En el gobernar, mis amigos, no todo vale - por Erasmo Quintana
En el gobernar, mis amigos, no todo vale - por Erasmo Quintana *
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Esta vez ha sido en la Iglesia de Saint Adalbert, en Pittsburgh (Pensilvania), donde al parecer había un monaguillo al que solicitaban muchos sacerdotes. Pero había sido antes en Boston y un suma y sigue, pues en EEUU se puede decir que es algo generalizado. 70 años de abusos sexuales, según el Informe del Gran Jurado. Allí se estima que al menos hay un millar de víctimas de abusos y sobre 300 sacerdotes pederastas. Ante esto, la primera reacción de la cúpula eclesiástica es que son persecuciones a la institución de la Iglesia, y cuando admiten la evidencia elaboran unas consignas para quitarle el dramatismo en lo posible, llegando a decir el disparate que “...aunque un sacerdote esté violando a un niño, proporcióneles casa y cubra sus gastos.”
El Papa Francisco, con todo esto tiene tarea más que suficiente, pues ha sido el único inquilino de la Basílica de San Pedro que no ha hecho como sus antecesores (a alguno lo han elevado recientemente a los altares): ocultar este crimen que se hace a un niño indefenso. Lo último es que todos los obispos chilenos han presentado su renuncia ante Francisco por sus escándalos de pederastia, al tiempo que muere el cardenal de Boston, Bernard Law, encubridor de uno de los mayores casos de abusos infantiles a nivel mundial.
34 obispos chilenos dimisionarios y el finado Bernard Law
También antes de ayer expresaba mi extrañeza por la noticia de que Pedro Sánchez condecora al Ejecutivo saliente del PP, nada menos que con la Orden de Isabel la Católica y de Carlos III, partido que fue echado a patadas del Gobierno por las demás fuerzas políticas que componen el arco parlamentario (menos Ciudadanos) por su largo historial de
Si con lo anterior mi perplejidad es grande comprobando que estas noticias, con lo importantes que son, no tienen mayor trascendencia en la opinión pública (ni prensa, ni radio, ni televisión, se han hecho eco de unos temas tan delicados) me llama poderosamente la atención; con lo de la esposa “mejorada”, que nadie diga nada, como poco, repito, me sorprende. ¿Qué nos está pasando? ¿Que estos tejemanejes gubernamentales los tenemos asumidos como normales, o como inevitables, dado el grado de corrupción al que asistimos con su omnipresencia? Lo malo de esto es que nos estamos acostumbrando tanto al mal olor, que acabamos por no percibir el irrespirable mal olor.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana