Buscar
sábado, 27 de abril de 2024 20:52h.

Y pasó medio siglo. Y con nosotros, miles de alumnos… - por Nicolás Guerra Aguiar

 

fr n g a

 


Y pasó medio siglo. Y con nosotros, miles de alumnos… Nicolás Guerra Aguiar *

 

Hemos alcanzado medio siglo más de vida desde que abandonamos la Universidad lagunera. Cincuenta años compartidos desde el milenio anterior hasta el  actual, aún en pañales. Estos, claro, no son los del poeta Quevedo que le dan la mano a la mortaja en “¡Ah, de la vida!…”, pero sí son acumulados tiempos para una promoción de jóvenes veinteañeros en 1973…

QUEVEDO
QUEVEDO

 Emprendimos estudios universitarios de letras “En la ciudad vetusta de los adelantados, / de estampa docente, regia, salmantina, donde / férvida florece la liturgia divina [...]”. Así la definió Emeterio Gutiérrez Arbelo en una pared de la sacrosanta “La Oficina” (“El lugar es sagrado / y a más acogedor” donde “la guardia de barricas, / dispuesta a recibirte, / puedes verla formada / en columna de honor”).

LA OFICINA
LA OFICINA
CENTRAMINA

Sí, estimado lector: es La Laguna de Tenerife, allí donde algunos llegamos con mentes pueblerinas y temerosos a la búsqueda de saberes universales, como si de una sociedad renacentista se tratara. Y los encontramos, a veces algo sumergidos entre  viejas paredes de piedras verdigrisaceadas, perennes humedades, lluvias y frecuentes cortes de luz cuando Eolo soplaba incluso sin estridencias, bien es verdad, con  ligeros susurros. (Por cierto: penumbras tumbadas por los efectos de la Centramina, fármaco boticario imprescindible para la memorización frente a exámenes del día siguiente pues, a pesar de las contraindicaciones, reducía el cansancio, el sueño, y aumentaba hasta límites insospechados la capacidad memorística. Sí, eran frecuentes los cortes de luz pues la electricidad emanada de “Nuestra Señora de la Luz” -pura ironía-, barco anclado perennemente en la dársena interior santacrucera, moría por La Cuesta.)  

NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ EN EL MUELLE SUR, FRENTE AL CABILDO EL DÍA
NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ EN EL MUELLE SUR, FRENTE AL CABILDO 

Quienes salimos directamente del pueblo y subimos al avión por primera vez tuvimos la grandísima suerte de llegar a una universidad provinciana excesivamente memorística en algunas asignaturas, pero en otras más acorde con los planteamientos teóricos que uno llevaba en su mochila de ilusiones y esperanzas.  Y cuando digo “provinciana” no me refiero, en absoluto, a mentalidad rústica, en absoluto.  La inmediata familiaridad y el directo trato con universitarios de Química, Derecho o escuelas de Magisterio, Aparejadores y Agrícolas nos permitió a los de Filosofía y Letras conocerla desde dentro y empezar a sentirla como contenido procedente del latín universitas, esto es, ‘universalidad’.   

UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

  Así, al natural, se produjo la rápida simbiosis entre todos. A fin de cuentas nos identificaban aproximadas edades, preocupaciones comunes, homogeneidad en la formación académica, vivencias cotidianas. Y sobre todo parálisis de la generación anterior, la de quienes andaban ya por los treintaitantos, personas adaptadas socialmente e inmersas en su vida profesional. No puede olvidarse, claro, que ya desde la calle y el trato directo con la realidad empezábamos (generalizo)  a tomar conciencia de que un nuevo ciclo político-social y ético se acercaba. Aún, bien es verdad, a paso de cansino chuchango, pero caminaba.  

  A pesar de ciertas lagunas dentro del aula  en torno a la literatura hispanoamericana (todo estaba en el Alborg, dos tomazos) tomamos directo contacto con ella. Así, García Márquez, Vargas Llosa, Carpentier, Borges, Uslar Pietri, Lezama Lima, Roa Bastos, Cabrera Infante, Nicolás Guillén, los “Veinte poemas de amor…” del nobel Neruda (“Ya no la quiero, es cierto; / pero tal vez la quiero”…)... 

ALBORG
ALBORG

  Al fin, ¡por fin!, dejamos de lado los tostones imperiales de Lope, Menéndez y Pelayo, el pensamiento de santo Tomás y las rigurosísimas normas gramaticales (a veces, caprichos de académicos) para emplear razonamientos, argumentaciones,  lógicos alegatos y entrar en el corazón de nuestra lengua… Y doña Teresa Noreña nos enseñó a ver la Historia con rigor; don Rafael Muñoz obnubiló con el psicoanálisis freudiano, el existencialismo sartriano; don Ramón Trujillo nos abrió los ojos ante Saussure; don Gregorio Salvador despertó hacia la dialectología; don Ventura Doreste nos elevó con el ciprés de Silos y don Jesús Hernández Perera con los “monumentos pétreos”.

  Pero eso es el lejano ayer, acaso el antier (americanismo), anteayer: cincuenta años, medio siglo nos distancia… Importan el hoy, el ahora,  el inmediato presente que nos reunió días atrás a quienes -ya setentones y pico- llegamos a sentir los pálpitos de la enraizada amistad exquisitamente madurada desde el siglo y milenio anteriores…

  Sí. Hubo emociones,  plenitudes, sentimientos florecidos, afectivos impactos ante la permanencia física y visual de compañeros del alma a quienes no veíamos desde 1973, ¡cincuenta años atrás! Y se produjo algo muy curioso: las anécdotas aularias dieron inmediato paso al diálogo sereno y amigable sobre el presente, nuestras emociones actuales, la vida y los ritmos cardíacos del ahora. Nada de añoranzas, comparaciones, sentimentalismos, evocaciones... 

  Seguramente fue la formación ajena al aula pero entroncada con la vida universitaria pues, por imposiciones cronológicas (ya lo dije), dejamos atrás a la generación precedente y nos vimos como primeros actores en una sociedad que revolucionaba aceleradamente pensamientos y actitudes y nos condujo a la simbólica Constitución (1978). Era nuestra, la habíamos hecho y forjado junto a millones de ciudadanos que ansiaban la libertad.  

  Y esos nuevos valores los llevamos a las aulas... pero sin dogmatismos, desviaciones de programas académicos o proselitismos.  Porque, estimado lector, ¿puede usted imaginar la grandísima satisfacción profesional que significó para los profesores de Literatura Española trabajar en clases preuniversitarias con todos los textos de García Lorca, “La España del Exilio”, el compromiso de los poetas canarios de “Antología cercada”, Miguel Hernández al completo, Blas de Otero, Pérez Galdós, la presencia  literaria de otros escritores canarios con sentimientos de universal nacionalismo y un larguísimo listado de otros (incluye extranjeros…), censurados y prohibidos a nuestros veintipocos años? 

ALONSO QUESADA
ALONSO QUESADA

  Tuvimos, pues, la gran oportunidad de llevarles a nuestros educandos las verdades literarias y sociales -al margen de planteamientos políticos- que nos habían secuestrado desde el Bachiller. Si yo le dijera, estimado lector, que fue en tercero de carrera cuando conocí a Alonso Quesada, ¿me creería? Cincuenta y tres años después lo recordé con mis colegas… Valió la pena el reencuentro, valió la pena. Habíamos hecho caminos, rutas, senderos y vías. Todos  los trayectos confluyeron en el abrazo y las palabras nobles y elementales... 

 

* Gracias a Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR
NICOLÁS GUERRA AGUIAR
mancheta oct 23 2