Buscar
jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

uno de los imprescindibles

Conversando con LUIS SERICHOL  ¡Rebeldía canaria, tan necesaria¡ - por Gustavo Acevedo

 

fr g a lps
LUIS PÉREZ SERICHOL
LUIS PÉREZ SERICHOL

Conversando con LUIS SERICHOL  ¡Rebeldía canaria, tan necesaria¡ - por Gustavo Acevedo



 

El pasado es una morada / que nada ni nadie puede demoler

(…)

Hay quienes imaginan el olvido

como un depósito desierto / una

cosecha de la nada y sin embargo

el olvido está lleno de memoria

Mario Benedetti.



 

Hay personas mayores que acumulan sabiduría. Sabiduría popular. Experiencias de una larga vida que Luis vivió con genio y rebeldía desde sus lejanos quince años. Durante la década de 1960-70 los jóvenes vivían condiciones adversas. La dictadura de Franco ejercía un control asfixiante. 

“Creo que desde joven siempre he repudiado las injusticias sociales”. Luis reclama y continúa con el mismo empeño. La edad y la salud limitan el frenesí, pero no eliminan la intensidad con la que Luis continúa promoviendo actividades y demandando. Fue uno de los promotores y portavoces de la Asociación en Defensa de Pensiones Públicas dignas para todas las personas mayores -y se conserven igual de dignas (y mejoren) para las generaciones futuras-, aclara Luis. 

luis pérez serichol

Sentado en el sofá se descubren ojos serenos, curiosos, tranquilos y observadores. Tras varios minutos de conversación, Luis calla, respira y vuelve su vista hacia los ventanales del salón; durante unos segundos contempla el océano azul. Contempla y respira. 

Durante siglos de las islas canarias manó sabiduría popular. Luis posee y se aprecia.  

Eh, molesta ese ruido, apaga la grabadora Gustavo, me preguntas y vamos conversando y anotas en el cuaderno, como el otro día. Apaga ese cacharro.

Rebeldía juvenil

Folios y folios fui llenando. Escuchaba y anotaba como saltaba de una fecha a otra, de recuerdos juveniles a su llegada a Barcelona, de su enfermedad a la primera protesta sindical tinerfeña que conoció a los dieciocho, de mayo de 1968 a su amargura por la complicidad de los sindicatos, de la transición y los pactos de 1977 salta al 2020 y luego vuelve a las primeras fiestas cuando eran unos pibes quinceañeros. Interrumpía y preguntaba. Eh, Luis, dime las fechas, las fechas, que vuelas y vuelves tan deprisa de una década a otra que no consigo, me despisto. Fechas, dime fechas. Respiraba. Cerraba los ojos y con la frente decía: sí, llevas razón, las fechas, pues anota esta fue en el año… 

Pausas. Salíamos al balcón, respiraba y en silencio contemplábamos las aguas espumosas volcando su energía contra las orillas. Mar y tierra en constante agitación. Las olas iban y volvían hacia nosotros. Respiraba la Fuga de San Diego.

FUGA DE SAN DIEGO
FUGA DE SAN DIEGO

Siendo chavales en el instituto ayudaron en las tareas de una ermita y con el tiempo la ayuda se extendió y, dice Luis, éramos tantos los chavales que nos íbamos del colegio saltando la disciplina horaria que la Fuga de San Diego se convirtió en una forma de protesta que los entonces movimientos juveniles empujaban. La Fuga de San Diego, que así se llamaba la ermita, fue nuestro día de rebeldía. Se expandió por Tenerife y Canarias toda. Un grito de libertad y rebeldía juvenil. Y allí estaba Luis. 

Primera lección

Una lección de coherencia dice que le sobrecogió. Mi primera experiencia directa de una protesta sindical durante la dictadura franquista fue cuando la huelga de trabajadores del transporte, si, no insistas que me despistas, la fecha sucedió en 1966, anota y no te quejes tanto, en 1966 digo, contaba con 18 años y la coherencia de aquellos sindicalistas se me grabó profunda.

COCHES DE HORA TENERIFE
COCHES DE HORA TENERIFE
hoac

Mi padre era afiliado a la HOAC, una hermandad de trabajadores cristianos de orientación progresista y aunque era profesor de física desde el primer día solidario colaboraba distribuyendo bocadillos y comida entre las familias que organizaban las resistencias. Luis participó ilusionado, rebelde, apoyando la huelga de los trabajadores del transporte junto a su padre. La huelga resistió durante semanas siendo mayoritaria ganando simpatías en las poblaciones de La Laguna y Santa Cruz. Las patronal y las autoridades actuaron muy duras y se perdió; la represión fue brutal: toda la plantilla despedida. Toda menos los delegados sindicales. Legalmente no pudieron. Un dilema. ¿Qué harían los trabajadores sindicales? Surgieron dudas. Delegados y trabajadores debatieron y decidieron compartir la misma suerte: en coherencia con sus compañeros se autodespidieron. 

Dice Luis que sería la primera lección grabada que todavía guarda: coherencia y asumir responsabilidades. 

La rebeldía a los 18 contra los abusos del poder, contra tantas injusticias y miserias que sufrían las gentes canarias. Por aquellos años sentía que Tenerife era una isla aislada y yo necesitaba explorar, explica, salir afuera, saltar por encima del océano y descubrir otras posibilidades. Me asfixiaba, dice rotundo. 

El movimiento obrero

TELEFÓNICA
CCOO

Encontró trabajo en Telefónica, una de las grandes empresas con miles de trabajadores en todas las provincias y en 1972 solicitó el traslado a Barcelona y allí participó en las luchas cotidianas por las libertades disfrutando unas relaciones más abiertas y enriquecedoras. Los movimientos populares eran reivindicativos y se movían firmes contra la dictadura. Me incorporé al sindicalismo de CCOO que empujaba fuerte. Entonces CCOO eran un movimiento obrero que agrupaba y reunía a todas las personas y a todas las corrientes políticas opuestas a la represión franquista. Eran organismos unitarios. El sindicato legal era ‘el vertical’. Usaban sus locales. Hacían reuniones y la unidad sindical se establecía desde las mismas asambleas de trabajadores en sus empresas apoyando las decisiones adoptadas por la mayoría. Unidad abierta se establecía con debates previos, libres, donde la diversidad de opiniones se expresaran y todas las propuestas se votaban unas después de otras. Cuando había una mayoría esa opinión era de la asamblea. La unidad era construida por los propios trabajadores comenzando desde las asambleas de sus empresas extendiéndose hacia las organizaciones y sus jefaturas.

 

Coincidencias

Aprovechando una de sus habituales pausas para respirar en profundidad, dije: casualidades de la vida. De los comienzos del sindicalismo en Telefónica tengo referencias directas, pues mi hermano mayor, José, trabajaba en ella. Y recuerdo a su compañero Virgilio y otros cuyo nombre olvidé, y a Pepe Cayo, quien tiempo después se casara con mi hermana, también de CCOO. Luis escucha intrigado y me dice: espera. Se levanta con esfuerzo, respira, y de su dormitorio extrae un poster con la candidatura de CCOO para las primeras elecciones sindicales en Telefónica. Años 1977, 78 o 79, emocionado no anoté y no estoy seguro. El poster contenía algunos lemas, unas cuantas reivindicaciones y las fotos y el nombre de una treintena de (no, algunos menos) trabajadores y entre ellos, di un respingo cuando lo vi, estaba mi cuñado Pepe, Virgilio y alguna otra cara conocida. Nos reímos de la coincidencia. Como diría mi abuela: el mundo es un pañuelo. Coincidimos diciendo: ¡ni por casualidad remota imaginaba que tú y yo conoceríamos gente común de aquellos lejanos años¡ Unas carcajadas, un sorbo de cerveza y continuamos. 

 Ascenso, consenso y transformación 

En inicios CCOO no se construía como si fuera un sindicato, y menos un sindicato ‘laboral’ en el que ahora se ha convertido, no, CCOO comenzó siendo un movimiento global de trabajadores con pensamientos globales, internacionalistas, se llamaban entonces, el movimiento se interesaba por todos los asuntos que afectaban a nuestras vidas cotidianas. Se promovía la autoorganización social en todos sus quehaceres. Todos los problemas eran igual de importantes y merecían atención y el mismo apoyo. Éramos globales, trabajadores revolucionarios internacionalistas. 

LIGA COMUNISTA REVOLUCIONARIA
LIGA COMUNISTA REVOLUCIONARIA

Con estas ideas, eligió organizarse en la LCR. Fue una época esforzada pero recuerda que avanzaba el movimiento popular y según crecía la dictadura perdía apoyos. Fue una juventud rebelde y feliz, dice exultante Luis. Entonces el movimiento obrero no era ‘sindical’, se implicaba en todos los problemas sociales que hubiera en las comunidades. Dentro y fuera, en la empresa, en el barrio, en el pueblo, en la ciudad, en la comarca y a nivel internacional. Hace una pausa y Luis respira, toma aire y cierra los ojos. Hace una mueca y sonríe. Dice que aquellos años…

Cuando CCOO se transformó en un sindicato confederal las ramas primaron sobre el territorio y las empresas grandes fueron desplazando y haciéndose con los altos cargos y el interés por los asuntos territoriales de la comunidad fue disminuyendo. El interés del conjunto de la clase trabajadora fue sustituido por el interés preferente de la afiliación de las grandes empresas. Hoy en día, comenta malhumorado, apenas hay diferencia entre los sindicatos, todos parecen amarillos. Hoy los sindicatos, insiste Luis, aparecen conformando una institución más del sistema. Por ejemplo, remata la idea, en Canarias CCOO defendió que siguiera gobernando Coalición Canaria (CC) ofreciendo ‘estabilidad laboral’ a la oligarquía canaria. La dependencia que los sindicatos adquieren con las administraciones y las grandes empresas de cada lugar impide que libres reivindiquen. 

Qué diferente era entonces el movimiento obrero. En aquella época, continúa, los delegados no se elegían en ‘elecciones’, no, eran ‘elegidos’ en las mismas asambleas. Las asambleas elegían y revocaban según fuera opinión. Las asambleas eran frecuentes y en ellas se abordaban todos los asuntos de interés. Había una gran horizontalidad. Fue una conquista ésta que en Telefónica de Barcelona, por ejemplo, funcionó mucho tiempo. Al final, también se perdió y los ‘representantes’ fueron poco a poco sumando privilegios, extras, sobresueldos, etc., y la dignidad se perdió. La percepción de que la gente sindicalista, aunque discreparas y no compartieras mismas ideas, cuando menos seguridad de que eran personas honestas, honradas. La imagen del sindicalista trabajador que junto a sus compañeros comparte su suerte dejó de ser un ejemplo. No, ahora un sindicato ‘laboral’ gestionado por expertos y profesionales de formación. El sindicalismo se redujo al interior de la empresa, limitado al asunto ‘laboral’. Lo que sucedía ‘fuera del centro de trabajo’ fue perdiendo interés y el sindicalismo territorial, el sindicalismo social, fue menguando y menguando. Arrinconado desapareció. 

Hacemos un descanso y Luis respira. Cansado bebe unos sorbos de agua. Han sido unas horas intensas con recuerdos y reflexiones. Luis agotado. Cierro el cuaderno, guardo el boli y nos sentamos en la terraza. Luis bebe agua y yo abro una cerveza. Conversamos.

Dos semanas después vuelvo a su casa. Una tarde soleada. Antes de ascender a su piso, observo el griterío de los chiquillos en la piscina comunitaria. Hola, Luis, ¿cómo te encuentras hoy? Bien, responde, con ganas. 

Inicio con este comentario: releyendo apuntes de la conversación anterior cuando explicabas los inicios de CCOO tuve la sensación de que… como si fueran sucesos acaecidos siglos atrás, como si hablaras de un mundo del que apenas referencias ni recuerdos e incluso como si no hubieran existido más que en la imaginación de las personas mayores, fantasías de los abuelos. Hace una mueca y dice: ha pasado mucho tiempo, sí. ¿Cómo se torció tanto?, pregunto, ¿qué opinas Luis?

Los liberados y la desconexión

La adopción de ‘los liberados’ hizo mucho daño, dice Luis con acento grave. Son un peligro. Mi experiencia fue que sólo un tiempo. Si necesario, máximo dos años y luego a tu puesto de trabajo. Durante un tiempo fui responsable de Formación Sindical de CCOO-Canarias y estuve liberado a media jornada, lo que obligaba a estar diariamente en el puesto de trabajo. No pierdes la conexión con la gente. El exceso y el abuso han hundido y tantos liberados acabó distanciando a los dirigentes. Se institucionalizaron, se creó una burocracia que dominaron los jefes del PCE y CCOO se convirtió en su correa de transmisión. Desapareció el movimiento obrero y emergió el ‘sindicalismo laboral’ despolitizado, desideologizado. La conciencia de clase fue anulándose y la oferta de ‘servicios’ aumentó. Además, en aquellos años muchos afiliados experimentados se desplazaron a tareas institucionales en Ayuntamientos, Comunidades Autónomas, etc. El movimiento obrero perdió en beneficio de la ‘gestión administrativa’. Este cambio de mentalidad, dice, se inició y lo viví entre los años 1973-74. Las asambleas eran la base organizativa y la clave del movimiento y se celebraban conjuntas hasta en las iglesias. En los locales del ‘vertical’ estaban prohibidas. CCOO fue cambiando y sus consecuencias fueron que las asambleas perdieron poder decisorio y participativo y en poco tiempo se fueron vaciando pues todo lo importante lo negociaban y decidían las jefaturas. Cuando llegué a Barcelona viví el auge del movimiento y conocí el inicio de su declive, que sería largo. Con las primeras elecciones sindicales el movimiento unitario cedió y se priorizó las organizaciones, la representación contable de cada una de ellas, de sus disputas y de sus acuerdos. Hasta hoy. 

Hacemos una pausa. Luis respira y acerco agua a la mesa. Bebe un trago. Digo: ¿Luis, lo dejamos por hoy? Mira el reloj, toma aire y dice que sigamos despacio.

En 1976 aprendí una lección dolorosa que me obligó a una importante reflexión. Fue cuando una huelga de enseñantes que fracasó. Observaron que la participación menguaba y los sindicatos debieron desconvocar la huelga, recoger velas y retirarse con las fuerzas enteras y no alargar una huelga minoritaria cuando la gente se retiraba. Aprendí que hacer y deshacer en esta vida es un arte. Un arte aprendido. 

En ocasiones, Luis sujetaba el ovillo y tiraba del hilo ahondando sus reflexiones. Alargaba las palabras, las frases y se cansaba. Hacíamos una pausa y respiraba. Las explicaciones son importantes y aunque saltara como una rana de una fecha a otra se esforzaba y buscaba una coherencia argumentativa. En mi modesta opinión, dije, el conocimiento no llega como una ‘revelación’ que las personas reciben. El conocimiento requiere esfuerzo. Los fracasos, dijo Luis, requieren tan buenas explicaciones como los aciertos. A nadie agradan los fracasos, pero aprendemos cuando los explicamos. 

Detiene su parlamento, hace una pausa, respira, cambia de tercio y dice: nunca fui consciente de mi edad real. Los años pasaban y nunca permití que me restringieran. Siempre me sentí joven y rebelde. Y con una sonrisa plácida recordó que su hijo decía: mi padre no tiene edad, tiene todas las edades. Recostando la espalda en el silloncito toma aire y gozoso repite: mi hijo decía que…

Años viviendo al límite

Siempre cuestionando las injusticias y preguntando la razón. Luis era locuaz y ganaba simpatías. Anota, Gustavo, yo no pienso que haga sesudas reflexiones, nunca fui excesivo para divagaciones ni teorizaciones, yo sólo recuerdo mis experiencias y aprendo de lo cotidiano. Las reflexiones, digo yo matizando sus palabras, nada obliga a que sean sesudas, abstractas y aburridas; llámalas como quieras, para mí una reflexión sería cuando aprendemos de nuestras experiencias, cuando a uno se le graban, como mencionas en ocasiones, determinados recuerdos, determinadas lecciones.  

 Nos quedamos unos segundos en silencio cada uno pensando en lo que dijo el otro. Se incorpora hacia adelante y dice: recuerdo cuando me incorporé a la LCR, recuerdo que era poco disciplinado, no restaba importancia a las organizaciones, no, por supuesto que no, pero mi tendencia a disponer siempre de mis propios criterios fomentaba indisciplina, por ello, concluye, no soy persona de partido. Sí, las organizaciones y los partidos son necesarios, importantes, aunque yo soplo a mi aire, reitera. Me integré en la LCR al poco de llegar a Barcelona y también al colectivo Solidaridad donde a quienes eran perseguidos por la policía franquista se les ayudaba a evitar la cárcel, en ocasiones cruzando clandestinamente la frontera pasábamos compañeros a Francia. Era una actividad arriesgada. Vivíamos al límite sabiendo que en cualquier momento podías ser detenido, golpeado, condenado a prisión… Siempre en vilo. Años intensos, emocionantes. 

Permanece unos segundos en silencio, suspira profundamente y nuevo cambio de tercio.       

Cuando era un chaval las autoridades nos ordenaban incluso las diversiones adecuadas, hasta la vestimenta se regulaba, vigilando que fueran acordes al canon católico tradicional; la desobediencia se castigaba. Todo eran prohibiciones, castigos. Mis padres eran bondadosos. Luis quería divertirse y promovía festejos y encuentros donde sus amigos y otros quinceañeros y quinceañeras disfrutaban escuchando música, bailando, conversando… ‘a nuestra manera’ dice Luis. Eleva la mano derecha y sonriendo me indica que anote. No me interrumpas y anota. 

Respira. Expira. Luis Inspira.

Agacha la mirada hacia el suelo y muy serio dice: las personas somos repetitivas. Repite: somos repetitivas, repetimos y reproducimos siempre los mismos errores. Los mismos errores siempre, repite. Permanece en silencio, meditando sus palabras. 

Luis, pregunto, ¿continuamos otro día? Pareces cansado y… Levanta la vista hacia la ventana, observa unas nubes lejanas, anaranjadas, se pone en pie y a paso lento camina hacia la terraza, apoya su mano en el marco de la puerta contemplando los rayos solares de poniente que ahora brillan encarnados anunciando la transición (durante unos minutos día y noche habitan juntos). Luis se gira hacia mí y dice: ven, acerca la botella de agua y salgamos a la terraza, ahora asciende la brisa y el aire fresco... Respira. ¿Tienes una cerveza pequeña? Asiente con la mirada y me levanto a por ella. Vuelvo al asiento y abro la botella. 

Serenidad

Luis respira con dificultades. Flaquea. Si te han dicho los médicos que tengas cautela con las corrientes, pregunto, ¿por qué continúas usando la moto? Mientras pueda, responde con una sonrisa pícara, seguiré disfrutando de mis paseos en moto. Pero, si te… No, Gustavo, a mis paseos en moto todavía no renuncio, exclama. Se acerca a la barandilla de la terraza y toma aire, infla los pulmones. Habiendo descartado la operación, pregunto, ¿cómo te encuentras sabiendo que…? No me permite que finalice la frase y responde: estoy tranquilo, sereno, no soy de las personas que dan vueltas y se enredan con las cosas, las acepto y busco soluciones cuando encuentro, si no descubro opciones pues espero los cambios que me deparen, permito que la vida me lleve y cuando el ocaso se avecina… Sus palabras me recuerdan al poeta chileno, interrumpo y digo: sí, confieso que he vivido. Nos reímos ambos a carcajadas disipando la tensión del momento. Ay, dice Luis, no puedo reírme tan fuerte que me ahogo. Recupera fuerzas y continúa. He vivido, dice mirándome fijo a los ojos, una vida como he querido, he disfrutado, he sido feliz y ahora me encuentro sereno. Me voy apagando, lo sé, pero acepto estas circunstancias igual que acepté las anteriores, apaciguado conmigo y con el mundo. Hace una pausa y continúa: sí te diré que estas conversaciones han despertado muchos recuerdos, algunos muy lejanos, son recuerdos agradables aunque yo no acostumbro a dar vueltas a las cosas. 

Retorna a las islas 

Volví a Canarias en 1980. Decidí salir de LCR y mi única afiliación fue a CCOO. Estuve en Formación Sindical unos 4 o 5 años. El ambiente era muy agradable entre las personas que integrábamos el Área de Formación. Y con ganas nos pusimos a la tarea descubriendo que la escasez de medios obligaba improvisaciones y así fuimos aprendiendo sobre la marcha, aplicando nuestros limitados conocimientos de pedagogía entre todos fuimos aprendiendo a reciclar y conseguimos ir elaborando materiales de Formación Sindical antes inexistentes, aprendimos su adecuada difusión. Una experiencia muy positiva, dice Luis. Había gente en el Área de Formación que acumulábamos años de activismo sindical y la experiencia sirvió. Y hubo un debate sobre cómo se construye un sindicato reivindicativo, sobre su funcionamiento. No cómo era, sino cómo debería ser. Unos años de polémica con la dirección de CCOO que ni colaboraba ni apoyaba las propuestas del Área de Formación. La burocracia, dice Luis arrugando la frente. Arrugas que desaparecen en cuanto animoso va recordando las actividades conseguidas. Hicimos un plan de cursos para afiliados y trabajadores. Dónde la gente del área no teníamos conocimientos contratamos monitores para que explicaran los contenidos de los cursos. ¿Qué criterios de selección? Decidimos que no fuera en base a criterios profesionales, no, elegimos a monitores más bien por su compromiso, que fueran honestos y tuvieran espíritu crítico. Criterios así. Había un local muy grande y comenzamos a darle usos agrandando la amplitud del proyecto estrictamente sindical, laboral. Organizamos exposiciones de pintura, recitales de poesías, representaciones teatrales, etc. Abrimos una biblioteca incluyendo literatura clásica, que por aquel entonces editaba El País. Nuestro proyecto era incorporar una formación cultural, una formación integral, en la actividad del sindicato. No sólo los problemas laborales. 

Luis detalla aquella experiencia con alegría. Se fomentaba el trabajo en grupo, dice, y un método frecuente consistía en exponer una pregunta previa y abrir un diálogo, un debate amplio, y luego se contrastaba nuestras sugerencias con los criterios de las personas conocedoras del tema planteado. Fue una experiencia muy fértil. Éramos activos fomentando la participación y siempre hubo gente dispuesta a colaborar, interesada y asistía a las actividades.

Luis gesticula y se aprecia su emoción. Una etapa fecunda. Luis gesticula y acompaña sus palabras moviendo los brazos de un lado a otro. No para. De un brinco se pone de pie, me quedo sorprendido ante su energía y digo: Luis, pero… Ni caso, continúa sus explicaciones y dice: imagina que el salón fuera grande, enorme, y en estas paredes una exposición de pintura donde unos días eran obras de artistas clásicos y otros eran los cuadros que pintaban los trabajadores, unas tardes venía gente que nos ayudaba a observar los cuadros reconocidos que exponíamos y otras venían los trabajadores pintores y comentaban sus impresiones. Una época muy productiva. Imagina.

Concluida la frase se detiene, cesa el baile de brazos y está cansado. Unos pasos y se sienta en el silloncito. Agotado. Respira, inspira, expira. Luis inspira. 

Un viaje por el mundo     

En el año 1998, eh, anota, me dice quisquilloso, cuando cumplí los 50 años me fui de CCOO. ¿Has anotado la fecha?, me repite y sonríe. Tenía pensado que a los 50 cambiaría de rutinas. Seguí afiliado a CCOO pero mis prioridades vitales cambiaron, anhelaba cumplir algunos sueños que por anteriores compromisos y responsabilidades me dificultaron y no pude… Deseaba otras facetas de mi vida tuvieran ocasión de realizarlas, de disfrutarlas. Sentía necesidad de hacer otras cosas. Luis comienza de nuevo a enfatizar ciertas palabras. Sube el tono. Por lo pronto, me dice tajante, durante seis meses emprendí un viaje por el mundo. Disfrutando. Acomoda la espalda en el sillón y baja las persianas oculares. 

Se le nota relajado. Gozoso. Una persona que ha vivido su vida. Recuerdo ahora las carcajadas cuando mencionamos a la par la confesión vital del poeta Neruda. Luis está sereno. Reposado en el sillón abre los ojos y dice: cuando volví del viaje estaba feliz, cumplí un sueño de juventud que por mi sentido de la responsabilidad durante años de compromiso no pude… 

Contra las injusticias sociales que ahogan nuestras ilusiones dice Luis que continúa luchando. Dice que tenemos derechos, que no renunciemos.  

Hay personas mayores que almacenaron y hoy son fuente de sabiduría, de sabiduría popular. Luis sabe y acumula. Ni altanero ni arrogante. Conocía por otras personas que Luis fue activo, promotor y participante en los movimientos reivindicativos de los últimos años. Una persona destacada. Y azuzó mi curiosidad que algunas de estas movilizaciones ni las mencionara en estas tardes de conversaciones. Algunas palabras sueltas, de refilón. Pensé que Luis deseara expresar aquellas experiencias que ahora por la razón que fuere le conmovían. Me dio por pensar, pero no sé… Aunque Luis repetía que no daba vueltas a las cosas era evidente que una persona serena, activa y reflexiva. Luis sabía, no presumía. Este detalle llamó mi atención. Desde que conocí a Luis observé que Luis era observador. 

Repaso las notas por si algún olvido. Era difícil seguir su ritmo saltarín, haciendo piruetas de una época a otra. Yo decía: Luis, más despacio, dime fechas, espera un poco. Luis se reía viéndome tan apurado. Si estuviera encendida la grabadora, replicaba yo enojado. ¿La ponemos un rato? No, contestaba en el acto. No, Gustavo, a una grabadora no hablo ni me salen las palabras igual que cuando conversamos. Estos cacharros… y me decía: anota, tú anota. Con mi tembleito de la mano no era sencillo. Luis colaboraba. Anda, repite que no tuve tiempo para… y Luis repetía las ideas despacio para que yo anotara. Llené folios y repasando en casa conecté unos párrafos con otros según las fechas. 

Luis sabía, sabía que su vida se consumía pero no perdía la templanza ni la ocasión de reir a carcajadas. Luis, dije: eres una persona lúcida y admirable. Me miró y no dijo nada.

Rebeldía canaria tan necesaria

No cumplí lo prometido cuando dije: Luis, redacto estas notas y te mando los folios y quitas, pones y añades todas las rectificaciones que oportunas consideres para que sean tus ideas. Intenté con el ordenador y lo intenté con bolígrafo y papel. Nada. La enfermedad de parkinson y las medicaciones bloqueaban mis neuronas y mi cerebro espeso y aturdido. Obscuro. Fatal. Cabezón intentaba todas las semanas. Terco como una mula campesina me sentaba y decía: de aquí no te mueves hasta que… Misterios de la vida que no comprendo pues de repente un día comenzaron a fluir las letras y días después el río continúo manando. Aproveché la ocasión, no fuera que igual que vino secara, y tras muchas horas diarias con las anotaciones entre las manos concluí y llegué al punto final. 

Dos años tarde. Una espina clavada, otra más. Me consuelo pensando que ‘algo’ de sus conocimientos asome y recibirán quienes lean estas líneas. Luis ofrecía sabiduría.

Vivimos tiempos turbulentos, donde sin aviso acaecen sucesos imprevistos que generan incertidumbres y las esperanzas parecieran secas, marchitas. Tenemos dudas. Todos queremos que salga bien pero sentimos que ‘algo’ no funciona, no encaja. ¿Qué pasa?

Raspando la frente de personas sabias y con el azadón voy haciendo montones de sabiduría popular canaria. Llegan los alisios y leo en mis anotaciones el timbre de Luis siendo pibe: ante las dificultades siempre buscando una salida, siempre rompiendo moldes. Una voz de rebeldía. Rebeldía canaria tan necesaria en estos tiempos de zozobra y confusiones.    

Tenerife, sábado 23 de abril de 2022.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Gustavo Acevedo

 

 

MANCHETA FEBRERO22