Muchas gracias por tan valiosa información - por David Sandoval Blas
Mi nombre es David Sandoval Blas, soy un estudiante de posgrado mexicano, quien ha estado muy atraído y emocionado con las publicaciones de La casa de mi tía. El culpable de este gusto fue el Dr. Aguilera Klink, con quien he tenido contacto desde hace poco más de un año. Los temas que me han interesado mucho en este periódico (espero pueda llamarlo así, y si no, espero me quieran corregir) son los que abordan la economía; la corrupción; el estrés (o de salud); el transporte o movilidad; y específicamente el tema del agua. Este último tema permitió que pudiera contactarme con el Dr. Aguilera y entre pláticas salió el tema de "La casa de mi tía". Hasta este momento me di el valor de comunicarme con el periódico para poder felicitarles, por parte de este estudiante aspirante a investigador emocionado y con gusto de leerlos.
Uno de los últimos temas que me interesaron, y que tienen mucha relación con los problemas de mi país, es el tema de la jornada laboral. Hace pocos días leí de Jacinto Ortega este el cual el título era "La reducción del horario laboral en España. Un avance hacia una sociedad más justa y productiva". El estrés, desde mi perspectiva, no es solo un problema individual, sino un síntoma de un sistema económico que sobreexplota el tiempo; la vida misma. A pesar de que hoy en día, me intereso en el tema de la escasez hídrica, en mi licenciatura realicé una pequeña tesis respecto al estrés que se genera al destinar tiempo en el transporte. Las variables que abordé para medir esto, fueron la preocupación o estrés que se genera al esperar el metro, camión (bus) u otro medio público, ya que aquí en México en algunos trabajos o empleos, si llegas tarde no te pagan. Otra variable fue la seguridad en el transporte, y esto fue a partir de qué tan seguros se sentían al tomar el transporte, pues da la casualidad que la delincuencia y los asaltos se generan en el transporte de la periferia de la ciudad de México, de donde vienen los más pobres para ir a trabajar. Los resultados arrojaron que en promedio, la gente (la población más pobre) destina entre 2 horas y media y tres horas. Y casi el cien por ciento de la gente siente miedo en el transporte, específicamente los transportes más cercanos al hogar (municipios dormitorio).
En este sentido, reducir la jornada laboral, por tanto, no es una pérdida de eficiencia (tal vez de ganancia para las empresas, pero poco les importa la demás gente). El concepto de calidad de vida también está ausente en las consideraciones de la economía convencional. La idea de que una mayor cantidad de trabajo o producción significa prosperidad es cuestionable cuando se sacrifican aspectos fundamentales como el tiempo libre, la salud y las relaciones sociales.
La empatía (un tema que comparto mucho con el Dr. Federico) es un componente central que falta en los análisis neoclásicos. Considerar cómo las políticas laborales impactan la vida de los trabajadores es un ejercicio de empatía que debería guiar las decisiones económicas. Al romper con el paradigma de maximización a cualquier costo, la reducción de la jornada laboral es una medida que pone a las personas en el centro del análisis.
Con esto último quiero expresar que los temas que ustedes abordan aquí nos hacen reflexionar y reconocer a las personas y los temas importantes.
Sin otro particular, les agradezco mucho por la labor de este periódico.
Mi hermano Daniel y su servidor les mandamos un fuerte abrazo.
Cuídense mucho, saludos.
David Sandoval Blas