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domingo, 19 de mayo de 2024 04:45h.

LLa esperanza los mantiene - por Nicolás Guerra Aguiara esperanza los mantiene - por Nicolás Guerra Aguiar

Aunque fue en 1821 cuando los feudales criollos declararon la independencia de Guatemala -no por sentimientos patrióticos, sino por el monopolio del comercio frente a España-, lo cierto es que la República de Guatemala fue institucionalizada en 1847...

Nota de Chema Tante: Nicolás Guerra Aguiar contempla a la justicia acosada en Guatemala comparando las felonías de Ríos Montt con el testimonio de los jóvenes poetas guatemaltecos comprometidos con su pueblo

La esperanza los mantiene - por Nicolás Guerra Aguiar

 

  Aunque fue en 1821 cuando los feudales criollos declararon la independencia de Guatemala -no por sentimientos patrióticos, sino por el monopolio del comercio frente a España-, lo cierto es que la República de Guatemala fue institucionalizada en 1847. Tres fundamentales factores marcan su historia en sus ciento sesenta y seis años de supuesta independencia: la continuidad de los levantamientos militares, bien contra débiles sistemas democráticos, bien contra otros colegas de armas (salvo la década 1944-1954, régimen de tipo liberal burgués); desde 1901, la omnímoda y todopoderosísima presencia político-económica de la United Fruit Company (hoy Compañía de Desarrollo Bananero de Guatemala, S.A.) que quitaba y ponía presidentes e impedía el desarrollo del país, cuyas mejores tierras estaban en sus manos; y, en tercer lugar, desde 1954 bárbaras masacres contra la población indígena por sus reivindicaciones sociales (la CIA la acusó de comunista), destrucción de aldeas y exilio de casi medio millón de campesinos.

  Uno de los más salvajes inductores de asesinatos en masa por motivos raciales fue el ex presidente Efraín Ríos Montt (1982-1983), hoy condenado a ochenta años de cárcel por genocidio y  asesinato de casi dos mil indígenas de la etnia Ixil, forzado desplazamiento de casi treinta mil y silencio ante las violaciones de las tropas a las indígenas. “Como jefe de Estado, sentenció la juez, era el máximo responsable”. Bombardeos sobre las aldeas, masivos fusilamientos, robos de hijos, expulsiones de sus tierras, cementerios clandestinos… dan fe de la terrible agresión que sufrió el pueblo guatemalteco ante las bárbaras dictaduras que defendían los intereses de la burguesía nativa y de multinacionales norteamericanas, propietarias de la única línea de ferrocarril para cuyo trazado miles de nativos fueron forzados a un peregrinaje de años y sus aldeas destruidas, a veces con ellos dentro…

  La juez fue taxativa (“encaja perfectamente en el derecho a la verdad, a la justicia y a la no repetición de los hechos”): ordenó el encarcelamiento del ex dictador, ya octogenario, y pretende lograr compensaciones económicas para víctimas o descendientes. El actual presidente guatemalteco, Otto Pérez, está muy preocupado por la influencia que este hecho pueda tener en la consideración externa. Para él, será difícil que el capitalismo internacional invierta en Guatemala si la Justicia condena a los ex dictadores que asesinaron y masacraron. Uno de sus fieles colaboradores afirmó que “la sentencia sobre genocidio creará antipatías, afectará al turismo y exaltará los actuales conflictos sociales”. O lo que es lo mismo, la Justicia no beneficia al país, aunque es preciso matizar que se trata de los intereses del más agresivo capitalismo frente a los elementales derechos humanos, ya no solo el de la dignidad, sino el de la Justicia. (Y este ex general, presidente hoy que lo es desde las elecciones de 2012, fue militar profesional en el mismo año 1982 en que se realizaron las acciones por las que se condena al ex presidente Ríos Montt. Había ocupado las jefaturas de distintos destacamentos militares en la provincia de Quiché, precisamente la que sufrió y padeció las mayores atrocidades por parte del Ejército.)

  Pero ya desde 1954 vivía Guatemala los efectos de una guerra civil cuyo resultado fue  previsible desde sus inicios en cuanto que los dos bandos contendientes estaban formados, uno, por analfabetos campesinos sin instrucción militar ni armamento sofisticado; el otro, por ejércitos profesionales entrenados por la CIA, pagados por multinacionales norteamericanas y patrocinados por gobiernos USA, obsesionados con los movimientos comunistas en Centroamérica. Por tanto, cualquier reivindicación social, por mínima que fuera, se consideraba amenaza subversiva y era repelida por el Ejército en colaboración con las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), excusa de la ultraconservadora burguesía guatemalteca para su “autoprotección” cuando, en realidad, eran fuerzas paramilitares mandadas por oficiales norteamericanos y coordinadores de la Central de Inteligencia.

  Sin embargo, fue curioso el comportamiento de jóvenes poetas guatemaltecos hijos de las clases dominantes, únicas con capacidad económica para enviarlos a Europa o EE UU. Así, muchos conocieron las realidades de su país mientras estudiaban fuera; fuera descubrieron el profundísimo abismo que separaba a la población guatemalteca, ellos y su entorno frente al resto, los agricultores forzadamente obligados a trabajar en condiciones casi esclavistas para la United Company. Por eso cantó Otto René Castillo: Para los obreros / del algodón  / amanece mucho / antes que el día, / y cuando el sol / inicia su camino, / ellos ya lo han trazado / hace largo / con el áspero ritmo / de su espalda. / Dicen / que cuando llega la noche / los obreros de algodón, / como por costumbre / o por olvido / siguen cortando, / con el moreno gesto / de sus manos / sucesos blancos / para que vista el mundo / y el frío no agite / sus roncas alas / en la cordial tibieza / de la piel beneficiada.

  Allí estuvieron, en efecto, jóvenes guatemaltecos conscientes de cuál volvía a ser la función de los poetas que sentían los latidos de su tierra, como Julio Fausto Aguilera (De pie sobre tu suelo, / estoy, Patria, dolido). Y algunos murieron, como pasa siempre con las voces que no gustan, disgustan o desagradan a quienes ejercen las tiranías. Fueron muertes como la de Otto René, para cuya manera de buscarla se inventó un verbo en Guatemala, “guillettear”, es decir, ‘ir rajando partes del cuerpo del detenido –labios, ojos, cara, testículos, orejas…- durante varios días con una hojilla de afeitar, Guillette’. Pasadas noventa y seis horas, sus cuerpos arderán rociados con gasolina de alguna multinacional USA para que no queden de ellos ni la sombra, mucho menos las palabras.

  Ya ve usted, estimado lector, la diferencia: el asesino masacrador tuvo un juicio justo. El poeta, el de las palabras de contundencias e impactos, fue ofrecido a la barbarie en nombre de la civilización occidental. Pero no hay problema: los Gobiernos conceden indultos a los suyos.

También en:

http://www.teldeactualidad.com/articulo/opinion/2013/05/21/8629.html

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/22588-la-esperanza-los-mantiene

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=301400