Grandes cosas estamos viendo. ¿De qué va la Casa Real? - por Erasmo Quintana *

El domingo pasado, -no puedo precisar la hora- mientras revisaba las noticias en Facebook, me tropecé con la imagen de nuestro joven rey Felipe VI, sentado a una pequeña mesa y enviando un mensaje en un tono que ya conocemos de advertencia “por lo mal que va España” en cuanto a los últimos acontecimientos políticos. Tuve que restregarme varias veces los ojos ante la incredulidad de lo que estaba viendo. La línea de su intervención parecía redactada por Vox y el Partido Popular. Hacía hincapié en el extremo peligro que la futura investidura del nuevo presidente del Gobierno suponía para la integridad de la nación española. Advirtiendo esto muy serio a los ciudadanos en general, pero sobre todo y en particular, al pueblo catalán. A un lado y a pie de imagen aparecía una nota que decía -más o menos- que la Uno de TVE se mostraba reticente a divulgar lo que estábamos presenciando. Hasta hoy, no ha habido desmentido por la Casa Real.

Como es lógico, a partir del momento en que vi al monarca en una imagen que tenemos en la retina, repetida por el Emérito en sus felicitaciones navideñas, incluso en las del hijo, que también están en la memoria, sermoneando a los españoles díscolos según sus intereses, a partir de ese momento estuve atento a si aquello que tanto me sorprendió aparecía en las noticias del día. Para mi sorpresa, no lo vi en ninguna parte periódicos locales ni de tirada nacional. Entonces ¿qué pudo ser aquéllo? ¿Algún acuerdo de la Casa Real con los partidos de la extrema derecha y la derecha extrema de PP y Vox? ¿Lo hizo Felipe VI por su cuenta y riesgo, sin el consentimiento del Gobierno en funciones, como habitualmente suele suceder en las intervenciones públicas de la Corona? Un tupido velo se cierne sobre esta más que curiosa intervención pública del joven monarca a “su pueblo”. Ya han pasado días y nadie lo ha comentado para bien o para mal. Sucedió, ¿fue un montaje? (yo pude verlo, debatiéndome en la incredulidad), al igual que muchos serán los que también lo visionaron, igualmente sorprendidos, porque la cosa no era para menos.

El pueblo catalán está de actualidad; entre otras cosas interesantes, una multitud ha celebrado la Diada y en su número no hay acuerdo (como siempre) pues la policía cifra cerca de 200.000, mientras la organización  sitúa la asistencia en 800.000. La cuestión política en el país catalán está más que calentita, pues Carles Puigdemont está a por todas, lo “máximo”, mientras la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aclara que tanto JxCAT como ERC, son conscientes de los límites que tiene Sánchez por la Constitución. “Pedro Sánchez ha hecho lo que ha podido”, dijo Puigdemont, expresión que tranquiliza al presidente cara a la investidura. Todos convendrán que el mismo tiene por ley unas atribuciones y otras que no, pues la ley así lo contempla. Las concesiones que hizo Aznar a Pujol estaban bien; si hace lo mismo Sánchez, “España se rompe en pedazos”. Además, las derechas se dicen: “A mar revuelto ganancia de pescadores”, usando el miedo paralizante a los españoles como forma de llenarlo todo de basura y

lodo, sabedores de que el fin es seguro que así lo consiguen. Lo evidente es que Feijóo y toda la derecha están desesperados por llegar al Gobierno, pero la pregunta que cabe hacernos es ¿para quiénes quieren gobernar? Ya sabemos lo que el PP hace cuando vienen las cosas torcidas: las crisis las pagan siempre el pueblo llano, sin importar quién esté al frente: Aznar, Rajoy o Feijóo. Van a gobernar para beneficio propio y ayudar a sus amigos de clase, ricos o milmillonarios, nunca para los estratos más precarios, vulnerables y necesitados de esta sociedad. 

El desencuentro de los barones con la dirección del PSOE trae cola, y soy de los que aseguran que Felipe y Alfonso nunca fueron “socialistas”. Su militancia en el PSOE ha sido una completa impostura. A González empecé a conocerlo a poco de convertirse presidente del Gobierno allá por los ochenta del siglo pasado, provocando una de las huelgas generales más importantes por sus políticas conservadoras. González y Guerra nunca se “mascaron”, pero ahora, oponiéndose a su partido y dando carnaza a las derechas, parecen dos niños malos que disfrutan haciendo travesuras.

Y el PP por su lado, como siempre a los suyo: el alto Tribunal y los jueces del PP llevan el doble de años sentados en los sillones, porque a los conservadores es lo que les interesa: tener a la Justicia de su mano y servil. Así, son los primeros en saltarse la Ley junto a sus compinches. No gobiernan, pero el poder es de la derecha. Además, con su maquiavelismo amarran por aquí a periodistas y medios de comunicación y por allá a la Justicia del más alto nivel, al estilo de la mafia, como si siempre estuvieran gobernando. Y por otro lado, algo positivo: nuestro país es la avanzadilla de las políticas social-humanitarias dirigidas a la mujer víctima de la ancestral cultura musulmana, pues el español lleva la sombra de mezquitas que duró 800 años.

Al amplísimo sector de la población que más ayuda y atenciones demanda, por parte de los Populares no están ni se les espera. Ellos faenan con frenesí en “sus propias cosas”, que curiosamente no son las del pueblo llano. Fijémonos bien, queridos amigos, que esto es así; pero lo malo es que siempre suelen contar con el apoyo de gente que no tiene dónde caerse muerta. El filósofo y psicólogo social alemán Erick Fromm, este fenómeno (que tanto se da) ya lo trata ampliamente en su libro “El miedo a la libertad” de 1941.

* Gracias a Erasmo Quintana