendo a Boris Yeltsin. Al parecer, que se sepa, el avispado personaje tiene en paraísos fiscales la inestimable cifra de 47.000 millones de dólares.

Y como la actualidad es siempre la que manda, teniendo espacio para ello introduzco un tema de actualidad doméstico que nos pilla bien de cerca. No es un secreto el respeto que le tengo al Partido Nacionalista Vasco (PNV), que es de los mejores que es posible tener viendo cómo está el patio de los partidos políticos nacionales. Marrulleros, aviesos, demagogos, mentirosos y poco serios, pues hoy dicen una cosa y mañana la contraria. Por lo general hay poca seriedad y escasa ética. Admiro en ese partido vasco, segundo en antigüedad después del PSOE, que su presidente o responsable máximo no ocupa al mismo tiempo cargo público, por lo que el compañero que sí accede a la administración pública, está en la obligación de dar cuenta de su gestión en el seno de su formación. O lo que es lo mismo, que no será juez y parte de lo que hace, como sí ocurre con las demás partidos. Por ejemplo, ¿quién controla lo que hace el presidente Pedro Sánchez, cuando es al mismo tiempo Secretario General de su partido? Y de ahí hacia abajo: regionales, insulares y locales. 

 Allí, en el País Vasco, no aprovechan los Congresos para rectificar cada dos por tres los Estatutos de su partido, “afeitándolos” de todo aquello que lo hace una formación democrática, como ha venido sucediendo en el Partido Socialista. Poco a poco y durante años, éste ha ido quitando representación a los militantes (o afiliados); tanto ha sido, que ya ésos no cuentan para nada. Las Ejecutivas están nombradas ¿para qué? ; bueno, sí, para apoyar incondicionalmente a los avispados que entran en el círculo cerrado del cabecilla que está allí para lo mismo. Hace mucho tiempo que, a quien entra por primera vez en el partido, no le dan formación de la historia, tan rica, diversa e interesante de un partido centenario, el PSOE, y cual fue la razón, la necesidad y utilidad que representó para la sociedad española.   

Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, en referencia a las últimas noticias por la carta del rey emérito dirigida a Felipe VI (ahora se sabe que fue elaborada entre Zarzuela y Moncloa), asegurando que continuará en Abu Dabi, después de que la Fiscalía archivara parte de los delitos de Juan Carlos I de Borbón, que sus deseos son regresar a España (es una auténtica vergüenza) como visitas temporales y privadas; el portavoz vasco ha sido rotundo al afirmar que “Preferimos, no ya que el rey emérito no vaya a Zarzuela, sino que los que están la desalojen. Nos gustaría que la Monarquía fuera un mal sueño para los españoles”. “No queremos que pueda haber unos ciudadanos por encima de otros”.

Íñigo Errejón, de Más País, ha dicho, en referencia al mismo problema, que “Esto no es un asunto privado”, y se lamenta de que “España no ha hecho ninguna modificación legal para que algo así no vuelva a repetirse. Estos comportamientos, si se han hecho mal, es porque tenemos una regulación insuficiente. No tenemos hecho nada para que esto no vuelva a suceder”. Quiere que se revise la inviolabilidad del monarca. La gravedad es mucha, pues llevó parte de su fortuna (mal o bien habida) a paraísos fiscales para no tributar a Hacienda lo que por ley le correspondía como hace todo hijo de vecino, justo en el país del que era Jefe de Estado, y ése del que cobraba el suculento sueldo anual de la Casa Real. Todo ello, con absoluto desprecio por los españoles que sí tributan religiosamente.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana