Navidades tropicales en el continente casi hermano - por Luis León Barreto
Ida y vuelta
Navidades tropicales en el continente casi hermano - por Luis León Barreto *
Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua. Los versos de Alberti cantados por Joan Manuel Serrat forman parte de la memoria sentimental de la juventud sesentera, del mismo modo que los temas de Paco Ibáñez que nos ponían en pie en aquel abigarrado paraninfo de La Laguna, hace casi 50 años. Ibáñez, que a sus 84, con su voz cansada se atrevió a repetir el 10 de diciembre algunos de sus éxitos en el Teatro Cuyás. La paloma no se equivocó sino que eligió volar al sur, las Navidades en el sur también son Navidades, aunque sea en un entorno cultural y religioso tan diferente que ni parece Navidad, salvo por el detalle de árboles con luces en los hoteles
Te tomas un cubata con ron cubano o de Jamaica y escuchas reggae y salsa latina interpretados con gran pasión por un grupo de siete músicos, Bob Marley es el valor de referencia, y además tienen en su repertorio a Enrique Iglesias así como temas étnicos en su mandinga natal. Bailando como si nadáramos dentro de una pecera con luces de colores y ventiladores que apenas refrescan. Las discotecas y los restaurantes están repletos, aunque es la temporada alta los hoteles solo tienen una mediana ocupación, el turismo todavía no ha llegado. Allí son ingleses y holandeses los que hacen la mayoría, el suministro eléctrico es tan precario que los generadores eléctricos meten ruido a toda hora. Pocos españoles han elegido este refugio en Navidad. No hay Papás Noeles en la calle, y mientras jovencitas te ofrecen bolsas de manises, en las esquinas la maría es barata y de buena calidad y la noche cae sin que el calor se haya ido del todo. El agua del mar está bien, casi tibia, y el gran río trae pequeñas ramas, semillas, señales de los manglares que suelen estar repletos de moluscos, que las mujeres recogen en sus barcas. La playa tiene más de 20 kilómetros de largo, y -aunque no está ni mucho menos masificada- la construcción se acelera. Ya hay promotores que ofrecen mínimos apartamentos a precio europeo.
El continente casi hermano está ahí, tan cerca y tan lejos. Hay mucha miseria pero la gente tiene algo para comer, la pesca es abundante aunque apenas hay trabajo, no hay futuro para los jóvenes, en sus precarias ocupaciones la gente gana 40 euros al mes y lógicamente hay muchos que ansían dar el salto hacia esa Europa que todos los días les ofrece los partidos de la Premier y de vez en cuando la liga española, la portuguesa, la italiana, etcétera. Algunas ONGS han perdido prestigio, y lo más aconsejable es la ayuda directa a las familias. Tanto en Senegal como en Gambia la TV ofrece las ceremonias de las mezquitas pero también los cultos católicos y evangélicos, ese es el camino de la tolerancia, en Nochebuena daban la Misa del Gallo desde la parroquia de Santa Teresa de Calcuta y del lado de Senegal sucedía lo mismo.
Dentro de cincuenta años Europa será tan mestiza y tan mezclada como ahora lo es EEUU, habrá una importante minoría con la piel más oscura, habrá mucha fusión porque el Viejo Mundo tiene mucha necesidad de inmigrantes. Se nota mucho en países como España donde apenas nacen niños, habrá muchos musulmanes y lo importante será que todos aprendamos a convivir más allá de los radicalismos que siempre están tras la puerta. A fin de cuentas, este pequeño planeta tiene que seguir siendo la casa de todos antes de que llegue la gran extinción cósmica, en su destino final la Tierra será una mota de polvo en el gran vacío, el sol ya no será sino una estrella muerta, no quedará ni rastro de lo que fuimos hasta que surja un nuevo Big Bang con infinitos universos y de nuevo los dinosaurios y tal vez de nuevo la Edad de Piedra, y al fin los humanos, acaso una vez más Egipto y Grecia, una vez más las grandes devastaciones de las guerras, las bombas atómicas y el resurgimiento, una y otra vez en el gran ciclo de las repeticiones. Seremos olvido, pero la vida fue un regalo tan maravilloso como este sol de diciembre. Y finalmente hemos de desear que el 2019 traiga la mayor salud y la mayor alegría posible para todos.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Luis León Barreto