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viernes, 26 de abril de 2024 00:49h.

CHARLIE, la excusa contra cierta libertad - por Nicolás Guerra Aguiar

El pueblo francés salió a la calle porque la naturaleza de su pensamiento emana de la Revolución Francesa (Liberté, Égalité, Fraternité).

CHARLIE, la excusa contra cierta libertad - por Nicolás Guerra Aguiar *

   El pueblo francés salió a la calle porque la naturaleza de su pensamiento emana de la Revolución Francesa (Liberté, Égalité, Fraternité). Había sufrido un salvaje atentado: los asesinatos de dos agentes y diez periodistas que ejercían, dícese, su derecho a la libertad de expresión con portadas como la que aquí aparece (“El Corán es la mierda”). Aquellos mortales disparos echan por tierra cualquier racionalización porque, a fin de cuentas, no se trataba de la rebelión de un pueblo subyugado al que le atropellaron las esencias primeras del ser humano: libertad y dignidad. (Pero podríamos plantearnos cómo reaccionaría Occidente si, en vez del Corán –que no es propiedad de los fanáticos-, “la mierda” que no para las balas fuera la Biblia cristiana. Yo tampoco lo firmaría.)

   Nadie, absolutamente nadie puede asesinar en nombre del Estado por más que lo justifique con legales legajos. Tal sucede en países donde se aplican sillas eléctricas o inyecciones mortales casi siempre a negros o hispanos sin dólares, pues los ricos tienen bufetes de afamados abogados. Y estos pueden conseguir el sagrado principio jurídico: In dubio, pro reo, ‘Ante la duda, a favor del reo’.

   Nadie, absolutamente nadie puede asesinar en nombre de Alá. La inmensa mayoría de los imanes pregona que la violencia indiscriminada no es compatible con la religión musulmana.  Por tanto, ningún musulmán consecuente puede levantar un kalashnikov para matar, ni tan siquiera a periodistas supuestamente ofensivos. Y eso que la totalidad se siente injuriada por revistas como la francesa. Pero nada, en absoluto, ni tan siquiera el fuerte impacto emocional, dará razones a la acción asesina.

   Nadie, absolutamente nadie en nombre del Dios católico estuvo nunca justificado para asesinar a decenas de miles de mujeres, hombres, niños, judíos, moros, blasfemos, sodomitas, herejes, protestantes, bígamos, homosexuales, luteranos, cristianos nuevos o viejos, indígenas, da igual. Porque la Iglesia que usó el nombre del Dios vengativo del Antiguo Testamento para "relajar al brazo secular", asesinar en hogueras públicas o prisiones fue tan fanática y salvaje como estos de París.

   De la misma manera que nadie, absolutamente nadie estuvo acreditado para vengar los miles de asesinatos sobre ciudadanos inocentes que los ejércitos aliados realizaron en Irak para destruir inexistentes armas químicas, mentiras del señor Aznar. Precisamente por la presencia española en el “Trío de las Azores” se produjo la matanza terrorista en Atocha. Fue la asesina venganza frente a barbaries occidentales en nombre de la libertad de un pueblo, el iraquí, del que solo importaban las producciones petrolíferas. (Cuando entro en la estación madrileña siguen presentes las mismas preguntas y las mismas respuestas: ¿por qué la represalia sobre inocentes? Porque estaban indefensos. ¿Qué tuvieron que ver los asesinados con la política iraquí del Gobierno de Aznar? Absolutamente nada. Incluso muchos de ellos, quizás como la inmensa mayoría de los españoles, estaban en contra. Por tanto, si el Gobierno español del PP no hubiera entrado en la alianza, aquellos muertos nuestros hoy estarían vivos. Alguien nos los debe.)

   Pero también es cierto que no se pueden reclamar recortes a la libertad de expresión para justificar lo que el ministro de Justicia español denomina “libertad para ofender”. Y como sus palabras siguen al pie de la letra los comentarios del papa, confirman  que en determinados sectores impera la muy interesada idea de que hemos de acotar nuestra libertad para no herir el amor propio o la dignidad de alguien. Pero siempre, claro, que se refiera a temas relacionados con la religión.

   Por eso el papa, si no justificó, si al menos dio a entender que las violentas reacciones son a veces incontrolables, como el caso de un insulto a su madre: “Si alguien dice alguna grosería sobre mi mamá, le espera un puñetazo”. De igual manera, si alguien se burla de la religión, puede producirse el efecto acción – reacción, aquello que los extremistas irracionales denominan “ojo por ojo y diente por diente”. Es decir, los asesinos de Francia actuaron impelidos por deseos de venganza en cuanto que se les “ofendió” en algo vital para ellos, la religión.

   Y para combatir la fanática violencia de unos posesos, ¿debe reformarse el Código Penal -como se pretende en España- e introducir modificaciones que, según Amnistía Internacional, podrían llevar a que resistencia y desobediencia a la autoridad sean catalogadas como terrorismo? ¿Disparata Amnistía cuando denuncia restricciones a determinados derechos en nombre de la lucha contra el terrorismo? Un día de estos, representantes de Inglaterra, Noruega, Suecia… en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas le preguntarán a España  sobre la nueva Ley de Seguridad Ciudadana (“Ley Mordaza”), que acaso pretende “evitar o limitar seriamente las protestas públicas legítimas, incluso con las restricciones a los lugares donde pueden celebrarse manifestaciones", tal afirma el representante inglés. Más: ¿qué razones puede tener la Comisión Europea que ha iniciado un expediente de infracción a España ante el incumplimiento de la Directiva 2012/13/UE? Otrosí: ¿qué escrito envió a Madrid la señora comisaria de Justicia, Libertades y Asuntos Civiles de aquella Comisión? Porque la libertad de expresión no solo se refiere a publicaciones: incluye también, por ejemplo, que los ciudadanos puedan manifestarse pacíficamente y sin acoso alguno o amenaza legal.

  Sin duda, también fue atentado contra la libertad de expresión el asesinato de José Couso, periodista, por el impacto de un disparo norteamericano en Bagdad. Y los bombardeos israelíes sobre Gaza –agosto pasado- con cientos de niños masacrados, ¿qué fueron sino asesinatos, terrorismo? Resulta sarcástico ver al señor Rajoy en la manifestación parisina que defendía también la libertad de expresión cuando en España, por una parte, jueces hay -en contra de opiniones gubernamentales- que dieron la razón a pacíficos ciudadanos cuando se manifestaron en torno al Congreso. Y, por otra, periodistas de informativos (TVE) denuncian que el Gobierno pretende “una redacción sumisa y al servicio del poder político […] dedicada a labores de propaganda gubernamental”.

   Simuló en París ser  defensor de la libertad de expresión. Las prácticas, en España.

 

* Publicado con autorización del autor