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viernes, 19 de abril de 2024 17:51h.

Canarias, un desencuentro, una frustración - por Nicolás Guerra Aguiar

Como miembro de un jurado, acabo de calificar cincuenta trabajos de redacción en torno a un tema marcado. El concurso va dirigido a jóvenes de distintas etapas en la enseñanza, desde Primaria hasta Bachillerato y Ciclos Formativos, con escalas en la Secundaria Obligatoria.  

Canarias, un desencuentro, una frustración - por Nicolás Guerra Aguiar

 

  Como miembro de un jurado, acabo de calificar cincuenta trabajos de redacción en torno a un tema marcado. El concurso va dirigido a jóvenes de distintas etapas en la enseñanza, desde Primaria hasta Bachillerato y Ciclos Formativos, con escalas en la Secundaria Obligatoria.  

  Respecto a los trabajos presentados, una de dos: o sus autores son casi todos peninsulares o nuestras más definidas variedades dialectales están en disparatado retroceso. Lo digo porque en su léxico se imponen voces como autobuses, globos, algas, rocas, bombillas, cubos…, en vez de los correspondientes canarismos guaguas, sopladeras, sebas, piedras, bombillos, baldes, palabras tan cultas y correctas como las primeras. Pero hay más: algunos alternan las formas pronominales ustedes / vosotros, aunque con clara tendencia a la segunda, cuestión de tiempo. Otros lo tienen absolutamente claro: en formas verbales usan sin reparo la segunda persona del plural.

  Así, y aunque el sabio dialectólogo don Alonso Zamora Vicente afirmó que lo nuestro no es un dialecto sino un “habla de tránsito”, si aquel hubiera iniciado hoy sus estudios del dialecto canario (habla canaria), no habría escrito en su Dialectología española “La forma vosotros ha desaparecido  del habla general y se conserva solamente en La Gomera y en los campos de La Palma. En las demás, ustedes es lo usual”. (Bien es cierto que han pasado casi cincuenta años de aquel monumento científico, pero vengo detectando los cambios desde hace treinta.)

  Por supuesto que no hay incorrección alguna en los cambios, faltaría más. Y si los jóvenes canarios de hoy prefieren la construcción con el pronombre os en vez de les (os voy a contar una historia / les voy a…), están en su derecho, nadie se lo va a regatear. Pero sí me interesa destacar el fenómeno en cuanto que habla de una política educativa del Gobierno de Canarias quizás despreocupada, tal vez distanciada de lo cultural.

  El habla canaria es solo eso, una variedad dialectal; no es una lengua como el catalán, gallego o euskera. Por tanto, su valor como esencia lingüística es muchísimo menor que el de aquellas lenguas que coexisten con el español o castellano en territorio peninsular (¡no “en Península”, qué disparate!). Pero sí hay en ella una carga cultural y quizás hasta emotiva que nos diferencia del resto de los hablantes, o lo que es lo mismo, que nos define como pueblo, ni mejor ni peor, diferente. Sin embargo, la incultura que a veces se manifiesta en aulas y quizás hasta el desconocimiento de alguna que otra autoridad relacionada con la enseñanza han llevado al abandono de un rasgo marcador esencialmente nuestro, definidor de nuestra identidad aunque no se trata, claro, de potenciar el “¡chaaaaacho, tú, súbete parriba!”, o vulgarismos e incorrecciones.

  Pero nuestra habla sí es propiedad de la comunidad, de los hablantes. Y por el léxico, el ustedes, el seseo, intensidades, tonos y timbres, adquirimos marcadores que nos diferencian de otros hablantes de la misma lengua, sin duda más interesados en mantener sus rasgos definidores, a fin de cuentas son elementos culturales. Y esa cultura se aprende en las aulas, pálpito vital en la formación de un individuo. Y las aulas dependen, al cien por cien, de la Consejería del Gobierno canario, no de planteamientos que llegan de Madrid. Pero si el Gobierno no es consciente de tal riqueza cultural y lingüística, entonces “mejor pícamelo menú, que lo quiero pa la cachimba”.

  Obviamente, yo no puedo celebrar el Día de Canarias cuando su propia esencia del habla no sé si se desprecia, pero sí se menosprecia.  Como también es cierto que no está nuestra tierra para festividades en cuanto que palpita la terrible tragedia social (miles y miles de paisanos) para quienes subsistir ya es un lujo. Es trágicamente doloroso, con fuerte impacto emocional, el silencio que se impone en las colas del paro cuando desde los amaneceres la gente llega y permanece de pie durante horas porque en su familia nadie trabaja, no entra ni un duro, por más que hay brazos jóvenes, mentes experimentadas, ansias de actividades.

  No, nada me dice el Día de Canarias cuando se disfraza con alpargatas, delantales, cachorras, fajines encarnados o exquisitas faldas de Néstor bordadas y caladas por habilidosas manos. Ni cuando la identidad de una región como la nuestra solo se identifica con sancochos, mojos con pimienta de la puta de la madre, pellas de gofio, pejines, rones y papas arrugadas (“¡chaaacho, arrugás! ¿Tú sos bobo o que?”), y los supermercados compiten con tricolores decorados mientras nuestra gente revuelve en sus depósitos de sobras a la búsqueda de un yogur incluso caducado, o esperan en las puertas de comedores sociales.

  No, no puedo sentirme festivo y festero por el Día de Canarias porque me hierve la sangre cuando leo que el Ayuntamiento de Telde recoloca a sus tres ilegales directores de gobierno; que en el Cabildo siguen con el disparatado empeño de un tren para el Sur, tal si viviéramos todavía en los iniciales años del segundo milenio y se habla de decenas, decenas, decenas de millones para estudios topográficos, expropiaciones, obras de tanteo, como si Global no existiera o estuviéramos hablando de centenares de kilómetros, de carreteras no asfaltadas, de más pistas  que autovías hasta Mogán, por ejemplo.

  ¿Festivas alegrías el 30 de mayo? ¿De identificaciones como pueblo? Ese mismo día, ¿cuántos miles y miles de euros se gastarán en parrandas, coches oficiales y folclorismos mientras a quienes urgen operaciones se les retrasa el quirófano para febrero del 2014, se eliminan becas,  se insiste a los jóvenes en que su futuro está en África, se hunden pymes por falta de crédito, los titulados deben huir a Europa al precio pactado de setecientos euros al mes, sin cama ni techo? ¿Celebrar fiestas cuando el señor fiscal habla de “corrupción generalizada” y siguen parados procesos tan cercanos, tan próximos? ¿Cantar porque toscos intereses políticos les niegan a ciertos niños la posibilidad de un comedor escolar en verano, o los educan en el rechazo a voces canarias, solo usables en estos días de festividades?  No.

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