Exabruptos pasionales de la señora Cospedal - por Nicolás Guerra Aguiar
Exabruptos pasionales de la señora Cospedal - por Nicolás Guerra Aguiar *
La señora Cospedal es la ministra de Defensa del Gobierno español. Sin embargo, su tarea como máxima responsable del Ministerio no consiste en dirigir al Ejército en caso de conflicto bélico, por suerte hoy inimaginable: tal función corresponde a quienes visten el uniforme. Pero debe de haberse identificado tanto con su compromiso ministerial que a veces rompe la lógica de las cosas… cuando no ordena el ¡fiiiirmes, ar!
Así, en algún momento apunta contra ciertos ciudadanos no afines; abandona razonamientos, coherentes argumentaciones y carga figurados fusiles por la culata, como los galdosianos de La desheredada. Deja de lado, incluso, su condición de persona aguda y razonadora.
Con lo cual, simbólicamente, se asemeja al T-14 Armata (carro de combate o tanque ruso) y al Leopard 2 alemán, ambos con terrible poder destructivo. Otras intervenciones la aproximan –también metafóricamente- a los misiles Patriot tipo 104. Por tanto, a veces aparece con amargo sabor la palabra muerte. Pero siempre relacionada con quienes reclaman responsabilidades políticas -y judiciales, si las hubiera- a sus compañeros de partido.
La Ciencia médica (autopsia) sentenció poco después y echó por tierra tales insinuaciones sobre periodistas y otros: “Grave problema de cirrosis irreversible, uno de los detonantes principales de su muerte”. Así pues premoniciones, conjeturas, contactos con el más allá o fórmulas celestinescas de laboratorio cayeron por su propio peso. Además, no fueron periodistas o políticos de la oposición quienes llevaron a la señora Barberá ante los tribunales: esa acción corresponde a estamentos judiciales. Y a sus señorías toca el archivo de la causa o su tramitación. Señorías, debe recordarse, miembros de la misma institución judicial que ordenó el encarcelamiento del Gobierno catalán.
Pero grave no significa mortal, en absoluto: la señora Cifuentes se recuperó al paso del tiempo (visibles son algunas secuelas). Lo cual, según la esquela mortuoria de la señora Cospedal, puede llevarnos a un sinsentido: permanece entre nosotros cual espíritu imperecedero; o acaso es tal el apego a su altísima responsabilidad política que no murió a pesar de haber sufrido “un accidente de tráfico mortal”.
Por los casos expuestos, estimado lector, uso la construcción “exabruptos pasionales” (‘salidas de tono por efecto desordenado del ánimo’) cuando titulo este artículo. La muerte inesperada de una amiga (señora Barberá) y las portadas de periódicos con noticias sobre la mar de fondo en torno al máster de otra (señora Cifuentes) pueden llegar a aturdir la capacidad de raciocinio y estabilidad emocional. Por tanto, que la señora Cospedal presagiara infarto donde hubo cirrosis y considere accidente mortal el sufrido por la actual señora presidenta de la Comunidad madrileña son solo desajustados pareceres.
Sin embargo, la profesional disposición de eldiario.es a investigar y publicar aparentes anomalías de un personaje público (“una personaja” suena a ofensa al honor) no puede exacerbar la serenidad de la señora ministra, muy rigurosa y clarividente mientras pasa revista de rojo y azul, como la tropa. Por tanto, mantengo la suposición: hubo en su ánimo cierto redoble de tambores que la desestabilizó apasionadamente. Pero las sospechas sobre el máster (reforzadas por contradicciones, aparentes incoherencias, declaraciones de testigos…) no son acusaciones, en absoluto, sino constataciones. Y hasta el momento, no rebatidas.
Nadie, pues, atentó contra el corazón de la señora Barberá. Ni mucho menos contra la vida de una muerta: “Los muertos que vos matáis / gozan de buena salud”.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar