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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

¿El eslabón débil en la pandemia está en el Estado español? - por Arturo Borges Álamo

 

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¿El eslabón débil en la pandemia está en el Estado español? - por Arturo Borges Álamo *

sanidad soviética

Dada la gran desigualdad social existente, la experiencia bolchevique constituye un estímulo redoblado para la acción en las circunstancias actuales. 

Llama la atención de observadores y expertos la particular incidencia y repercusión de la pandemia por coronavirus en el Estado español, siendo la más elevada en el conjunto europeo (ver cuadro adjunto). Y es que además de los factores intrínsecos a la infección vírica así como de sus características epidemiológicas en cuanto a su desarrollo poblacional están los específicos factores de una sociedad estructuralmente muy desigual desde el punto de vista de las clases sociales, variables como la vivienda, el tipo de trabajo o el barrio en donde se reside son factores clave a la hora de contagiarse. Sin dudas a tal desigualdad estructural debe corresponder una intervención social y política de transformación estructural, constituyendo respectivamente las llamadas condiciones objetivas y subjetivas de la acción revolucionaria.

En la recopilación del Instituto Tricontinental de Investigación Social vemos que en el contexto histórico de la Revolución de Octubre diversas enfermedades manifestaban sus efectos devastadores en Rusia, el cólera, la viruela, la llamada “gripe española” de la que a fines de 1918 se registraban 150 casos semanales, aunque no era un problema tan grande como el tifus, que llevaba a los hospitales a 1000 casos a la semana. El tifus epidémico causó grandes brotes que mataron a un gran número de personas, transmitido por piojos tuvo una enorme difusión en las condiciones de miseria, suciedad y hacinamiento heredadas de la 1ª Guerra Mundial y potenciadas por la Guerra Contrarrevolucionaria de 1917 a 1923. Fue en esa situación cuando, en 1919, Lenin dijo ante el VII Congreso de Obreros y Campesinos aquello de que: «El socialismo debe conquistar a los piojos o los piojos conquistarán al socialismo». Los servicios sanitarios habían sido nacionalizados y ahora eran gratuitos, esto fue crucial en el desarrollo de un plan para sobrevivir al tifus. Se creó un Comisariado de Salud Pública el 21 de julio de 1918, a cargo de Nikolai Semashko, primera institución de este tipo en el mundo (en EE.UU. no se creó un Departamento de Salud hasta 1953). El Comisariado estaba encargado de asegurar que la asistencia sanitaria fuera un derecho y no un privilegio; su primera tarea fue aumentar de modo  muy importante la provisión sanitaria, la República Soviética rápidamente construyó hospitales y policlínicos, desarrolló la salud pública, y expandió las escuelas de medicina y los institutos bacteriológicos. El Dr. E. P. Pervukhin, comisario de Salud Pública de la Comuna de Petrogrado, decía en 1920: «Se han erigido nuevas fábricas de medicamentos, y se han confiscado grandes cantidades de los especuladores de medicamentos». El ánimo de lucro fue eliminado del sector de la salud.

Quedó establecida la participación de la población considerando que la atención sanitaria no puede ser dejada exclusivamente en manos de los profesionales sanitarios. Semashko sostuvo que había que movilizar a la clase obrera y al campesinado en la lucha por construir una sociedad sana. Los Comités de Trabajadores para Combatir las Epidemias fueron establecidos en 1918 en ciudades y pueblos. Representantes de esos comités difundían información científica sobre salud e higiene, se ocupaban de los baños públicos, monitoreaban a sus comunidades para asegurar que cualquier señal de enfermedad fuera atendida por profesionales médicos. Las medidas sanitarias estaban basadas en controlar la propagación del tifus mediante el control de los vectores (piojos), aislamiento de los enfermos, la educación sanitaria y la utilización de productos químicos. Las ropas de las personas, así como el uniforme de los soldados, eran esterilizadas a vapor para matar los piojos y destruir sus huevos. Se proporcionaron jabones, aceites de coco y trementina, naftaleno y piretrinas que se usaron ampliamente, luego fueron reemplazados por el DDT y posteriormente por los antibióticos. En 1920, Semashko escribió: «Podríamos decir sin exagerar que las epidemias de tifus y cólera fueron detenidas gracias a la labor de los comités de trabajadores y campesinos». La acción popular fue una parte integral del sistema sanitario soviético. Se fortalecieron las medidas preventivas y de salud pública mejorando las condiciones de vida de la clase trabajadora y del campesinado. El Dr. Pervukhin también decía en 1920 que en la República Soviética «todas las viviendas están nacionalizadas, así que ya nadie vive en sectores peligrosos para la salud como sucedía en el antiguo régimen. Por medio de nuestro monopolio de granos, los alimentos están asegurados en primer lugar para los enfermos y necesitados». Por aquel entonces, el Dr. Pervukhin pudo manifestar que «Superamos la gripe española mejor que el mundo occidental».

Esa experiencia es de suma inspiración ante la pandemia actual por coronavirus, incluso para la actuación bajo el sistema capitalista, dándose las condiciones objetivas y  permitiendo potenciar las subjetivas necesarias para la toma del poder y la participación directa de la clase trabajadora y capas populares en «el monitoreo de sus comunidades» que ahora en el contexto actual se llama «rastreo» ejecutado por personas no necesariamente sanitarias y que con el encargo al ejército se está convirtiendo en otro instrumento para la militarización, aprovechando como siempre la más mínima oportunidad para ello. 

Casos positivos por países en Europa

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Por otro lado, aunque el Gobierno PSOE-UP tiene el deber de crear las condiciones necesarias para el desarrollo de una industria farmacéutica pública que produzca y comercialice medicamentos a precios justos, se ha implicado con 190 voluntarios sanos en la fase 2, junto a Alemania y Bélgica, del ensayo de la vacuna Ad26.COV2-S de la compañía Janssen filial de la multinacional Johnson & Johnson que se llevará a cabo en tres hospitales españoles. Hay más de 200 candidatas vacunales en desarrollo en el mundo. Solo 30, la cubana entre ellas, han logrado la aprobación para iniciar ensayos clínicos. Los países que hoy tienen más candidatas vacunales en desarrollo además de Cuba y China, son Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Australia, Japón y Alemania, países con multinacionales conectadas. El Gobierno de PSOE-UP debería atreverse a priorizar la salud de su pueblo y a desmarcarse de la industria farmacéutica uno de los poderes fácticos del neoliberalismo capitalista, no apostando por las vinculadas a multinacionales. Pero por lo visto es mucho pedir.

Desde las posiciones rupturistas y anticapitalistas tenemos que ser capaces de emprender una lucha que transforme esta situación, dirigida a exigir el carácter público de la vacuna a quien la fabrique y a que los gobiernos garanticen una distribución equitativa y democrática. En cualquier caso para defender en primer lugar a la población vulnerable la medida realmente transformadora sería nacionalizar la industria farmacéutica y para ello, aunque en el Estado español se den las condiciones objetivas, debemos trabajar mucho las subjetivas para confirmar que efectivamente es el eslabón débil en la pandemia.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Arturo Borges y la cortesía de HOJAS DE DEBATE

https://hojasdebate.es/sanidad/eslabon-debil-pandemia-estado-espanol/

arturo borges álamo

HOJAS DE DEBATE

 

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