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jueves, 25 de abril de 2024 23:06h.

Legal, sí… Pero impactantemente injusto - por Nicolás Guerra Aguiar

Con tanto maleante que anda suelto por ahí a pesar de que llevan sobre sus espaldas condenas de prisión de años y a la espera de indultos que no llegan mientras el tiempo discurre, doña Josefa Hernández (sus ingresos mensuales dice que rondan los 400 euros mensuales) acaba de entrar en la cárcel conejera de Tahíche, trena, penitenciaría, presidio, chirona… para andar cautiva por una ilegalidad que cometió y ante la cual, obviamente, se dictó sentencia condenatoria de reclusión.   

Legal, sí… Pero impactantemente injusto - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Con tanto maleante que anda suelto por ahí a pesar de que llevan sobre sus espaldas condenas de prisión de años y a la espera de indultos que no llegan mientras el tiempo discurre, doña Josefa Hernández (sus ingresos mensuales dice que rondan los 400 euros mensuales) acaba de entrar en la cárcel conejera de Tahíche, trena, penitenciaría, presidio, chirona… para andar cautiva por una ilegalidad que cometió y ante la cual, obviamente, se dictó sentencia condenatoria de reclusión.   

   Doña Josefa Hernández delinquió, en efecto, porque construir ilegalmente en zona protegida es delito, que parece que sí en este caso. Y digo “en este caso” y digo bien, pues otros muchos haylos por esa tierras españolas en que hoteles, viviendas privadas o lugares de comercios permanecen inalterables a pesar de que sus construcciones –o parte de ellas- son ilegales.

   Doña Josefa Hernández abonó la multa de setecientos euros que se le impuso. Está dispuesta a tirar la construcción ilegalmente levantada. Pero a cambio la mujer, la señora, pide algo extraordinario, casi estrambótico, absolutamente disparatado: un lugar donde albergar a una hija discapacitada y a tres nietos, menores de edad, que deben estar aprendiendo lo que es la actuación de la Justicia en cuyos libros está escrito que comportamientos como el de doña Josefa son condenables. Y como está escrito, quien juzga y dicta sentencia no puede imponer su criterio, su sentido ético, su sensibilidad humana. Yo estoy seguro de que quien firmó el tal veredicto no está pasando por sus mejores y placenteros momentos profesionales. (Aunque desconozco si pudo haber solicitado clemencia al Gobierno.)

   Doña Josefa Hernández puede mirar hacia muchos lados de la vida que día a día se hace en España. Y quedaría perpleja, anonadada y patidifusa si supiera que en 2007 el señor Zapatero, presidente psocialista, otorgó la medida de gracia del indulto a 521 condenados. Y que en 2012 el señor Rajoy, presidente pepero, dio vida a otros 468 culpados. Entre ambos indultaron a torturadores, proxenetas, malversadores de la cosa pública, traficantes de drogas, estafadores, abusadores sexuales… (El País). Sin embargo –leo en canariasahora- Podemos denuncia que la presidenta del PP de Lanzarote "tenga su casa en suelo rústico", y que “el Boletín Oficial de Canarias del 15 de enero de 2013 publicaba la resolución que ordenaba demoler la vivienda de Ástrid Pérez donde se hicieron obras sin contar con las autorizaciones pertinentes”. Escrito está.

   Llego a sentir sensaciones de exquisita legalidad en el caso de doña Josefa Hernández aunque, insisto, no estoy de acuerdo en absoluto con la parte final, la del encarcelamiento. Yo estoy convencido de que si la señora hubiera sido altísimo cargo de alguna caja de ahorros de aquellas que hundieron con miles de millones de euros hoy, de seguro, no estaría en celda alguna de Tahíche. Doña Josefa Hernández residiría en alguna urbanización de lujo a la espera del final de su vida en placentera paz y sin problemas. Obviamente, no habría hecho obras en espacio protegido para su familia, ni falta que le hacían.

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar