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jueves, 18 de abril de 2024 19:22h.

Juntos participaron en actos políticos, veladas literarias, reuniones con obreros.

Homenajes de Vargas Vila a José Martí - por José Antonio Quintana

 

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Homenajes de Vargas Vila a José Martí - por José Antonio Quintana, historiador, periodista y editor *

josé maría vargas vilaEl colombiano José María Vargas Vila (1860- 1933), en su tiempo, era el autor más leído, afirman varios académicos y contemporáneos suyos. Escribió 27 novelas, relatos de viaje, obras de teatro, notas de historia y de estética, conferencias, artículos de crítica y ensayos políticos.

 

Aunque sus narraciones de ficción, de temas amorosos, lo hicieron muy popular, él prefirió, como género literario, el panfleto que utilizó para criticar el expansionismo estadounidense, las dictaduras latinoamericanas, el fanatismo religioso y a los gobiernos conservadores.

Sus enemigos, políticos y literarios, le llamaron el “pornográfico”, “satánico”, el “desnaturalizado”, el “bastardo”, entre otras “perlas”. Expulsado de Colombia, Venezuela y Estados Unidos, muchas de sus novelas fueron prohibidas.

CON EL APÓSTOL EN NUEVA YORK

Viajero incansable, conoció a José Martí en Estados Unidos. Surgió entonces una amistad, basada en la admiración mutua. Eloy Alfaro, el líder ecuatoriano, presentó a los dos ilustres. “Era en Nueva York, en 1892 —dice Vargas Vila—. Martí era Cónsul General de la Argentina en aquel Puerto, y publicaba su periódico Patria; yo había llegado a aquella ciudad para fundar mi revista Hispano-América”.

martí vargas vila

Juntos participaron en actos políticos, veladas literarias, reuniones con obreros. Vargas Vila, en una semblanza del Apóstol, expresó: “El brazo derecho llevado atrás, colocado sobre los riñones, como si ocultara el carcaj repleto de sus flechas, la izquierda levantada, como si fuera a clavar en tierra una bandera; o como si trazara el itinerario al vuelo de sus metáforas, que eran como un vuelo de alciones sobre el mar. La extendía luego hacia adelante, como si marcase el Camino de la Victoria a las Huestes Invisibles (…) Cuando llegaba el momento del Apóstrofe vibrador, el brazo oculto aparecía enhiesto, como un asta, en la cual flotara la bandera de Cuba Libre amparando la tumba de los muertos y llevando al combate las legiones de los vivos, la voz se hacía tronitante, y flotaba en el aire la metáfora final.”

En sus Obras Completas, Martí mencionó varias veces al colega. A modo de muestra, reproduzco esta nota escrita al rememorar una reunión con obreros: “El vehemente entusiasmo con que, sacados de sus asientos por ímpetu de amor, saludaron aquellos esclavos de América la peroración cadenciosa, inspirada, valentísima del colombiano José María Vargas Vila, que cuenta sus días ya gloriosos por las batallas afamadas de su palabra y de su pluma en pro de la libertad”.

Estos vínculos han ocupado la atención de algunos biógrafos del más universal de los cubanos. Sin embargo, pasadas tres décadas del inicio de aquella amistad, Vargas Vila ofreció su tributo póstumo al Maestro en el cementerio de Santa Ifigenia. Y también aprovechó sus estancias en La Habana para recordar al compañero de ideales.

VIAJES A CUBA

El autor de La muerte del cóndor visitó tres veces Cuba: 1923, 1924 y 1926. En la segunda de ellas, en el mes de mayo, se trasladó hasta Santiago de Cuba para cumplir su viejo anhelo. Cuba vivía bajo la dictadura de Gerardo Machado. Al gesto de Vargas Vila quiso la prensa darle un matiz político ya que realizó el periplo acompañado de un alto funcionario del régimen.

Entrevistado por el diario El Sol, el 27 de mayo, colocó las cosas en su lugar:

“Fui a Santiago de Cuba —nos dice— con el simple propósito de visitar la tumba de José Martí y de poner en ella un ramo de flores. Martí es una de mis admiraciones fervientes. De ahí que al visitar Cuba no pude resistir el deseo de visitarla y descubrirme ante ella. No se debe dar, no se puede dar, a mi viaje otro sentido, y mucho menos político, como han supuesto algunos. Fui, es cierto con el doctor González Manet. Pero es lógico. Si llegara a Cuba un general ilustre, lo acompañaría el Secretario de la Guerra, si un hacendista, el Secretario de Hacienda; si un diplomático, el doctor Carlos Manuel de Céspedes. Es, pues, natural que a mí, que soy escritor me acompañe el Secretario de Instrucción Pública. Además González Manet es un intelectual de valía, un hombre culto cuya compañía me fue en extremo grata”.

Más adelante expuso lo que significó su breve recorrido por la necrópolis santiaguera:

“El cementerio de Santiago de Cuba es uno de los más estupendos altares consagrados a la libertad del mundo americano. Martí, Céspedes, la madre de los Maceo, esa familia de leones, los expedicionarios del “Virginius”… el alma tiembla y se conmueve ante las tumbas sangradas. Siempre recordaré la emoción experimentada entre los pinos silbantes frente a los mármoles rasgados por el sol criollo.”

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Primera Tumba de Martí y Mausoleo actual, en Santiago de Cuba

En relación a sus supuestas simpatías hacia el gobierno que imperaba en la Isla, le fue al toro por los cuernos, como era costumbre en él:

“El único problema de los cubanos es matar el pasado colonial, desligarse de la colonia, eliminar todo cuanto sea español, crearse una nacionalidad propia. Y creo que lo conseguirán, porque este es un pueblo admirable por sus virtudes. Hablo del pueblo, no de los que han gobernado. Entre esos no creo existan hombres virtuosos. El día que uno de ellos llegue al poder con la virtud como lema, se habrá ganado, de una vez, la nacionalidad cubana.”

O sea; si nos detenemos en la lectura de las palabras subrayadas, ni Machado era un hombre de virtud. En La Habana impartió una conferencia, auspiciada por la Academia Nacional de Artes y Letras, donde coincidió en sus aseveraciones con postulados martianos, en especial en lo referido a los valores autóctonos de la América nuestra, al concepto de independencia cultural de la vieja Europa, a la importancia de los próceres como paradigmas. Por ejemplo, sobre la libertad, dijo: (…) es el sol del mundo (…) vive, porque vive en nosotros, en estos pueblos de América, cuyos capitolios sirven hoy de refugio a las águilas vencidas.”

Concluyó su disertación venerando la memoria del Héroe de Dos Ríos: “(…) cumplamos nuestro destino (…) siguiendo en los horizontes de la Historia, el rumbo que nos marca la sombra de Bolívar (…) y en la pluma y en los labios el Himno que no ha muerto en los labios de Martí.”

Cuba y Martí, indisolublemente unidos en su imaginario, así confesaba en su Diario, el 24 de julio de 1924: “Y heme aquí, llegado de nuevo a las playas oro y azul de esta isla maravillosa, donde la sombra doliente de José Martí parece extender sus brazos para recibirme. Recobro el imperio de mí mismo. ¡Bendita sea!”.

Dos años más tarde volvía a la Isla. Residió en Calabazar, a orillas del río Almendares, en el barrio Las Cañas. Época de oportunismo, de simulaciones, el nombre del Apóstol era profanado por políticos corruptos y periodistas que alquilaban su pluma al mejor postor, situación que no pasó desapercibida para el viajero. Angustiado, dejó constancia de aquel ambiente intelectual nauseabundo:

“Escribir sobre José Martí en Cuba se ha hecho, no una profesión, sino un negocio, el más prolijo de todos los negocios; hay gente que deben la fortuna a la osadía de haber enlodado con su prosa la sombra del Maestro. ¡Ese espectáculo es desolador!”.

“Yo vi aquella feria de la audiencia sin talento, profanar las cenizas del precursor (…)”

* La casa de mi tía agradece la gentileza de José Antonio Quintana y la colaboración de José Guaguero

josé antonio quintana garciá

MANCHETA 9