La anómala anomalía de nuestra pseudodemocracia - por Erasmo Quintana
La anómala anomalía de nuestra pseudodemocracia - por Erasmo Quintana *
Por una vez que la Iglesia Católica se enfunda el traje de faena y entra de lleno en favor de la clase trabajadora explotada, la tremebunda extrema derecha se rasga las vestiduras horrorizada por lo que ha dicho el Papa Francisco. La subyugación y esclavitud de la mano de obra en este país es la situación normal, ideal y correcta para los que se llenan el bolsillo con la esclavitud. Aquí, cuanto más envilecida, dependiente y necesitada esté la clase trabajadora, mejor será para el sistema. Explotados y explotadores, he ahí la cuestión. El Papa habló, entre otras consideraciones, de que había que establecer “un salario universal y reducción de la jornada laboral”. “Con esto se solucionaría la entrada al mercado de trabajo de los jóvenes.” Para él, el sistema “es una locomotora descontrolada que nos lleva al abismo, y todavía estamos a tiempo.”
Los máximos responsables de la Iglesia no se han esmerado en dar ejemplaridad. Por el contrario, lo que han venido haciendo es mostrársenos con unas conductas inhumanas de grueso calibre. Ahí están todos los escándalos de pederastia, y en lo que a la alta jerarquía se refiere, su afán de hacerse con riquezas y propiedades terrenales que poco o nada tienen que ver con el verdadero mensaje de Jesucristo, que dicen vino al mundo no para esto, sino para todo lo contrario.
Decía que el acertado mensaje del Papa Francisco escoció mucho a los instalados en el sistema capitalista y, por extensión, a sus voceros mercenarios -que para eso cobran-, Eduardo Inda y Francisco Marhuenda, los que tienen su asiento fijo en un programa, la Sexta Noche, defendiendo a machamartillo los privilegios de los que están en la cúpula del poder económico.
Quieren que sigamos instalados en la ignorancia y que este sistema injusto e inhumano, donde los únicos que pagan al sostenimiento del Estado son las clases medias, los que cobran por nómina y los pensionistas. Ella es al mismo tiempo la masa ignorante. Marhuenda, con la noticia del Papa, se ha mostrado como el gran ofendido, y ha sido el más virulento en su crítica papal, acusándolo de político de tendencia izquierdista, de “populista”, como si defender a los que menos tienen y repartir con equidad la riqueza que se genera, fuera algo bochornoso e impropio de la Iglesia de Cristo. Para el mercenario Marhuenda, lo que dijo Francisco “es una catástrofe” para la Iglesia. Pero para nosotros, lo que sí es catástrofe y la destruye son las acciones de esa cúpula de los máximos responsables con su puro filibusterismo, no esmerándose en dar ejemplaridad, con la ética como principal moneda de cambio.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana