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viernes, 19 de abril de 2024 06:55h.

“Intersexuales: los parientes pobres” por Mario Erre

 

FRASE MARIO ERRE

“Intersexuales: los parientes pobres” por Mario Erre, activista LGTBI *

 

Con motivo del mas que discreto paso del Día de la Visibilización Intersex por el calendario del activismo, se han escuchado críticas, y probablemente fundadas, a la poca atención hacia esta pata de la diversidad afectivo-sexual prestada desde los colectivos presuntamente implicados.

Para quien no lo sepa, la intersexualidad es una variación que sucede naturalmente en los seres humanos y no es un problema médico. Se trata de personas nacidas con una combinación de características biológicas masculinas y femeninas tales como cromosomas o genitales, combinación que puede dificultar a los médicos la asignación de un sexo y/o género dentro de los constreñidos muros del binarismo.

En el pasado, cuando nacía un bebé intersexual, el doctor y la familia decidían, cual aprendices de dioses, un género para ella, él o, llamémosle, “elle” y lo criaban como si encuadrada en ese género hubiera venido “de serie”, ya fuera masculino o femenino. Este proceder conducía a habituales y aberrantes cirugías genitales contra este bebé al que se administrarán hormonas masculinas o femeninas una vez llegada la pubertad con el catastrófico resultado algunas veces de que el género que elegido no coincidió con la identidad de género que bajo la que se situó esa persona llegado el momento.

Por suerte hoy en día dentro del activismo y demás estamentos que rodean estos casos se considera casi unánimemente que esas cirugías y otras intervenciones médicas derivadas o paralelas, deberían prohibirse terminantemente y posponerse hasta que la persona intersexual en cuestión sea lo suficientemente maduras como para decidir con qué género se siente identificada, primando así la autodeterminación frente a la socialización del género.

En mi opinión, el asociacionismo es un reflejo mas de una sociedad (mal) educada e idiotizada además de por un sistema educativo entregado en gran parte a una secta destructiva, por televisiones y medios creados deliberadamente para tal fin, siendo mucho peores los "serios" que los "amarillistas" y bastante le cuesta obviar ese veneno cultural del que todos bebemos en mayor o menor medida y bastante también no enemistarse con sus promotores, quienes a la larga son los que sueltan un dinero sin el que, así de crudo es, no podrían sobrevivir en este capitalismo cada vez mas de las cavernas neanderthales. Y a esa  sociedad le importa un bledo un tema que aunque para quien sufra su histórica desatención clínica y social supone una marca existencial mas profunda de lo que quien no la sufre se imagina, se trata de algo que, al fin y al cabo, "ni se nota ni se sabe si no se quiere".

La indebidamente cacareada intersexualidad de tal o cual famoso en tertulias de cola de mercadillo en lugar de donde le correspondería, que no es otro lugar que seminarios y conferencias ad hoc, no escandaliza a la gente como es debido porque “no se le nota y además es de nacimiento” como de nacimiento es la hipocresía humana en general y la occidental en particular. Unos “maricones de mierda” besándose en público y no escondidos en sus casas como mandan los cánones o “unos travelos que en serio parecían una tía" sí escandalizan.

Una persona intersexual no lleva el estigma ni en el DNI ni en su comportamiento social o sus gestos, por lo que si no tiene una empatía (y muy pocos occidentales la tenemos a la hora de la verdad) que la conduce a preferir luchar porque nadie vuelva a pasar por lo mismo en lugar de desear muy profunda e hispanamente que le pase a cuantos mas mejor, jamás pondrá un pie en el local de ninguna asociación LGTBI por lo que una asociación LGTBI raramente se vería desbordada por personas intersexuales cargadas de encomiendas y sinsabores sociales.

Esa puede ser una interpretación, o mejor dicho una excusa ante las quejas de personas intersexuales o no que afean al asociacionismo haberle dado a la I de sus siglas el papel de “chico, o chica, que ponía los discos en los guateques”. Una interpretación que soluciona poco mas que mi propia conciencia de activista ante una regañina que veo muy certera.

Personalmente yo siempre he luchado y lucharé porque la I no se caiga del acrónimo por excelencia de la Diversidad porque, mejor o peor, todas y todos tenemos un ENEMIGO, que aquí sí que no adversario, común, y es por este motivo que defiendo que la lucha LGTBI y las luchas feministas vayan también de la mano, y, si me apuran, incluyo también a los migrantes porque TODAS somos piedras en el zapato de la sociedad derivada de este sistema tan repugnante.

Agrupémonos todas, pues, en esta lucha sin final.

* En La casa de mi tía por gentileza de Mario Erre

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