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viernes, 29 de marzo de 2024 00:12h.

Notas Programáticas (II) - por Alejandro Floría Cortés

La consideración de determinadas políticas en relación a la recuperación de servicios privatizados y la reestructuración de la deuda y el impago de la componente ilegítima de la misma requiere de un despliegue de medidas de gran amplitud y ejecución paralela para afrontar la reordenación de las relaciones del estado con determinadas multinacionales, la banca privada y algunos "socios" europeos.

Notas Programáticas (II) - por Alejandro Floría Cortés *

La consideración de determinadas políticas en relación a la recuperación de servicios privatizados y la reestructuración de la deuda y el impago de la componente ilegítima de la misma requiere de un despliegue de medidas de gran amplitud y ejecución paralela para afrontar la reordenación de las relaciones del estado con determinadas multinacionales, la banca privada y algunos "socios" europeos.

Llegados al punto de que los reflexivos y sesudos compañeros de ATTAC dicen que esto ya no hay por dónde cogerlo, e incluso Julio Anguita suena más fastidiado que orgulloso cuando recuerda que ya habían pronosticado el actual estropicio hace veinte años (cuánto tiempo perdido, pensará), aquí además de programa hace falta hoja de ruta, y plan B y plan C, por si las moscas geopolíticas,...

Y así, la lógica sugiere que hay que recuperar las movilizaciones en su máxima expresión; que hay que potenciar las relaciones con los partidos rupturistas en Europa, y especialmente con los de los PIGS, con una clara intención pedagógica que permita romper con la barrera mediática; que procede tratar con Rusia y con China directamente, sin el condicionamiento de la Unión Europea y los EEUU; que, igualmente, hay que potenciar las relaciones comerciales, económicas y culturales con América Latina y en especial con esos países que tanto molestan al amigo americano (Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina); que hay que mirar hacia África de forma responsable y constructiva y proceder de igual manera en todo intercambio que se plantee.

Se trata en definitiva de establecer relaciones de sinergia que potencien la soberanía de las nuevas asociaciones frente al capitalismo triturador, el cual no tiene límite, ni rostro humano, ni color verde, ni amabilidad, ni característica alguna que lo dulcifique o lo haga deseable en alguna medida.

Con esta línea argumental venía de “Notas programáticas (I)”, dispuesto a proseguir con una segunda parte, optimista, refrescante y con nuevos contenidos disruptivos, pero me he visto obligado a hacer un alto en el camino para tratar de apuntalar mi confianza y mi optimismo y valorar con la mayor seriedad posible la consistencia de los proyectos “transformadores” que se están armando, a prisa y corriendo, hacia las próximas elecciones generales.

Lo primero que me deja de pasta de boniato y con los dedos crispados ante el teclado no es la ¿victoria? de Syriza en las elecciones de este pasado fin de semana, que era previsible, sino la suma no ejecutada de la escisión de Syriza, el KKE y un nada desdeñable porcentaje de abstención que se atribuye a una profunda desilusión respecto del proceder de Tsipras en las negociaciones con la UE.

Que no me vengan los puristas con las evidentes diferencias entre estos partidos y corrientes, que está más que claro, pero en el momento en que lo común era más, el integrismo identitario no ha permitido imaginar un frente único, un frente amplio, una opción rupturista... nada. Qué mal pálpito.

 

Grecia esta empaquetada y vista para sentencia. Ha ganado el candidato al que apoyó Pablo Iglesias, Secretario General del partido que, dice, es LA herramienta (y no otra) para la Unidad Popular y para el cambio (cómo empieza a aburrirme esta palabrita, será que la vengo leyendo desde los carteles electorales de Felipe González). Ese Pablo Iglesias que dice que Leopoldo López está en la cárcel por hacer política, en una enésima perversión del lenguaje, del significante y de los significados. El mismo que ha hecho más vigente que nunca la afirmación de Groucho: “Estos son mis principio. Si no le gustan, tengo otros”.

 

Para acabar de liarla el pasado domingo, el community manager de guardia de la comunidad de Ahora en Común(estatal) en Facebook colocó un post felicitando a Syriza por su victoria, interpretando en la misma una posibilidad de cambio en Europa. El efecto laxante no se hizo esperar. Ni la horda de opinadores incapaces de hacer una lectura comprensiva de un texto. Ni la legión de aspirantes a ascetas que aún no se han liberado de la necesidad de tener la (podemítica) razón.

 

Y a pesar de que se detectaba con facilidad a lo largo del hilo una coherencia generalizada de las participaciones en la necesidad de consenso y en un enfoque rupturista, las excepciones eran tan demoledoras como decepcionantes, porque guardaban una línea peligrosamente próxima a la peor versión de la cúpula del trueno de Podemos: la intransigente y la mesiánica.

 

Llegado a este punto transformaré las observaciones en impresiones y conclusiones personales:

 

  • Los puntos en común entre Podemos y Ahora en Común son reactivos y no proactivos. Esto es un auténtico obstáculo a la hora de diseñar y, eventualmente, materializar políticas, pues es la proactividad lo que construye y la reacción lo que paraliza. En este momento, las formaciones no están mirando en la misma dirección.

  • Visto el apoyo de Podemos a Syriza (entre otras renuncias ideológicas) frente a la apuesta programática que está construyendo Ahora en Común, resulta evidente que aquello del “proceso constituyente” es más creíble en boca de los segundos que de los primeros. La falta de coherencia en el discurso primero y en el mecanismo de confluencia después puede ser letal. Esto es una de las primeras preocupaciones del electorado implicado en los procesos de confluencia.

  • Podemos se ha partido en dos, aunque no está claro en qué proporciones: una rama oficialista con vocación electoralista y de dudosa consistencia programática y una rama combativa, de base, que pretende recuperar el primer discurso otorgando al programa la máxima ponderación en la acción política.

  • En buena lógica se requiere de los programas antes que las candidaturas, aunque en el ámbito de las fuerzas que nos ocupan, debería estar más que asumido aquello del mandar obedeciendo. No obstante, no debe darse la situación de una regresión programática en una no poco temida confluencia por fases. Sí, me refiero a la que podría empezar en Ahora en Común y terminar en un hipotético “Podemos-Ahora en Común”.

  • El enfoque electoralista es estático, muy poco movilizador, y se fundamenta en la transferencia de votos. Si una eventual candidatura de Unidad Popular no consigue movilizar al amplio espectro del electorado abstencionista, ni será unitaria ni será popular. Las organizaciones políticas y los movimientos sociales tienen que asumir su responsabilidad en esta función.

  • A estas alturas del calendario corremos el riesgo de ser arrollados y devorados por la apatía y el cansancio, tal y como ha sucedido en Grecia, y es preciso reclamar a las direcciones de los partidos políticos susceptibles de participar en el proceso prestancia, dinamismo y generosidad, y que superen y estudien para su tranquilidad los acuerdos que hacen factibles las distintas fórmulas jurídicas (aunque las opciones disminuyen con el tiempo y se centran en la coalición).

  • Si una candidatura de Unidad Popular se va a constituir de acuerdo con “lo que la gente quiera”, eso significa que será la gente la que establezca determinadas condiciones y efectúe determinadas elecciones con libertad y el suficiente tiempo de maduración. No es admisible crear una idea e instalarla en el imaginario colectivo para que la acepte in extremis como la opción menos mala. “Podemos-Ahora en Común” puede ser algo nefasto,... o muy bueno,... depende de cómo se construya y, si no es mucho pedir (que lo es), que no decepcione a nadie,...

 

Se nos va el tiempo. Quien tenga respuestas, las tendrá que empezar a dar. Próxima parada: primarias en Ahora en Común. No obstante, seguiremos con Notas Programáticas (III).

 

* En La casa de mi tía por gentileza de Alejandro Floría Cortés

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