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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Esperanza Aguirre, o sea, Belén Esteban - por Amparo Navarro

Las dos lideresas populares y populacheras son personajes histriónicos y recurrentes en los medios, aunque el único mérito reconocible sea saber sobrenadar en las miserias de sus historias. Ególatras insufribles ambas, se jalean con desvergüenza y chulería frente al posible enemigo crítico. Utilizan la empanada mental que su corta pero avispada inteligencia les brinda, para atacar con desparpajo insultante a todo aquel se ponga por delante, al mismo tiempo que exhiben su moral rancia, con barniz de modernas de barrio.

Esperanza Aguirre, o sea, Belén Esteban - por Amparo Navarro *

Las dos lideresas populares y populacheras son personajes histriónicos y recurrentes en los medios, aunque el único mérito reconocible sea saber sobrenadar en las miserias de sus historias. Ególatras insufribles ambas, se jalean con desvergüenza y chulería frente al posible enemigo crítico. Utilizan la empanada mental que su corta pero avispada inteligencia les brinda, para atacar con desparpajo insultante a todo aquel se ponga por delante, al mismo tiempo que exhiben su moral rancia, con barniz de modernas de barrio.

Una en política y otra en la prensa del corazón, con una aparente y simpática puesta en escena, obtienen adoraciones y sumisiones de fans que aplauden sus despropósitos y que comulgan con la doble moral casposa que las arropa. siempre con un "yo" por delante en cada frase: "YO, destapé la Gürtel", "YO, por mi hija mato"... sin el más leve sentido del ridículo y sin medida, todo sirve para embestir y reafirmarse en proclamas sobre sus méritos y creencias, algo que produce malestar e incredulidad incluso. Sorprende, cuando no asusta, que con tan escaso y desagradable bagaje personal los medios sean capaces de fabricar semejantes ídolos de barro. 

Provocando curiosidades morbosas, ambas son perseguidas por cámaras y micrófonos que dan relevancia y espacio a su descarada insulsez reaccionaria. Una, protagonista estrella de cotilleo de patio de vecinos, la otra, aspirante a seguir mandando en Madrid y quizás, a hacerse con el puesto del jefe si se brinda la oportunidad oportuna. Las dos disfrazan sus imágenes con pretendidas cándidas inocencias para acallar los secretos a voces. Mandonas prepotentes, condesas descalzas, princesas del pueblo, tratando de resultar graciosas y simpáticas para negociar contratos y puestos ventajosos por el espectáculo que brindan.

Pero sI bien "la Esteban" resulta bastante inocua, por formar parte expresa del circo, "la Espe", por contra, al pretender un cargo público, tiene el peligro de conseguir que haya ciudadanos y ciudadanas a las que, por desinformación o intoxicación alienante en los medios ignoren lo que es meridianamente claro: su responsabilidad política en la corrupción madrileña (tiene una "gracia" para designar cargos que no se la puede aguantar).

Corrupción que brota y rebrota con raíces vigorosas del pantano del PP madrileño, a la vera de una simpar, hasta ahora, Esperanza Aguirre que: no supo, no se dio cuenta, no conoció, no nombró, no apoyó, no avaló, no indagó, no se preocupó, no le contaron, no se enteró... de que robaban a manos llenas el dinero público los talentosos amigos a los que promocionó y encubrió con su pizpireta sonrisa impertérrita y su mejor cara de: YO no he sido.
 

Amparo Navarro

 

* Publicado con autorización de la autora