El crepúsculo del neoliberalismo - por Xavier Aparici Gisbert

Desde que, en los inicios de la civilización, se implantaron los sistemas basados en la opresión de las comunidades con el ánimo de explotarlas, las élites parasitarias han procuraron asegurar su dominio, naturalizando sus reglas de control y expolio. El recurso de justificar la jerarquía en la naturaleza sobrehumana, por designio divino, del líder en la cúspide, ha sido el modo más utilizado para manipular la credulidad de la gente subyugada. La figura del “gran hombre”, y de su estirpe, convenientemente apoyada en la sacralidad que aportan los estamentos religiosos, asegurada, en última instancia, por las fuerzas armadas de represión, se ha promovido en diferentes culturas y, aún hoy en día, perdura en muchos países.

 El crepúsculo del neoliberalismo - por Xavier Aparici Gisbert, filósofo y emprendedor social *

Desde que, en los inicios de la civilización, se implantaron los sistemas basados en la opresión de las comunidades con el ánimo de explotarlas, las élites parasitarias han procuraron asegurar su dominio, naturalizando sus reglas de control y expolio. El recurso de justificar la jerarquía en la naturaleza sobrehumana, por designio divino, del líder en la cúspide, ha sido el modo más utilizado para manipular la credulidad de la gente subyugada. La figura del “gran hombre”, y de su estirpe, convenientemente apoyada en la sacralidad que aportan los estamentos religiosos, asegurada, en última instancia, por las fuerzas armadas de represión, se ha promovido en diferentes culturas y, aún hoy en día, perdura en muchos países.

Pero en el, en los últimos siglos, más ilustrado y liberal mundo occidental, debido a la tolerancia religiosa conseguida a duras penas en su seno, a la progresiva secularización de sus sociedades y a la instauración del republicanismo, para las clases extractivas las cosas han tenido que ser diferentes. Acercándonos al presente, éstas han debido validar sus privilegios en cuestiones (supuestamente) más objetivas y meritorias, como que la jerarquización está inscrita en la naturaleza humana o que la excelencia en el desempeño es el atributo que justifica a los que llegan a ostentar el poder y a disfrutar de sus mieles. Así, más y más, en el “primer mundo” el mando ha tenido apoyarse en el consentimiento social y demostrarse en la capacidad de los líderes.

¿Y la extracción? ¿Qué argucias, en la actualidad, emplea el sistema hegemónico para conseguir que una minoría exigua siga acaparando los bienes de la naturaleza y los frutos del esfuerzo colectivo sin tino, ni responsabilidad?  La estrategia que utiliza el Neoliberalismo es doble y consiste en, por un lado, desvincular lo económico de lo político y, por el otro, pretender que ello se debe a que la economía, para ser eficiente, debe regirse por unas reglas propias e inmutables. Pero, ese doble engaño, en las sociedades más democráticas, gracias al acceso a múltiple información contrastada, se puede desentrañar, ya que es ampliamente contrastable que, más allá de las pequeñas comunidades autárquicas, la economía solo puede realizarse si las instituciones de poder la hacen posible. Que ni la reciprocidad, ni la redistribución, ni los intercambios económicos pueden darse sin una institucionalidad política que los proteja. Y que no es posible una sociedad justa sin incluir la dimensión económica en esta aspiración.

Aunque la prueba más fragrante del embuste se obtiene, por contraste, de la propia explicación política que la ideología neoliberal hace de los orígenes de la situación económica padecida a escala global y de los medios que propugna para salir de la misma: desde el sistema nos censuran por el exceso de gasto y la falta de previsión, a los que atribuyen la causa del hundimiento económico; nos imponen severos recortes para recuperar el equilibrio y hacer posible que se vuelva a generar riqueza; y nos advierten que el sacrificio y la austeridad -para casi todos- será el único medio para que el “ecosistema económico” recupere su tono y fluidez… Si esto es así ¿cómo es que el 1% de la humanidad ha llegado a concentrar, en plena crisis y como nunca antes, los mayores ingresos de la historia de la humanidad? ¿Tanta riqueza como detenta todo el 99% restante? Para eso está diseñado el Neoliberalismo, para oprimir y explotar sin freno, ni límite. La plena consecución de sus objetivos pone al descubierto su antihumanismo y anuncia su acabamiento. Nos va la dignidad, la paz y la supervivencia en ello.

 

* En La casa de mi tía por gentileza de Xavier Aparici Gisbert, con la colaboración de Francisco Morote, de ATTAC Canarias

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