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sábado, 20 de abril de 2024 07:55h.

El señor obispo argentino y su amiga - por Nicolás Guerra Aguiar


Como suele suceder, concuerdo en todo con el criterio de Nicolás Guerra Aguiar: Lo que menos implorta, en la aventura galante del mitrado argentino es, precisamente, su caracter galante.El aspecto bochornoso de esta episodiso protagonizado por una eminencia de esa asociación que predica la pobreza y la caridad, es otro.

El señor obispo argentino y su amiga - por Nicolás Guerra Aguiar

  Leí hace seis días que el papa acepta la renuncia del obispo argentino a quien las cámaras sorprendieron (¿por qué estaban allí?) en una playa mexicana mientras se bañaba con una mujer, inicialmente «amiga de la infancia» pero, al final, persona con la que mantenía «relación sentimental», eufemismo que traduce reciprocidad completa con el otro miembro de la pareja. Las fotos publicadas no dejan lugar a dudas: se trata de una situación que sobrepasa con creces el estadio de la amistad, aquel de la confianza y el afecto desinteresado. Aunque también es cierto que puede entenderse la voz amigo como ‘persona amancebada’: en femenino se usó años ha cuando en mi pueblo, Gáldar, los mayores señalaban a una mujer y decían que era «la amiga» de don Fulano, deformación mental por suerte ya superada.

  Obviamente, que el señor obispo tenga relaciones fijas, accidentales o accidentadas con tal señora es algo que pertenece a su vida privada la cual, por supuesto, respeto. Doctores tiene la Iglesia para tomar decisiones al respecto, pues a fin de cuentas se trata de un miembro importante en su escala de mando, un obispo. Y aunque él sabía que su organización religiosa exige el escrupuloso celibato, o bien se enamoró, quizás se rebela contra la norma impuesta que no siempre definió a la Iglesia o, tal vez, tuvo un desliz. No obstante –con todos mis respetos- me parece fuera de lugar el voto de castidad, pues estimo que el riguroso servicio a la acción religiosa no se ve menoscabado por las relaciones sexuales, muy al contrario, estas ayudarían a serenar desajustes psicológicos, muchas veces directa consecuencia de la abstinencia.

  Pero sí hay algo en el señor obispo que me llama la atención, toda vez que se opone radicalmente al principio que debe definir su comportamiento, el de la austeridad y prudencia en su modo de vida, ajeno a la ostentación material, máxime en sociedades con gravísimas injusticias sociales. Así, por ejemplo, Argentina, país en el cual los desequilibrios sociales son impresionantes, y así lo destacan importantes sociólogos que han estudiado la realidad de la calle, y sus conclusiones son impactantes: hay hambre, miseria, barrios capitalinos absolutamente dejados de la mano de Dios, viveros de futuros delincuentes. Y en la explotación agrícola se mantienen, como en casi toda la América latina, latifundios que semejan fortalezas medievales, semiesclavitudes feudales.

  Lo mismo sucede en México, el país de la playa obispalmente comprometedora. Sin salir de la capital, decenas de barrios cuelgan con miles de chabolas infectadas de indigencias, penurias, gérmenes de sicarios, asesinos a sueldo que imponen su ley con las pistolas de la misma manera que sucede en Medellín, Colombia, cuya descomposición denuncia Fernando Vallejo a través de un personaje nacido en «la ciudad de arriba» y cuya obsesión es el perfecto tiro en la frente, relata en una novela. Y los jóvenes se llaman «de arriba» porque los nacen cerca del cielo, pero caen por las pendientes una vez se matan entre ellos a los doce, trece años.

  En esa América de miserias, hambrunas, miles de asesinatos, virreyes, ilustres familias de insignes apellidos, ejercía como obispo el señor Bargalló, presidente de Cáritas Latinoamericana. Cáritas, hoy refugio de miles de paisanos, abrazo fraternal para quienes buscan un plato de comida, presta la cama por unos días; ayuda si el hombre que callejea necesita ropa, sanidad, afecto y trato humano. La misma Cáritas que se llena de voluntarios cristianos cumplidores, porque saben que esa es una de las funciones de sus vidas, ayudar a que los demás, los abandonados y desperdigados, puedan tener dignidad humana, vida de personas, sonrisas y abrazos quizás pasajeros. (Aunque con la labor de exquisita humanidad de Cáritas intenta chantajear el señor Rouco Varela si se le exigen impuestos por bienes inmuebles a la Iglesia española.)

  Pero ese obispo presidente de Cáritas hizo una parada en su camino y se refugió en un exquisito hotel de lujo, allá en la zona costera de Puerto Vallarda, la misma orilla del Pacífico. Disfrutó de los placeres mundanos que cuestan mucho dinero, lujo para minorías. Y quizás por eso eligió aquel lugar ajeno completamente a sus ovejas, a los hombres de la calle y de la noche que esperan durante horas las largas colas frente a los centros de Cáritas, ahítos de injusticias y desdenes sociales. Sí, es seguro que en aquel hotel de lujo no los encontrarían, a fin de cuentas tienen vigilancia privada, porteros que distinguen al vuelo quiénes son los clientes y a quiénes se les prohíbe la entrada, salta a la vista.

  Mientras, la reunión del Secretariado Latinoamericano y Caribeño de Pastoral Social Cáritas echaba de menos al obispo argentino, y preguntó por él, pero nadie supo contestar, o no quiso, por más que los miles de pesos mexicanos tuvieron que salir de alguna caja fuerte, de una cuenta corriente, cuyo control se supone exhaustivo, riguroso, salvo que el propio obispo fuera el banquero. Y descubierto el reposo del señor obispo, fotografiado y universalizado a través de periódicos, emisoras de radio y televisión, al Vaticano –al menos no me ha llegado otra información- le preocupa más el retozamiento pasional contrario al celibato que la vigilancia de las cuentas corrientes.

   En fin: la aparente inmoralidad del señor obispo no radica, pues, en su pasión carnal, insisto: humano es. Pero sí en su actuación contraria a la responsabilidad que tiene con la pobreza. Y perpleja ver cómo el Vaticano se rasga las vestiduras por su amancebamiento, mas no porque se dilapide el dinero ajeno en residencias de lujo. (Estas se dejan para el destituible señor director general de la cosa exterior del Gobierno canario, a quien le pagamos hotel de 420 euros por noche en Madrid.)


También en:

http://canarias-semanal.com/not/3225/el_senor_obispo_argentino_y_su_amiga/

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=266560