Las numantinas pelotas del señor García Egea - por Nicolás Guerra Aguiar *

El arriba mentado, secretario general del PP, dimitió como tal (¿forzado desde el Olympo?) a pesar de su resistencia. No obstante, fue durante tres días hombre de pura raza numantina por más que no naciera en tierras castellanoleonesas próximas a Soria. (Tampoco Antonio Machado, pero nadie como él ha poetizado su geografia: “Por las colinas y las sierras calvas, / verdes pradillos, cerros cenicientos, / la primavera pasa / dejando entre las hierbas olorosas  / sus diminutas margaritas blancas”.)   

  Forma parte de la tradición histórica la llamada “idiosincrasia” del pueblo español, distintivo propio desde los Reyes Católicos y el Imperio hacia Dios: algún elegido por el destino comienza en su pueblo lanzando pipas de aceitunas a distancias siderales y termina como símbolo del macho ibérico, poderoso dador de favores, potenciador político de mediocres... Pero tales figuras caen -abandonadas por sus palaciegos- cuando soberbias, prepotencias, desconcertantes torpezas y lapsus cerebrales se imponen sobre prudencias, racionalizaciones, sentido ético…

  Añado, así de pasada, los intereses económicos de “leales para siempre”, más preocupados ahora por sus nóminas - cargos políticos que por lo fundamental: servir con seriedad e inteligencia al país. De las señorías próximas físicamente a él y al señor Casado en los asientos del Congreso, cercanías conseguidas por su fidelidad -más que por capacidades-, ¿cuántas los han traicionado? ¿Qué fue de algunos canarios y registrados como tales, ayer devotos hasta la sublimación -incluso prestos al martirio- y hoy copartícipes de su lapidación? (Es curioso: durante años no le recriminaron su manifiesta incapacidad para dirigir el Partido. Estos días les echan en cara su denuncia pública ante hipotéticas corrupciones de cargos peperos, no del PP: ¡manoseado sentido de la ética, la decencia, la honestidad!)  

  Volvamos al señor García Egea. Las dos  glándulas sexuales masculinas de forma oval segregadoras de espermatozoides y ubicadas en las entrepiernas del hasta trasanteayer secretario general pretendieron resistir, padecer embates y malas artes guerrilleras: estaba en juego la dignidad patria, y ese concepto es vital para justificar la razón de ser de un españolísimo.  De ahí que su señoría quiso mantenerse enhiesto para el campo de batalla: “No dimito porque no me sale de las pelotas. Aquí espero” (larazon, periodistadigital…). Fue su reacción frente a la denominada “guerra interna” del PP por los medios de comunicación. ¡Que suenen los claros clarines rubendarianos,  honor y gloria a los paladines, recia raza guerrera que saca pecho ante apuñalamientos de entrañables amigos!

  Las tales “pelotas” a las cuales el señor García Egea se refiere en refinado y poético lenguaje -mas no amanerado, sino de macho ibérico- ocupan el décimo lugar de los significados registrados en el Diccionario a la forma singular. Pero está, que es lo importante, por más que lo hayan inscrito como término “vulgar”, más relacionado con “hortera, soez, ordinario, rústico, paleto, cateto, garrulo, barriobajero…”, voces con cierto airecillo despectivo frente a elegantes palabras como “selecto, noble,  escogido, preclaro, digno...”.   

  Así pues, las ya defenestradas “pelotas” garcíaegeanas nada tienen que ver con bolas hechas para botar, bolas de materia blanda, albóndigas, balas de piedra o plomo, bateas de piel de vaca, acumulación de deudas o desazones, béisbol (Antillas, Venezuela), grupos de amigos (Nicaragua), persona aduladora, prostitutas… Ni tan siquiera con la locución coloquial “Dejar a alguien en pelotas” (‘Quitarle o robarle todo lo que tiene’, ‘Dejar a alguien en cueros’), tal como pregona el Diccionario.  

  No, en absoluto: el uso en plural de tal voz tiene que ver directamente con apéndices viriles, varoniles, hombrunos de recio semental que espera, pacientemente, la embestida de patrióticos salvadores como le sucedió a Julio César, el emperador del Tu quoque, fili mihi? (‘¿Tú también, hijo mío?’), exactamente por el idus de marzo, día 15 tan próximo a la fecha actual.  

  Y como “No me sale de las pelotas, aquí espero” sienta cátedra por toda la geografía hispanohablante tal como el patriótico grito pleistocénico “¡Se sienten, cooooño!”, la Real Academia Española amplió el pasado martes -urgente añadido- el significado de la palabra “numantino” tras el embravecimiento de su señoría frente a la adversidad, a quien agradecidos pero conspiranoicos barones (andaluz, gallego... incluso el murciano) y la única popular barona / baronesa en tal muy varonil élite quisieron liberar de sus responsabilidades políticas para con España, una y grande. 

  “No dimito porque no me sale de las pelotas. Aquí espero”, elevó a los cielos celestiales donde moran variadísimas señorías. Pero no se trataba de una espera garcíaegeana  “entre las olas, / sobre la arena rubia / de Maspalomas”, no, a la manera gofiona o sabandeña. La musicada es placentera, armónica y armoniosa, esperanza de chonis y peninsulares para recrear cuerpos y espíritus en la playa, acaso en sus proximidades... E incluso para grancanarios, ahora que les van a poner el tren directo mientras las urgencias del Hospital Insular -incluyen al amplísimo campo de los sanitarios- se denuncian un día sí y otro también como deficientes, incapaces de atender dignamente al ciudadano, trasnochadas por la propia impotencia… 

  En definitiva: el supuesto cerebro gris del PP abandona por abandonado la actividad política. Toletadas  y aturdimientos -¡increíble!- se llevan con él al señor Casado, acaso buena gente pero de escaso mérito político no ya para la presidencia del Gobierno sino, también, para escalones más bajos: la dirección de un Partido en cuyas filas -a la par de la generalizada generalidad- dominan familias de entrañables confraternidades, acaso incluso más cercanas a otras voces que al centroderecha inicialmente teórico del PP.

  Pero, sobre todo, una estructura política   -a la par de la generalizada generalidad- formada por decenas de miles de personas de cuya nominación para cualquier cargo remunerado depende la economía familiar. Lo cual, para mayor trauma, tampoco es original de los nuevos asalariados. Ya lo escribió Quevedo: “Madre, yo al oro me humillo: / él es mi amante y mi amado, […] / Poderoso caballero / es Don Dinero“.  

(Mis respetos a sus señorías Montesinos, Terol y Beltrán, únicos acompañantes leales hasta el final. Los restantes ochenta y cuatro diPPutados.con créditos bancarios, sospecho.)

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar