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jueves, 25 de abril de 2024 09:47h.

Mercenario - por Antonio Cabrera de León

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Mercenario - por Antonio Cabrera de León *

En la adolescencia intentaste triunfar en el deporte, pero llegada la juventud fracasaste. Probaste entonces a vivir del Partido. Pero estabas en ello cuando el mundo se hundió. Fuiste directo al saqueo, como todos los que podían, pero otros fueron más listos. Tú acabaste condenado por ladrón. Absurdo como condenar a un nazi por racista. Fue dura la cárcel. Aprendiste.

Te alquilas para matar. Vives de ello. No haces preguntas, ellos pagan tú matas. No importa la edad, sexo o condición social del objetivo, que es como se llama la persona a asesinar. O mejor dicho, sí importa pero sólo a efectos de facturación. Matar a un bebé sobreprotegido puede requerir el asesinato, además, de su madre. Son dos balas, lo cobras más caro. Matar a un testigo protegido tiene mayor riesgo, aumentas tu tarifa. Es el mercado, amigo.

Últimamente ha subido el odio y con él se disparan los encargos, no das abasto. Cobras más caro. Inflación. Tomas un aprendiz y le enseñas el oficio. Luego tomas otro. Creas una banda que asesina discretamente en todo el territorio nacional. A veces se descubre, se complica. Intentas comprar policías. Acceden o se convierten en objetivo. Luego intentas comprar jueces, que acceden o se convierten en objetivos. Te expandes. Creas tus propios objetivos. Una periodista, un juez, un policía. Nunca son gente cuyo asesinato moleste al gobierno.

Creas un batallón capaz de actuar contra cualquier organización dentro del país o fuera de él, incluidos gobiernos de países débiles. Eres contratado por tu gobierno, o por empresas de tu país, para cometer crímenes dentro y fuera del país. Eres contratado también por empresas de otros países para eliminar gobiernos y poblaciones que estorban a su negocio. Acabas creando todo un ejército mercenario con numerosos batallones capaces de actuar simultáneamente en varios países. Tu gobierno te contrata como ejército externalizado para crear guerras sin tropas estatales. Tus éxitos son reconocidos.

Tu país invade a un país vecino. Las cosas no van bien, hay más resistencia de la prevista. Tu ejército es contratado para hacer lo que no consigue hacer el ejército regular. Veni, vidi, vici. Asesinas población en masa. Mucha más y más salvajemente que la soldadesca común. La guerra se reconduce. Te cuesta muchas bajas entre tus empleados, pero cada uno es sustituido por dos. Las cárceles están llenas de voluntarios para matar o morir. Tú las conoces bien. Tu país derrota al vecino.

Eres consciente de que puedes hacerte con el gobierno de tu país. También sabes que muchos se percatan de ello. Él también. Tu vida pende de un hilo. Tres opciones: atacar primero eliminándolo y esperar el apoyo de quienes lo odian y lo temen; huir con tu ejército y morir errante en África traicionado por algún empleado; ofrecer tu cuello junto a una carta de fidelidad perruna, estilo Deng. Eliges la tercera. Salvas la vida. Cuando él decaiga, tú serás el nuevo presidente. Se van a enterar.

* Gracias a Antonio Cabrera de Leon

ANTONIO CABRERA DE LEÓN RESEÑA
mancheta ene 23