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sábado, 27 de abril de 2024 14:04h.

Huellas de mujer, el edadismo - por Rosario Valcárcel

 

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Cartel mayores, Huellas de mujer

Huellas de mujer, el edadismo 

Rosario Valcárcel *

Hoy, los científicos afirman que los humanos vamos camino a la inmortalidad. Nos dicen que la ciencia logrará que el ser humano llegue a morir solo cuando lo desee. Por lo que el envejecimiento no puede ser ignorado.

Cada día las redes sociales nos dan consejos, fórmulas para vivir mejor en esa etapa de la vida llamada “vejez”, en este tiempo en que nos llaman viej@s. Adjetivos que podríamos utilizarlo con naturalidad y humor, pero prefiero ponerlos entrecomillados, porque, en algunas casos, pueden ser términos peyorativos, caducos, negativos, temidos Otras veces puede ser maternal, cariñoso. A mí me gusta más llamar a esta etapa: después de la adolescencia. Y es curioso porque esa palabreja de viej@ puede llegar a ser sarcástica sobre todo para las mujeres, aunque en muchas otras cosas adquieren valor, como en los muebles, obras de arte, el oro, las bebidas que se hacen más añejas e incluso se dice que los hombres mejoran con la edad.  

Y me sorprende, porque en el pasado a los mayores se les escuchaba con respeto, con ternura, se les veía como sinónimo de sabiduría. Incluso a los grandes patriarcas de Israel: Moises, Abraham, Matusalén, nos dicen que vivieron cientos de años ¿Verdad?  Pero solo fue por darle más notoriedad. Porque la edad no está marcada por el día y el año que nacemos. Hay jóvenes viejas /os y ancianos/as jóvenes. Aún en Japón se venera a los ancianos y en lugares de la India las opiniones y la aprobación de los ancianos son indispensable, por eso los hindúes suelen arrodillarse ante ellos y tocar sus pies en señal de respeto, a diferencia de Occidente, donde en términos generales se les considera una carga repleta de prejuicios y en algunos casos se llega al maltrato psicológico, se llega a la discriminación que se ha ido extendiendo en el mundo. Se escucha que “los viejos/ as son iguales, que somos tristes, que somos un problema social, que representamos gastos a la sociedad. 

La Organización Mundial de la Salud define el Edadismo como la discriminación que surge cuando “la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por atributos que ocasionan daño, soledad, desventaja, injusticia, generando perjuicios para el bienestar y la salud. Revela también la OMS que uno de cada tres europeos se ha sentido alguna vez víctima de ese rechazo social hacia las personas mayores, únicamente por serlo.

Por eso nosotros las/los mayores debemos conseguir vivir la vida como una aventura, relajados, libres, con alegría, pero no con alegría infantil, sin que vigilen nuestro móvil. Debemos vivir con elegancia, sin quejas, ni memoria, porque a veces la memoria es mala consejera, por eso debemos limarla, aceptarla. Debemos vivir sin que nos intimiden sin que vigilen nuestros  movimientos, nuestro móvil, nuestros secretos, que nos traten con el respeto que merecemos. Sin que nos intimiden con la violencia psicológica, física, sexual. No queremos sentirnos apabullados por los lingüistas, los chistes, las canciones, los textos literarios. Debemos ser representadas en todos los estamentos sociales con dignidad. 

Pocos son los libros en que los protagonistas son mayores y, si lo hacen está presente la fragilidad, la decadencia, la enfermedad. Salvando algunos clásicos El viejo y el mar de Ernest Hemingway. Un personaje tierno y uno de los relatos más bellos que se han escrito o El Coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez (1961) entre otros. Desde Shakespeare se aborda el tema del edadismo. En el Rey Lear nos muestra la ingratitud filial: la ambición, el deseo, su visión de la vejez. La obra se centra en cómo distribuimos la riqueza a nuestros descendientes.

Apenas cien años atrás, las mujeres en España estábamos marcadas por los valores de sumisión, obediencia, complacencia. Inmersas en el tema reproductivo y la crianza de los hijos. El deseo y el sexo eran entendidos como sombras pecaminosas. Existía una incapacidad para entrar en la levedad del sexo, en los dominios de Afrodita. Pero desde comienzos de los 70 pertenecemos a una Sociedad Moderna, de cambios sociales, políticos, tecnológicos, en la que la situación de las mujeres ha mejorado considerablemente, aunque no llega a ser perfecta: vientres de alquiler, brecha salarial, leyes contra la violencia de género y la soledad no buscada. Sí la soledad que nos absorbe a todos/ as, porque no tiene edad. 

El edadismo tiene más presencia que el sexismo o el racismo. Es un problema mundial y lo peor es que, en muchas ocasiones, pasa desapercibida. En adultos vulnerables alcanza la salud emocional, nos produce mayor estrés cardiovascular. Nos encorsetan en un modelo en el que la apariencia juvenil sea el objetivo a lograr, el envejecer nos ofrece la posibilidad de mirar hacia adentro y crecer, conocernos mejor. Hacer balance de la vida que hemos vivido, deshacer los nudos y la existencia que nos han oprimido. 

Doris Lessing, nobel de literatura 2007, rompe una lanza en favor de las mayores y escribe un relato titulado “Las abuelas” con dos amigas de la infancia. Cada una de ellas se enamora del hijo de la otra. Se lleva al cine en el 2013 titulada “Dos madres perfectas” de Anna Fontaine, Naomi Watts y Robin Wriht. Una película que intenta trasgredir ciertas convenciones de la sexualidad tradicional.

L@s mayores debemos estar alertas, viv@s, porque la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te vas a encontrar, recuerda una frase de la película Forrest Gump. Por eso debemos seguir pensando deseando, produciendo y aportando lo que es de justicia. Tener una pensión digna, poder seguir viviendo en nuestra casa, no sentirnos de sobra. Reivindicar que la Sociedad y la Sanidad tome en serio nuestro cuerpo y nuestra mente. No nos dejemos vencer por nada. Nos hemos ganado el derecho a tener las cosas que deseamos y como las deseamos.    

Y por todo esto y más, queremos aferrarnos a la vida sin que los eslabones se quiebren, que nos respeten cada una de las voluntades por extravagantes que parezcan porque al final se nos caerán los dientes, perderemos los kilos de más y nos disolveremos en el Universo. Confío en que por fin respeten nuestra experiencia, nos valoren por lo que fuimos, somos y seremos. Porque, como decía uno de los referentes más destacados de la psicología del siglo XX, Viktor Frankl, hemos encontrado el sentido de la existencia y en la búsqueda de ese sentido asumimos la responsabilidad ante sí misma, ante los demás y ante nuestra vida.

Sin dejar de preguntarnos ¿Pero qué más espera la vida de nosotros?  

* Gracias a Rosario Valcárcel

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ROSARIO VALCÁRCEL

 

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