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viernes, 19 de abril de 2024 08:52h.

Entre honores y distinciones - por Nicolás Guerra Aguiar

  El pasado 24 de junio asistí, invitado por el Ayuntamiento de Las Palmas de GC, al Acto Institucional de entrega de Honores y Distinciones a personas o entidades del Municipio que, en opinión de la comisión municipal y con el refrendo del Pleno, merecieron tal consideración. Meritorios ciudadanos aquellos, sin duda, y también dos instituciones relacionadas con la música: la Agrupación Folclórica San Cristóbal y la Banda Municipal capitalina.

Entre honores y distinciones - por Nicolás Guerra Aguiar

  El pasado 24 de junio asistí, invitado por el Ayuntamiento de Las Palmas de GC, al Acto Institucional de entrega de Honores y Distinciones a personas o entidades del Municipio que, en opinión de la comisión municipal y con el refrendo del Pleno, merecieron tal consideración. Meritorios ciudadanos aquellos, sin duda, y también dos instituciones relacionadas con la música: la Agrupación Folclórica San Cristóbal y la Banda Municipal capitalina.

  También los Cabildos tienen su capítulo de Honores y Distinciones. Así, el de Gran Canaria concedió este año títulos de hijos predilectos, adoptivos, Canes de Oro (¿oro, oro?) y Premios Roque Nublo en seis modalidades una de las cuales, la folclórica, se entregó al profesor don José Yeray Rodríguez Quintana por “decimista e impulsor del encuentro de repentistas de Ingenio”. Pero es que, otrosí, el Gobierno regional concede los Premios Canarias en nueve modalidades y medalla de oro que, con sabia prudencia, ninguno se otorga anualmente.

  Se trata, en general, de actos protocolarios a veces recargados por las continuadas insistencias en torno a los méritos contraídos por las personas y organismos a quienes se distingue con tales honores. Y digo que a veces son reiterativos pues en los programas de mano se leen sus meritorios currículos. Después se proyectan en pantalla gigante imágenes de los premiados y se cuentan sus actividades profesionales y personales. Luego, como portavoz, uno agradece las distinciones y también –es el protocolo- reconoce las valías inherentes. Al final, la autoridad máxima dedica parte de su discurso a más de lo mismo, como si fuera menester insistir en cuáles son las tales virtudes o cualidades de quienes se encuentran sentados en el escenario. (Quizás por esa razón le sobraron unos minutos al señor Cardona, aunque como su subconsciente lo traicionó y le hizo una trastada al confundir cuarenta años en la alcaldía con los cuatro reales, espero que en los treinta y ocho restantes controle su intervención. Yo no estaré, tempus fugit, pero otros vendrán.)

  Lo que pretenden las Instituciones –aparte de algunas interesadas concesiones- es el reconocimiento a personas o entidades que hayan contribuido con su trabajo (profesional,  desinteresado o creativo) a la promoción y tutela de valores que representan identidades municipales, isleñas o regionales, valores que se identifican con el servicio a la sociedad en cualquiera de las variantes. Y aunque fríamente analizado es cierto que algunos trabajan por sus privados intereses, tampoco se oculta que a la vez han creado puestos de trabajo y han sido fuentes productoras de riquezas. Por tanto (y ya digo, salvo perplejantes concesiones), me parece bien que se reconozcan méritos, aportaciones, ayudas desinteresadas o promociones profesionales que han repercutido en beneficio de la sociedad siempre, claro, que no hayan sido obtenidos a costa de esa misma sociedad en detrimento de los generales intereses de nuestros ciudadanos.

  Y aunque resido en Las Palmas, mi esencia como ser humano está en Gáldar. Por eso eché en falta a una persona y a una institución cuando supe a quiénes se les habían concedido los honores de su reconocimiento este año en mi pueblo. Y no es que sobre alguno –en absoluto- de los trece premiados, líbreme Alcorac de tal herejía. Estoy seguro de que la comisión encargada caminó con paso de relajado pensamiento ajena a intereses, beneficios o congratulaciones personales. Sin duda, seriedad, rigor y altísima responsabilidad la llevó a proponer a las trece personas, doce de las cuales recibirán personalmente el reconocimiento por una u otra labor o actividad dentro del Municipio aunque precisamente el ausente, don Antonio Rosas Surís, permanece en el recuerdo desde hace medio siglo, y es bueno que se solidifique el agradecimiento porque se trató del revolucionario alcalde que aisló pueblerinas maneras de ser y elevó a Gáldar a su condición de ciudad.  

  Sin embargo, desde la desapasionada serenidad que me da la lejanía, sigo echando de menos dos distinciones: una, a  Colacho Rodríguez Molina, esencia indiscutible de Los Cebolleros o, lo que es lo mismo, creador del grupo folclórico que ha llevado durante decenas de años ritmos, tonos, sorondongos del Fraile, malagueñas recuperadas, isas y folías, allá donde se le haya invitado y siempre, siempre, con la bandera de su pueblo y el mío –y el de usted, paisano lector- como estandarte identificador. Además, fundó la Parranda Agáldar, la Coral Lírica, el coro infantil… Gáldar, pues, con Colacho Rodríguez se universalizó en sus compases, equilibrios y cadencias y empezó a ser más nombrada desde que aquel joven pollillo veinteañero y hoy sesentón se empeñara en que Los Cebolleros tenían que ser la embajada musical de un pueblo, Gáldar, que aún le debe su reconocimiento.

  Y en su primer decenio de vida, Infonortedigital es referencia obligatoria (para mí, desde las del alba) para saber del pueblo, de lo que su gente opina en libertad sobre angustias y alegrías, tragedias y voladores, e incluso de alterados plenos. Para quienes mantenemos vivo aquel sitio que nos parió a la vida, sabemos desde Gáldar sobre Agaete, Artenara, Arucas, Firgas, La Aldea, Moya, Guía, Teror, Valleseco, pero sobre todo de Gáldar. Es leer el nombre de nuestro pueblo en noticias que escarban ternuras también, diástoles y sístoles de un corazón activo. Es pálpito de palabras que tiende la mano –y esta amplitud de miras lo honra- a los problemas y ansias de seguir siendo de casi ciento veinte mil paisanos.

  Porque infonortedigital ya no es solo un periódico de pantalla: es rigor, desapasionamiento, información veraz y respetuosa, participación ciudadana. Y por eso me fío de él; y por eso decenas de miles de entradas certifican la confianza de diez pueblos grancanarios cuando quieren mirar hacia su interior, día a día.

  No se cubren solo con voluntades diez años de servicio a la información y a la libertad de expresión. Otros han caído en el intento.

También en:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/23605-entre-honores-y-distinciones