Un comunista en el Vaticano - por Nicolás Guerra Aguiar *

 Quienes participamos con frecuencia en medios de comunicación (periódicos,  radio, televisión, redes sociales…) cometemos errores, erramos: es la condición humana. Incluso en el aula: más de una vez me disculpé por alguna incorrección. (Fue magistral lección aprendida gracias al doctor Quirós Linares, integridad profesional, catedrático de Geografía.) 

  Apunto lo anterior frente a la señora Gamarra Ruiz-Clavijo, portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Dijo públicamente: “Ustedes injurian, denuncian y calumnian”, directa mención al PSOE y Podemos durante sus conclusiones finales en la comisión de investigación del caso Kitchen celebrada el pasado lunes.

   Hay momentos puñeteros en nuestras vidas. Sobre todo cuando dejamos que irregulares apasionamientos o perturbaciones anímicas se impongan sobre sosiegos, rigurosos análisis y ebulliciones de las células grises.  Así, sospecho que unos días antes se le había ido el baifo a doña Concepción (tal expresión coloquial canaria debe tomarse con el exclusivo significado registrado por el Diccionario básico de canarismos: ‘Decir inconsideradamente lo que no quería o no debía manifestar, meter la pata’). ¿Y fue metedura de pata? 

  Sí, algo parecido -insisto- debió de sucederle a la señora Gamarra Ruiz-Clavijo cuando su señoría llamó comunista al jesuita señor Bergolio, papa. Mujer de serena apariencia, sus intervenciones públicas no se aproximan a cantineros y vulgares comportamientos de algunas señorías. Muy al contrario: traducen normalmente equilibrios, ordenadas argumentaciones. Pero un día malo lo tiene cualquiera: dos cables que se cruzan y se suelta el imprudente juicio de llamar comunista al papa, máxima autoridad de la Iglesia católica y jefe del Estado Vaticano (¿afirmación acaso calumniosa?) Me recuerda a la Transición, cuando las fuerzas vivas vociferaban “¡Tarancón al paredón!”. Y el señor Tarancón era cardenal, miembro de la RAE y una de las figuras importantes para conectar a la Iglesia con el neonato sistema democrático.

  Digo “imprudente juicio” y digo bien: el señor Bergolio (papa Francisco) había sido -1973 / 1986- superior provincial de los jesuitas argentinos. Durante tales años la cúpula militar dio un golpe de Estado en Argentina (1976), remate de una situación efervescente ya desde 1973. Así, la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) actuaba con absoluta impunidad, doblemente reforzada cuando la junta militar implanta el terror dictatorial a las órdenes del general Videla. Pero no fue la única: las dictaduras militares gobernaron también otros países suramericanos (Chile, Brasil, Uruguay, Bolivia, Paraguay...). 

  Bajo instrucciones de EE UU todas ellas idearon el Plan Cóndor para llevar a cabo acciones contra opositores políticos, intelectuales, sindicalistas, comunistas, socialistas, profesores, periodistas, defensores de derechos humanos… identificados como enemigos por sus convicciones democráticas y la defensa de libertades individuales y colectivas. Sangrientas represiones (agresiones, cárceles,  violaciones, asesinatos y desapariciones en alta mar, cuerpos arrojados desde aviones militares). Los “Archivos del Terror” hallados en Paraguay -1992- hablan de cincuenta mil asesinatos, treinta mil desaparecidos, cuatrocientos mil encarcelamientos... 

  ¿Qué hizo la Iglesia católica argentina? Salvo minorías que apoyaron al grupo guerrillero los Montoneros, inmediatamente reprimidas, guardó silencio. Incluso  “Al principio, fue un apoyo activo […] La cúpula de la Iglesia respaldó el golpe del general Videla encarnado en el titular del Episcopado, monseñor Tortolo […] entusiasta impulsor del golpe de Estado, como un capítulo inevitable de una ‘guerra santa y purificadora’ contra las guerrillas y el marxismo” (Ceferino Reato estudia tales comportamientos en Disposición Final […]). Por contra, en 2013 -ya elegido papa- fue superventas el libro El Papa Francisco [...] de los periodistas argentinos Rubín y Ambrogetti. Según los autores había intervenido a favor de un catequista, veló por la seguridad de dos jesuitas y escondió a unos cuantos sacerdotes (elperiodico.com, marzo 2013). 

  Aunque la señora portavoz acudió presta, alada y veloz a borrar lo publicado en un tuit poco antes, lo cierto es que no despegó a velocidad de vértigo para retractarse de tal consideración “comunista”. Muy al contrario: la borró sin más explicaciones. Pero algunos periodistas de la agencia EFE ya se habían adelantado: toparon con la fuente de información y la propagaron.

  Razones tuvo la señora para tal borrón, pero obvió el reconocimiento de su metedura de pata. Su inicial mensaje antes de la tijera fue osado por impulsivo, arriesgado por impetuoso y excesivamente apasionado: por tanto, roza la  imprudencia. La señora Gamarra llamaba “comunista” al papa por su encuentro con la señora Díaz Pérez, ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidenta segunda del Gobierno español. Y si en castellano no se entiende, valga este otro titular: “Borra un tuit no que chamaba ao Papa ‘comunista’ polo seu encontro con Yolanda Díaz”. 

  Como tales comunistas ambos centraron su encuentro en temas afines y comunes (“comunes” y “comunistas” comparten la misma raíz): la lucha de clases, la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, la creación de asambleas cuya finalidad será la toma del poder por la fuerza…, cosas de reiterada cotidianidad en las audiencias papales pero sin extremismos de comunismo libertario, por ejemplo, a la manera de las hordas chavistas cuya pretensión incluye la desaparición del Estado. 

  Sin embargo cierta Prensa desestabilizadora y de manifiesto rojerío pretendió vender mundos idílicos, ¡malévola tergiversación! Afirma que hablaron sobre milenarias migraciones del ser humano,  destrucción del hábitat desde la perspectiva ecológica, reformas laborales, urgente necesidad de dignificar el trabajo de quienes son explotados por el Sistema -todavía- con sueldos miserables, gratuitas ampliaciones de horarios, contratos – basura, semanales renovaciones de los mismos… 

  Y para remate de cinismos, desvergüenzas en el mentir y estafas a los ciudadanos soñaron incluso con la sangrienta revolución: "Construir un mundo más solidario y más justo solo es posible con diálogo entre diferentes en favor del bien común". (Ideario ideológico que aprovecho para trasladarles contenidos a los gobiernos cubano, nicaragüense, venezolano...) 

  En definitiva: si el señor Casado en el ejercicio de su derecho se reúne con los presidentes del Chile, Uruguay, Paraguay y exige una “Alianza para la libertad”, ¿resulta peligroso que una ministra, vicepresidenta segunda, se entreviste con un jefe de Estado europeo durante cuarenta minutos? (¿O por su inmenso poder y bajo amenazas forzó al Vaticano?)

* La casa de mi tía agradece su gentileza a Nicolás Guerra Aguiar