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domingo, 28 de abril de 2024 00:00h.

Felipe Baeza, el ensayista que no quiso ser poeta - por Nicolás Guerra Aguiar

Es el mediodía cargado de luz, aunque no el “Crepúsculo en Tamadaba”, soneto de Felipe Baeza Betancort que regresa las gaviotas a sus nidos. Me mira de frente en el silencio del Gabinete Literario y fija con bonhomía la atención en mis palabras

Felipe Baeza, el ensayista que no quiso ser poeta - por Nicolás Guerra Aguiar

   Es el mediodía cargado de luz, aunque no el “Crepúsculo en Tamadaba”, soneto de Felipe Baeza Betancort que regresa las gaviotas a sus nidos. Me mira de frente en el silencio del Gabinete Literario y fija con bonhomía la atención en mis palabras. Son voces que excusan por enésima vez mi desconocimiento de su estudio –genial ensayo literario- sobre La voz a ti debida de Pedro Salinas, uno de aquellos intelectuales bautizados como Generación del 27, aunque quizás sea más prudente llamarlos Grupo Poético del 27. (También Jorge Guillén, el íntimo amigo de Salinas por cuya influencia consiguió la cátedra de la Universidad murciana frente a Valbuena Prat, a quien enviaron a la Universidad de La Laguna. Demos gracias a los hados).

   Cuando digo que La amada más distante. Ensayo sobre… es un ensayo literario (como ensayista firma su “Discurso a la isla de Gran Canaria”. 2004), nada nuevo aporto en cuanto que el propio Felipe Baeza así lo denomina. Y no lo hizo por vanidad o pose, comportamientos justificables cuando se tienen los veintipocos años de su edad, aunque la edición de El Museo Canario esté fechada en 1967. Él lo llama ensayo y acierta con rigor, ¡claro!, pues el trabajo de un quinquenio  consigue desarrollar la idea fundamental del analista, expuesta en su Introducción: “Es un intento de reducir a cauces lógicos, a ordenado sistema, un fenómeno esencialmente  asistemático e ilógico, cual es el de la creación poética”.

   Y parte de una afirmación rotunda, contundente, que a la vez significa un amplísimo campo de lecturas poéticas, estoy seguro de que todos los versos que escribieron los componentes del 27. (Sus precisas e inteligentes observaciones sobre Poeta en Nueva York –Lorca-, por ejemplo, muestran la exhaustiva lectura, la concreción en su estudio, el análisis minucioso y desapasionado.) Porque hay que tener mucha seguridad para escribir en la primera página que la despersonalización o abstracción que aplica Salinas en su obra “no es característica exclusiva suya, sino un fenómeno común a la generación del 27, a diferencia de lo que ocurrió con la generación posterior […]”. Y cita como ejemplos a Luis Rosales y Miguel Hernández, componentes de la Generación del 36. Tal sucede en El rayo que no cesa: “Miguel Hernández, a pesar de llamarse barro, se sigue llamando Miguel”.  Por tanto, tampoco se le escapó –Felipe Baeza es un hombre de exquisita formación intelectual- la producción poética del 36.

   La voz a ti debida es un libro muy complejo, de difícil acceso en cuanto que no se puede estudiar aisladamente: forma con Razón de Amor y Largo Lamento un ciclo amoroso de grandísima amplitud y profundidad, tal como lo define Jorge Guillén. Y porque este prologuista de sus Obras Completas no cita el ensayo de Felipe Baeza, estoy seguro de que no lo conoció. Sin embargo Soledad Salinas, hija, lo menciona dos veces en el prólogo a una edición de bolsillo de La voz a ti debida. (Hombre prudente y recatado, nada comenta cuando le digo que es conocido fuera de la Isla, pero aquí no.)

   El profesor Antonio Henríquez Jiménez me había hablado sobre las traducciones que Felipe Baeza hizo de poetas ingleses y checos. En efecto: como si de algo pasajero o acaso sin rigor se tratara, me entrega el novel poeta otras dos publicaciones suyas, de 1969 y 1970, respectivamente: Diez poemas checoslovacos (traducidos inicialmente al inglés) y 50 Poemas Ingleses. En el prólogo a la traducción inglesa redescubro a aquel poeta novel que es el propio Felipe Baeza en su absoluto dominio de la poesía anglosajona, como lo es de la española desde los iniciales balbuceos del verso castellano. Así, un recorrido desde el siglo XVI hasta el XX recrea escogidos poemas. ¿Que por qué aquellos cincuenta autores y no otros? Quiso eludir cuanto hay en la poesía inglesa “de simplemente esteticista, y acudir allí donde se enciende un destello de humanidad verdadera”. (Pero, ¿quién es capaz de seleccionar cincuenta poemas entre miles y miles de ellos no ya por simples gustos personales sino, y sobre todo, por contenidos, perfectas estructuras, conocimiento desde dentro del lenguaje poético? Estoy seguro de que sólo un poeta, aunque sin títulos en las librerías.) 

   Porque Felipe Baeza me habla con absoluta y relajada seguridad, la misma que se refleja en el dominio técnico (sus estructuras sonetiles…), juego estilístico, inteligente osadía con las figuras, bellezas formales y de contenido. “La poesía, como todo el Arte, es una aproximación oblicua a la realidad, la que captamos en visión perpendicular”. (¿Es, acaso, la visión diafenomenal de Pérez de Ayala con la novela?) “Es instrumento que sirve para desentrañar lo que está más allá de la realidad visible. Y el poeta es una aproximación a un aspecto de la realidad”. (Y ejemplifica con versos de Vallejo.)

    Por eso Felipe Baeza crea poesía en sus sonetos: Ni siquiera esa sombra anaranjada / con que despide el mar al sol poniente. O las rosas que encendí, las amapolas / de abril reverberando sobre el prado. Y cuando la amada toca la lira bajo el laurel, Un humo blanco hacia el azul aspira, / y el tralalira de la lira instaura / una nostalgia que la tarde inspira. O en el poema dedicado a Keats (“Keats house”): Suena la campanita de la media / sobre el otoño antiguo de tus cartas, / y un eco de palabras amarillas / por los muros se arrastra.

   Los sonetos y otros poemas de Felipe Baeza que manejo (muy pocos) reflejan dominio de formas, estructuras, contenidos y de las tradiciones poéticas líricas en lengua española con especial detenimiento en el Barroco (uno de los lenguajes más complejos y oscuros, como el propio XVII). Así lo reconocieron las revistas “Poesía española” (1958 /1959), del Ateneo de Madrid; “Gánigo” (dirigía Emeterio Gutiérrez Albelo), Tenerife; “Punta Europa”, Madrid (al frente, el aruquense Vicente Marrero), que publican algunos poemas baecianos. Y tres dibujos suyos ilustran la Revista de Poesía Piedra del Molino (número 19, otoño 2013), editada en Arcos de la Frontera.

   Pocos poemas, sí, pero de grandísima calidad. Yo estoy absolutamente convencido de que Felipe Baeza, por sencillez y modestia, pero sobre todo por exigencias y seriedad, no ha querido publicarlos. Pero es el momento de que cierre contrapuertas y recree poéticamente para que sus paisanos sepan de él como poeta, tienen derecho a una obra de calidad, esplendor que dejaste en tu universo, tal escribe en “Nocturno”. “Novel”, se define. Aunque de exquisita sensibilidad y savia. 

También en:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/27882-felipe-baeza-el-ensayista-que-no-quiso-ser-poeta

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=323228