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viernes, 19 de abril de 2024 10:24h.

Claro que... contigo... somos... PODEMOS y estoy seguro de que Iglesias me daría la razón - por Adolfo Padrón Berrie


“Cualquier poder si no se basa en la unión, es débil.”  Jean de la Fontaine

Claro que... contigo... somos... PODEMOS y estoy seguro de que Iglesias me daría la razón - por Adolfo Padrón Berriel. Miembro de PODEMOS en Gran Canaria y en Las Palmas de Gran Canaria


“Cualquier poder si no se basa en la unión, es débil.”  Jean de la Fontaine

Decía Simón Bolívar: “Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos.” El “Libertador”, como fue rebautizado por su indiscutible papel en la emancipación americana, sabía lo que decía, pues era plenamente consciente de que los enemigos de su misión se encontraban entre aquellos que se obstinaban en mantener a las naciones del nuevo mundo encadenadas al yugo imperialista y no entre los diferentes pueblos de América, ni las distintas facciones que pugnaban por plantear estrategias propias para alcanzar la independencia.

La gente que reclama la construcción de PODEMOS como herramienta política de transformación real espera que esta organización, después de crear la expectación que ha creado,  sea capaz de solventar sus diferencias internas a través de un proceso que garantice su robustez y eso sólo es posible si las dinámicas de confrontación de las ideas se perfila desde valores como la generosidad, la equidad, el respeto y la voluntad de entendimiento.  El sentido común sentencia que nada bueno augura que se imponga la opción del enfrentamiento y mucho menos desde el inmaduro planteamiento de buenos y malos, héroes y villanos, que nos puede llevar a una escalada de desconfianza e intolerancia y que profusamente termina generando tics de sectarismo ramplón e improductivo. De nada serviría el apoyo en las urnas que las encuestas nos prometen si PODEMOS, lejos de convertirse en el fenómeno de masas que está llamado a ser, terminase desecándose internamente y reduciendo su base de participación al club de los “vencedores” resultantes de un proceso constituyente mal enfocado. El éxito y la capacidad de actuación política de nuestra organización no depende tanto de las más que halagüeñas posibilidades electorales en los inmediatos comicios, como de su capacidad de permanencia y continuidad en el medio plazo y para ello necesitamos mantener el músculo de su masa social; desarrollar en todas las esferas posibles canales y espacios de participación que permitan la inclusión de todas las personas y corrientes de opinión que se han dado cita en la construcción de esta casa que pretende ser la del pueblo.

La mayoría de las organizaciones políticas existentes carecen de ese espíritu. Se conforman como estructuras cerradas en las que resulta imposible intervenir activamente sin el visto bueno, sin el apadrinamiento de una élite que controla en su conjunto la propia organización. Son el aparato del partido, los que cortan el bacalao y determinan las reglas que permiten la promoción de sus miembros. La élite puede rotar en función de las interminables luchas de poder que se generan o transmitir el rango por afinidad o como recompensa a la fidelidad mostrada, lo que termina haciendo presa al partido de su propia instrumentalización como vehículo de ascenso individual o corporativo de sus integrantes. Por eso acaban perdiendo toda conexión con la calle, con las necesidades de una sociedad que demanda y espera que de verdad se ocupen de sus condiciones de vida. Por el contrario, los partidos se ofrecen como meros soportes publicitarios desde los que vender los productos demandados a cambio de la plusvalía que genera el voto; las ideas y los programas que les dan cobijo, en simples catálogos destinados a captar el ánimo consumista de los votantes.

La diferencia entre PODEMOS y esas organizaciones tradicionales radicará entonces en que de verdad se ofrezca como una plataforma que permita la implicación activa y masiva de la ciudadanía y eso sólo será posible si no cae en los estereotipos que la lleven finalmente a configurarse como un aparato, cargado de buenas intenciones, pero blindado detrás del derecho de admisión  de un club selecto conformado a modo de  cohortes en torno a lideres temporales, tan temporales como lo llegue a ser la guardia pretoriana que colocan en su derredor.   

El proceso de primarias que venimos desarrollando en el seno de PODEMOS no está resultando precisamente ejemplar en Canarias. El objetivo de ganar se está colocando por encima de la premisa de INCLUIR y los valores de generosidad, equidad, respeto y voluntad de entendimiento, a los que hacía referencia al inicio de este artículo, se han olvidado en un cajón y se están cubriendo de polvo. Las diferencias, que no son tantas, entre unas candidaturas y otras, entre sus programas y proyectos, son presentadas por alguna de esas candidaturas como un enfrentamiento bélico, con un lenguaje y unas actuaciones más propios del hooliganismo que de la confrontación amistosa que cabría esperar. El “o estás conmigo o estás contra mi” se ha convertido para algunas y algunos en el leitmotive desde el que interpretan las relaciones individuales y grupales. Las referencias a la “marca” sirven para separar a unos de otros, como si no formásemos parte de una misma organización o como si hubiese una organización superior dentro de la misma organización general. Este elemento, el de la “marca”, se ha venido usando como garantía de autenticidad hasta el punto de llevarlo a lo grotesco y lo patético; lo primero porque ha servido para sembrar desconfianza y desplazamiento y lo segundo, porque es esgrimido hasta la saciedad, a modo de “bendición papal”, incluso por personas cuya trayectoria política ha marcado un referente en la izquierda canaria. Para colmo, quien tenía que haber jugado un papel conciliador entre las diferentes sensibilidades y modos de entender, se ha convertido en “jueza” y parte, olvidando que “quien quiere ser líder, debe ser puente”.

A todo esto, en el conjunto de las candidaturas hay personas de las que todas y todos los miembros de PODEMOS deberíamos sentirnos orgullosos -lo digo con rotundidad porque conozco a muchas de ellas-, aunque también es cierto que no están todos los que son y que, miradas con lupa,  alguna que otra  no superaría la prueba del algodón. Pero de uno y otro lado hay suficientes mimbres como para constituir magníficos consejos ciudadanos y lo lastimoso es justamente eso, que no se está valorando en su justa medida lo importante: el tremendo capital humano del que disponemos. Muy por el contrario, lo que se traslada al exterior es que PODEMOS no será posible en Canarias si no ganan los unos, frente al conjunto de todos los demás. Tal y como están las cosas, quizás lo más positivo que nos podría ocurrir es que los más auto complacidos no ganen con tanta suficiencia como para pensar que están legitimados para pasar el rodillo y que sean los propios resultados los que obliguen a recuperar la senda del entendimiento mutuo, pues el verdadero enemigo está fuera y la labor que nos espera requiere que estemos perfectamente ensamblados, con todos sintiéndonos parte del proyecto común. Mucho me temo que sólo van a entender ese lenguaje: el de la aritmética.

Sé que mis palabras no serán bien encajadas por algunas compañeros y compañeras, imbuidos como están en el frenesí competitivo. Ya en algún caso hasta se me ha sentenciado que “he tirado mi militancia política por la borda” -como si la militancia de uno fuera una inversión a la espera de beneficios propios y prebendas personales-. Sin embargo espero que sirvan para la reflexión y que, al menos al cierre de estas primarias, recobremos la cordura, porque a algunos se les ha ido la pinza.

“Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.”

Abraham lincoln

Canarias a 8 de febrero de 2015

Adolfo Padrón Berriel. Miembro de PODEMOS en Gran Canaria y en Las Palmas de Gran Canaria.

* Publicado con autorización del autor