Buscar
sábado, 20 de abril de 2024 01:23h.

Encontrar las Islas - por Teodoro Santana

Nota de Chema Tante:

Teodoro Santana me manda este texto suyo, de 2004, publicado con motivo de la II Jornada de Literatura Macaronésica. Pero sin duda, un hermoso texto que no ha perdido ninguna vigencia. En estos nueve años, han aumentado los motivos de desesperanza, pero no ha disminuido, al contrario, ha crecido, también nuestra razón de existir como pueblo, a la que no renunciaremos. 

Encontrar las Islas - por Teodoro Santana

Venimos de lejos. Somos habitantes de las islas solas perdidas en medio del océano. Cuentan que a ellas nos trajeron los dioses terribles, y luego nos olvidaron. Durante siglos hemos sido invadidos, saqueados, vendidos como esclavos. Hemos pagado el impuesto de sangre, el tributo del miedo, la tasa del olvido.

Hemos exportado vino, azúcar, mujeres, hombres. Nunca pensamiento, ni versos, ni doctrinas. A nuestras playas han arribado fanáticos, piratas, exiliados, traficantes, científicos, comerciantes, asesinos. Por nuestras costas ha pasado de largo la historia. Se nos ha ido. Nosotros mismos nos hemos ido.

Discernimos todo eso. Sabemos que nos reconocen como los eternamente vencidos. Los perpetuamente envueltos en pesadumbre y en tristeza. Aparentamos estar perdidos. Los figurantes estáticos en una postal turística. Los receptores de todas las filosofías, de todas las mercaderías.

Pero prevalecemos. Nos mantenemos en pie, erguidos. Somos los supervivientes. Los obstinados. El acantilado en que baten las olas del mundo. Detrás de la capa de magua y de saudade, tenemos la fortaleza de los irreductibles. La ironía de los que persisten.

Pasan los temporales. Pasan el mar, los hombres, los tiempos. Y nosotros permanecemos. A veces respiramos a medias. Otras veces soñamos despiertos. O nos asalta el desespero a ráfagas. Pero llevamos siglos contemplando el mundo. Aprendemos. Interpretamos. Desciframos. Intuimos. Concebimos. Sabemos. Nos sabemos.

Venimos de una lejana geografía. Venimos de edades lejanas. Vamos lejos. Hablamos suavemente. Sonreímos. Los visitantes vienen y van, pero no aprenden, pues sólo nos ven como exotipos. Nosotros, en cambio, conocemos los matices. Ya que hemos importado todo, nada nos sorprende del todo. Y sin embargo, estamos siempre dispuestos a la maravilla.

Cuando miramos el mar sabemos que es algo más que el mar y que, sin embargo, es sólo el mar. Cuando miramos las montañas, es como si nos miráramos, pues somos parte de ellas. Cuando nos miramos unos a otros, nos reconocemos en un pequeño gesto, en un atisbo. Precisamente porque conocemos los matices.

Algunos de nosotros trazan extraños signos en papeles, cuentan historias del corazón, vuelos del alma, viajes extraordinarios. Porque también nos enamoran las palabras. Las medimos, las sopesamos. Y estas gentes han escrito poemas, novelas, cuentos. Han dibujado el mapa del tesoro de nuestra sabiduría.

Pero este tesoro aún no ha sido hallado. Las islas que han sabido mezclar en el mortero del hombre las historias y el conocimiento de los cinco continentes y los siete océanos del tercer planeta a partir del sol, permanecen perdidas, invisibles para los hombres apresurados que vienen y van por el gran bazar del mundo.

Pasan a nuestro lado, y solo ven islas, playas, sol, palmeras. Aún no han entendido. Pero somos pacientes. Somos bondadosos. Y, por eso, vamos a llegar de una vez a la historia. Vamos a hacernos visibles. Vamos a enseñar a los hombres el camino a las islas, la ruta de la sabiduría. No dejaremos que sigan perdidos.

Y lo haremos a nuestra manera (ya que apreciamos especialmente los matices). En esto están nuestras mujeres. Nuestros hombres. Nuestra poesía. De pie sobre estas rocas, rodeados de distancia y de ironía, estamos los ajenos, los macaronésicos, los isleños. He aquí que existimos. Venimos de lejos. De muy lejos.

 

También en 

http://elguanche.info/Ficheros/encontrarlasislas.htm  (2004)