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jueves, 28 de marzo de 2024 22:34h.

Caminando sobre la delgada línea de la vulnerabilidad - por Carmen Hernández

Vivimos, sin duda, años críticos, con una crisis económica que no ha hecho más que agudizarse. Una crisis cada vez más larga y con desastrosas consecuencias sociales que se extienden y profundizan....

Caminando sobre la delgada línea de la vulnerabilidad - por Carmen Hernández 

Vivimos, sin duda, años críticos, con una crisis económica que no ha hecho más que agudizarse. Una crisis cada vez más larga y con desastrosas consecuencias sociales que se extienden y profundizan.

A aquellas personas que durante la década anterior, de un marcado crecimiento económico, ya habían vivido en situación o riesgo de pobreza y exclusión social, se están agregando nuevos perfiles, que tradicionalmente habían estado fuera del ámbito de la vulnerabilidad.

Y a la vez que las necesidades sociales crecen, crecen también los recortes, en un discurso dominante que llama insistentemente al ‘austericidio’, que se traduce en fuertes recortes que han afectado especialmente a los servicios públicos y a las políticas sociales, a pesar de que precisamente es cuando más se requiere aumentar la inversión social para proteger los niveles mínimos de subsistencia y bienestar de la población más vulnerable.

Crisis y desempleo hacen que hoy muchas personas se encuentren caminando sobre una delgada línea, la de la vulnerabilidad social. Así lo define Cruz Roja Española, como “una zona frontera entre la zona considerada de integración, donde existen estabilidad laboral y familiar, y la zona de exclusión que implica la pérdida del empleo y/o el aislamiento familiar¨

Por tanto cuando hablamos de vulnerabilidad hablamos de medir la inequidad y la falta de oportunidades en cuanto al empleo, las rentas, la educación, la salud, la vivienda, etc.

En el momento que vivimos el concepto de vulnerabilidad es por tanto cada vez más importante, ya que cualquier persona, insisto, cualquier persona puede  encontrarse o llegar a encontrase en esta zona, afectando no sólo, como en otras épocas, a las clases con menos recursos, sino que ahora también afecta a las clases medias así como  a distintos grupos sociales -mayores, niños jóvenes, mujeres, inmigrantes, personas  con discapacidad.

Esta realidad de deterioro social y económico de las Islas aparece en todos los informes y datos oficiales. Según la encuesta de Condiciones de Vida que publica el INE, la tasa de riesgo de pobreza en el año 2011 era para el conjunto del Estado de 21.8%, y para Canarias de 33.8%. A pesar de no estar a la cabeza en la tasa de paro- tenemos un terrible 34.3% - sí estamos a la cabeza de desempleados que no reciben ningún tipo de ayudas (ni prestación  contributiva, ni subsidio o renta activa de inserción), un 44.7% según el Servicio Público de Empleo del Ministerio de Trabajo. Según el último barómetro del CIS un 17.9% de los canarios vive en hogares con ingresos inferiores a los 600 € al mes.

El reciente Informe de la pobreza en España elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación Bancaja, hace una comparativa sobre la situación de la pobreza al inicio de la crisis, en 2008, y en 2011. Y descubren unos datos que no pueden ser más demoledores para Canarias y en total sintonía con el resto de los estudios e informes. El índice de Pobreza Económica- índice que mide la pobreza económica y la exclusión social- en Canarias pasa de un 0.49, en 2008, a un 1.00, en 2011, el más alto de todo el estado. Esto quiere decir que la pobreza económica se ha incrementado en Canarias durante la crisis en un 102%.

Estos datos e informes ponen en  evidencia que a la vulnerabilidad de las personas hay que añadir la especial vulnerabilidad de Canarias.

Pero si bien estos números nos ayudan a acercarnos a esta realidad con objetividad y  rigor, no sirven de mucho  si no  provocan en nosotros  una profunda reflexión individual y colectiva sobre la injusticia que supone que todas estas personas pierdan el derecho a tener oportunidades y a una vida digna.

Aunque no podemos perder de vista la necesidad de abordar los factores estructurales anteriores a la crisis, esos que están en la base misma del problema y que hacen que Canarias sea un territorio que favorece las situaciones de exclusión social, lo que es obvio es que si se debilitan las medidas para la inclusión, más vulnerables son las personas a la hora de caer en la exclusión social.

Pero mientras estos cambios profundos se producen, tenemos que adoptar medidas de choque, que mitiguen la situación de desesperación en la que viven miles de familias canarias y garantizar unas mínimas condiciones de vida con dignidad.

Desde el grupo parlamentario de  Nueva Canarias hemos planteado desde el inicio de esta legislatura un paquete de acciones concretas, un plan de choque para frenar el deterioro social que está provocando el avance de la pobreza y la exclusión social. Un plan de choque, que dicho sea de paso, fue rechazado por los grupos parlamentarios que apoyan al gobierno, con la manida excusa de que no había recursos extraordinarios para afrontar esta realidad.

La situación en la que se encuentra el municipio de  Telde, lamentablemente no es mejor que la del resto de Canarias, con 17.238 personas desempleadas, y cientos de familias que viven al borde de la pobreza y la exclusión.

Veíamos recientemente la Memoria 2012 de Cáritas Canarias donde se reflejaba que habían sido atendidas  en la provincia de Las Palmas 12.121 personas, de ellas 765 familias son de Telde.

Considero por tanto que poner el tema del desempleo, la pobreza y la exclusión en el centro del debate social y político en Telde  es urgente y necesario y estoy convencida de que todos coincidimos en la necesidad de buscar soluciones a este drama social.

Un debate que no debe quedar solo en despertar la sensibilidad, debemos pasar a la acción política. Y por ello he venido reivindicando la necesidad de que se reactive el Foro Anticrisis, un espacio de coordinación entre las instituciones y de participación de  todos los agentes sociales y económicos de la ciudad (sindicatos; empresarios; asociaciones vecinales, culturales, educativas; ONGs, etc) donde se plateen propuestas eficaces y adaptadas a la realidad de Telde.

Un foro donde retomar con fuerza  las reivindicaciones necesarias, ante el gobierno insular y el de canarias, para poder afrontar esta situación  llevando ante otras administraciones las justas demandas que necesita Telde en un momento de auténtica emergencia social.