La ruptura entre Unidas Podemos y Sumar se veía venir. Lo raro es que Yolanda Díaz y su equipo más cercano no lo viese así, tan próximo, tan cerca, o (peor aún) le diese igual. La gallega es una magnífica ministra de Trabajo y está llamada a seguir siéndolo de aquí a 2027. Desde el principio, refleja el don de la cara amable de la izquierda, la misma que seguramente cautivó políticamente a Pablo Iglesias para entregarle todo el poder. Desde entonces, han ocurrido muchas cosas (de las que muchas no se habrá enterado la opinión pública) y nos encontramos ahora con un divorcio innecesario, inoportuno y que trae causa de responsabilidades mutuas. Una tristeza para la bancada de la izquierda.
Yolanda Díaz podía haber cedido algo más y entender que la trayectoria de Unidas Podemos desde que emergió tras el 15M y su militancia se merecían un trato mejor o prioritario, han pasado las de Caín. No es IU. Por su parte, Unidas Podemos habría podido presentar alternativas ministeriales que no pasaran obligatoriamente por darle la cartera a Irene Montero. Que podría tenerla pero, visto lo visto, hay razones que la han excluido. Ione Belarra es valiente, y no se ha achantado al denunciar la posición de España en la guerra entre Ucrania y Rusia y, cómo no, pedir medidas enérgicas desde La Moncloa frente al genocidio que Israel está perpetrando contra el pueblo palestino. Había, en fin, margen de maniobra para conciliar.
Los que votaron en las generales esta opción en la provincia de Las Palmas son presa del desconcierto. ¿Lo hicieron por Yolanda Díaz o por Noemí Santana? Los que pusieron en la urna la papeleta de la vicepresidenta y ministra se sentirán totalmente desamparados. Otro tanto les ocurrirá a los que deseaban votar a Unidas Podemos pero en su provincia iba un dirigente de Sumar, IU o la confluencia que fuese. Vamos, un embrollo sobrevenido que ahonda en el desaliento de la ciudadanía de izquierdas.
Todo apunta que la cita de los comicios europeos será el examen para Sumar y Unidas Podemos. Estos últimos pondrán a Irene Montero encabezando la plancha. ¿Y luego qué? Pues el vacío. Porque aun pasando lo mejor en esa competición electoral en la Eurocámara para las dos marcas, no hay espacio para tres formaciones en las Cortes Generales: PSOE, Sumar y Unidas Podemos. El sistema electoral estatal es el que es y penaliza la fragmentación. Es una arquitectura electoral diseñada en la Transición para un bipartidismo, para encima jugar a la sopa de letras. Es tan absurdo e innecesario todo esto que más temprano que tarde se pondrá de manifiesto que Sumar y Unidas Podemos se necesitan.
* Gracias a Rafael Álvarez Gil, a TELDE ACTUALIDAD y a la colaboración de Antonio Aguado