Amigo, compañero y camarada Domingo Méndez - por: Pepe Mejía

Todavía conmocionado por tu partida, escribo estas breves líneas para rendir tributo a un gran luchador, a una persona consecuente y solidaria.

Iniciamos nuestra fraterna relación en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR-IV Internacional). La primera conversación giró -me acuerdo como si fuera ayer- sobre tu paso por el PCE. Después coincidimos mucho en la solidaridad con el proceso revolucionario de Nicaragua. Hicimos cosas importantes que no se han destacado en los medios o en las fotos. Quedaron entre tú y yo y disfrutamos en el recuerdo.

Cuando nos juntábamos comentábamos sobre las luchas de los pueblos de América Latina en general pero de Perú en particular. Hablamos mucho de la experiencia zapatista, la experiencia de las rondas campesinas y las grandes movilizaciones indígenas y campesinas. El papel de la insurgencia popular fue un tema que siempre tocábamos.

Siempre te interesó la conversa sobre las luchas de nuestros pueblos.

También tu interés y trabajo con inmigrantes. Tu solidaridad a prueba. Mari nos contó, en la última universidad de Anticapis en Segovia, la encomiable actividad que estábais realizando en favor del colectivo inmigrante. Grande Domingo. Grande Mari, como siempre.

También recuerdo las reflexiones e intercambios que hicimos en la campaña No a la OTAN. Muchas fueron las conversas y siempre terminábamos riéndonos y disfrutando.

Ya con Anticapitalistas, siempre que venías a Madrid nos juntábamos, como en los viejos tiempos, pero los temas a tocar fueron más variados. No sólo de luchas sino de experiencias y frustraciones. Hablamos mucho de nuestro paso por Podemos. Pero siempre, siempre por delante, tu consecuencia.

Seguías siendo pertinaz, como desde los inicios, pero siempre con respeto y afecto.

La última vez que nos juntamos fue, en agosto, en la universidad de Anticapis en Segovia. Allí Mari me confirmó que no andabas bien. Pero yo siempre pensé que ibas a salir de esta como habías salido de muchas. Por tu fortaleza y porque no te amilanabas ante nada.

Sé que en los últimos días, Mari te leía los mensajes que te escribía y te hacía escuchar los audios que también te remitía. Mensajes de esperanza, mensajes de ilusión, de fortaleza.

No puedo ocultar mi dolor, que no es solamente físico. Tú lo sabes porque muchas veces hablamos de la sensibilidad a flor de piel y se nos empañaba los ojos.

Quedan pendientes nuestras citas en la próxima universidad y en tu tierra, Canarias. No te quepa la menor duda que nos encontraremos.

Te fuiste el mismo día que nació José Martí. Y me despido –con un hasta luego- el mismo día que se instauró el nazismo en Alemania.

Que la tierra te sea leve amigo, compañero y camarada DOMINGO MENDEZ.

* La casa de mi tía agradece la gentilezxa de Pepe Mejía