Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco - por Ramón Armando León Rodríguez
Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco - por Ramón Armando León Rodríguez *
No estuvimos mucho tiempo en la cárcel, no recuerdo los días, pero no llegó al mes. La estancia en la prisión fue bastante monótona; nos levantábamos a primera hora de la mañana, los funcionarios hacían el recuento por si faltaba alguien y acto seguido nos íbamos a desayunar. Después del desayuno nos dedicábamos a pasear de un lado al otro del patio en constante monotonía, hasta que llegaba la hora del almuerzo, comíamos y continuábamos con nuestros paseos. Cuando llegaba la noche cenábamos, otro recuento y rápidamente nos íbamos a las celdas. Las celdas eran para cuatro personas, median aproximadamente, cinco metros de largo por cuatro de ancho, dos camas literas a la derecha y dos a la izquierda; y en medio al fondo, un inodoro. Indudablemente, cuando alguien tenía que evacuar, (expeler un ser orgánico humores o excrementos), los olores no eran de rosas precisamente, pero dejemos esta conversación «escatológica» y centrémonos en otras vivencias.
Para no aburrirnos dentro de la celda, hicimos unas piezas de ajedrez con migas de pan, de tal manera que las blancas eran del color natural de la migas y para las negras mezclamos las migas con cenizas de cigarrillos y el tablero lo hicimos con un pedazo de cartón. En definitiva, esto nos sirvió para entretenernos y pasar el tiempo lo mejor posible durante nuestra corta estancia en el centro penitenciario.
Capítulo anterior:
Historia de un represaliado del franquismo – (I) Mi primera detención
* En La casa de mi tía por gentileza de Ramón Armando León Rodríguez
Foto "Prisión de Barranco Seco", de Agustín Miranda Armas: Las Palmas Ayer y Hoy