La desconcertante ausencia del señor alcalde capitalino - por Nicolás Guerra Aguiar
La desconcertante ausencia del señor alcalde capitalino - por Nicolás Guerra Aguiar
Pero no fueron los únicos: desde cineastas a pintores y escultores, con exquisitas presencias de filósofos, investigadores científicos, juristas ilustres, periodistas de rigurosa opinión, intelectualizadas mujeres…, la Generación del 14 ha sido una de las más pródigas españolas en calidad y maestros que desarrollan casi todas las actividades humanas relacionadas con pensamientos, Ideas, raciocinios, europeizaciones… Y a ella, por mérito propio, perteneció nuestro ilustre paisano aunque no figura, es cierto, en listados oficiales. Pero ya se sabe: esquemas ya caducos permanecen y ocultan a un hombre vilipendiado desde 1938.
No obstante, la realidad es tozuda: Juan Negrín partió muy joven hacia Alemania. A los veinte años obtiene la licenciatura en Medicina por la Universidad de Leipizing, de la que fue durante dos años profesor numerario. A causa de la I Guerra Mundial se instala en España y, reconocido por el Premio Nobel en Medicina, Santiago Ramón y Cajal, se convierte en director del Instituto Nacional de Ciencias. Poco después obtiene la cátedra de Fisiología en la Universidad madrileña (fue su alumno predilecto el futuro Premio Nobel de Medicina don Severo Ochoa). Desde esta institución promociona laboratorios e institutos relacionados con la investigación médica (Laboratorio de Prácticas Médicas, Instituto de Comprobación de los Medicamentos…) y crea la Escuela de Educación Física y Medicina del Deporte a cuyo frente pone a otro ilustre científico, el lanzaroteño Blas Cabrera Sánchez, físico experimental y creador del Laboratorio de Investigaciones Físicas… Por tanto, un sabio que nació en la Gran Canaria, en su capital, y cuyo archivo regresa a la Isla para satisfacción de investigadores y estudiosos. Porque Juan Negrín no solo fue presidente de un Gobierno republicano. Fue, además, un científico e investigador de fama internacional que pudo haber terminado en Harvard si Ramón y Cajal no lo secuestra.
Desconozco las oficiales o personales razones que llevaron al señor alcalde a tomar tan desafortunada decisión (descarto, por supuesto, las ideológicas), aunque puedo sospechar algunas sin entrar en profundos laberintos de especulaciones o conjeturas. Y de entre ellas destaco, por ejemplo, las que se refieren a aparentes desavenencias internas –como en cualquier estructura política o social- que llevan a identificar naturales discrepancias personales con determinados comportamientos. (Es decir, a pasiones y prontos de ambas partes frente a objetividades y amplias visiones de la realidad.) A nadie se le esconde que las relaciones entre altos cargos del poder político no son fluidas, está a la vista.
Podría añadir también rigurosos protocolos (impuestos por las personas) en torno a la mesa presidencial. Aquellos quizás, acaso, tal vez, niegan al señor alcalde un puesto en ella. Y tal hipotética limitación, desde mi punto de vista, es excesivamente restrictiva en cuanto que el señor alcalde lo es de la ciudad donde se ubica la Fundación Juan Negrín y, a la vez, en la que nació el investigador y político. Un amigo me apunta que quizás faltó sensibilidad por parte de la presidencia cabildicia, aparente protagonista del acto (a fin de cuentas, el Cabildo pagaba).
Sea lo que fuere, lo cierto es que el señor alcalde no asistió al acto, y tenía que estar en la mesa porque se trataba de un acto de trascendencia intelectual a años luz de personalismos. No puedo pensar, pues, en desavenencias personales, en vacías excusas, en tiranteces institucionales. Pero los indicios me desconciertan sobremanera. Estamos hablando de un científico universal y de Canarias.
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http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=320545