Buscar
viernes, 19 de abril de 2024 10:24h.

Atreverse a vencer - por Joaquín Sagaseta de Ilurdoz Paradas

La situación se precipita. La posibilidad de colapso del Gobierno del Partido Popular y la convocatoria de elecciones anticipadas que ya venia dibujándose en el horizonte con tono de acuarela, adquieren ahora trazos gruesos “...al pastel”.



 

Atreverse a vencer - por Joaquín Sagaseta de Ilurdoz Paradas

La situación se precipita. La posibilidad de colapso del Gobierno del Partido Popular y la convocatoria de elecciones anticipadas que ya venia dibujándose en el horizonte con tono de acuarela, adquieren ahora trazos gruesos “...al pastel”.

En el puesto de mando todas las luces le parpadean a la derecha, la atmosfera se contamina de malos presagios y se presiente la proximidad de ese momento crítico en que se agota el aire y nada funciona ni responde.
 
La representación política del gran capital y de las fuerzas de la reacción no tiene márgenes. El sistema ya no puede convivir con el estado social y la gente no puede vivir sin el, ni se resigna. Ese es el telón de fondo que preside y determina todo el escenario.
 
En apenas un año las olas han crecido a alturas insospechados, se suceden sin tregua, abarcan amplísimos sectores de la sociedad y ascienden a una escala cualitativamente superior. No se baten contra determinadas políticas o aspectos de estas, como sucedía en Noviembre de 2011. El oleaje está rebasando esos diques y embiste contra el propio sistema, incluyendo “a la más alta magistratura del estado”.
 
Estos momentos son cruciales. La derecha se precipita por una pendiente donde ya no arriesga estas o aquellas posiciones sino que la expone directamente a una catástrofe política. En esa pendiente arrastra a una socialdemocracia que no cuenta ya, como sucedía hasta hace bien poco, con la falsa representación de “la izquierda”, mas al contrario, aparece ahora asociada al sistema y a políticas que precedieron y franquearon el camino de la derecha. Los “valores” de la derecha y de la socialdemocracia van cayendo, unos tras otro al panteón de los dioses rotos.

La marea esta subiendo a esos niveles, pero no podrá mantenerse ahí durante mucho tiempo, ni será fácil que repita su ascenso si ahora termina desvaneciéndose por impotencia. También estamos expuestos a entrar en fase de reflujo y putrefacción.
 
La izquierda y el movimiento democrático y popular en su conjunto tienen que hacerse cargo de la situación en su extensión y potencialidad real y en sus riesgos. No es tiempo de plantearse estrategias inspiradas en vocación de “crecer” en la “oposición” y hacerlo conforme a raseros de aritmética electoral. Son momentos en que hay que estar en la coyuntura, de ponerse en la crecida para que esta alcance sus objetivos: arrebatarle el poder político a la derecha y el gran capital
 
El objetivo no puede ser otro que el poder político y toda la táctica, de manera más o menos inmediata, tiene que subordinarse a ese objetivo.
 
Hay que atreverse a vencer, en la tardanza esta el peligro, así lo hemos expuesto antes y así lo repetimos ahora con mayor razón.
 
La agudización de las contradicciones y su unificación en la conciencia social en forma de impugnación del sistema, ha fermentado y constituido, de hecho, una nueva mayoría político/social, concentrarla y articularla es lo decisivo, es lo que inclinara el fiel de la balanza del lado de la democracia y el progreso social.
 
Audacia y mas que nunca amplitud de miras para agrupar en un programa mínimo común un amplio frente que comprenda a esas imponentes fuerzas sociales que la crisis del sistema ha despertado a la política en magnitudes sin precedentes. Ese frente no va a venir de la mano de la socialdemocracia ni de su entorno que siempre han manifestado su propensión conciliadora con la derecha y sus políticas en todos los espacios de poder político. Estos ni quieren ni les deja su tupida red de dependencias y complicidades con la oligarquía dominante y sus aledaños. Sus progenitores están en otro lado, se encuentran en el amplio abanico de la izquierda, en los movimientos sociales, en el movimiento obrero y en la intelectualidad progresista.
 
Cuando hablamos de programa mínimo común queremos decir exactamente lo que decimos: defensa y profundización de la democracia, defensa y multiplicación de lo público, defensa y extensión del estado social. 
 
El estado social y de derecho no es el “pasado”, como dicen algunos, es parte irrenunciable del porvenir, es, justamente, por donde se ha roto la cadena. Si algo esta arraigado en la conciencia social son esas tres grandes direcciones. Es lo mínimo, es lo común, es lo que puede materializar políticamente la nueva mayoría político/social, es lo que puede centuplicar las fuerzas que conduzcan a la derrota del conjunto del campo de la derecha. Es lo necesario y en este momento histórico concreto está al alcance de la mano.

También en: