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viernes, 19 de abril de 2024 00:10h.

Entre poesía y carnavales - por Nicolás Guerra Aguiar

     Como los resultados de muchas encuestas se amoldan a los intereses de quienes las pagan (partidos políticos, por ejemplo, para impactar en los votantes y hacerles creer que suben cual espuma cerveceril), la verdad es que no me fío mucho de ellas, por más que pueden ser un referente para sospechar cómo anda la cosa. E, incluso, hay otras encargadas por los Gobiernos  cuyos resultados a veces son presentados de tal manera que no falsean la realidad, pero la disimulan subrepticiamente.

Entre poesía y carnavales - por Nicolás Guerra Aguiar

     Como los resultados de muchas encuestas se amoldan a los intereses de quienes las pagan (partidos políticos, por ejemplo, para impactar en los votantes y hacerles creer que suben cual espuma cerveceril), la verdad es que no me fío mucho de ellas, por más que pueden ser un referente para sospechar cómo anda la cosa. E, incluso, hay otras encargadas por los Gobiernos  cuyos resultados a veces son presentados de tal manera que no falsean la realidad, pero la disimulan subrepticiamente.

    Y ya dentro de las rigurosas prudencias aconsejables leo todos los comentarios que los lectores escriben en periódicos digitales sobre informaciones, opiniones o reportajes que me interesan. Y digo que los atiendo con sensatez y cordura en cuanto que sé de algunos que en épocas electorales perciben ciertas ayudas por sus acotaciones a favor de tal o cual partido político, cosa de andar por casa pero que puede animar. Aunque a veces el mecenazgo está muy claro porque se nota, se huele, se deduce el contubernio entre ambas partes, cuando no la filiación política de quien escribe (y en momentos el fanatismo y la pasión irracional). Sin embargo, en muchos comentarios hay recato, prudencia y sabiduría por más que a veces se manifiestan tremendos malestares, sublimes cabreos, impotencias ante disparates y atropellos. Por eso es fuente de información sobre el sentimiento ciudadano, aquel que si no se desprecia sí, al menos, se margina o ignora. 

   Nada más echar una inicial mirada a la  página del diario Canarias7 en versión digital (la del alba del 23 de febrero), caigo en algo que atrae poderosamente mi atención. Se trata de dos reportajes con titulares destacados, y ambos con fotografías: uno, sobre el homenaje familiar – institucional en la Biblioteca Insular al extraordinario poeta acertadamente elegido este año para conmemorar el Día de las Letras Canarias (“Canarias recuerda a Agustín Millares Sall, el poeta de la viva voz”). En la foto, de fondo, la imagen serena y apacible del Premio Canarias de Literatura. En primer plano, la calmosa y emocionante presencia de su viuda, doña Magdalena Cantero, combativa y entrañable mujer cuyos exquisitos potajes almorcé varias veces los veranos de 1970 y 1971, pues yo leía los papeles de Agustín. El otro, también con titulación atrayente: “El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria el tercero más popular de Europa”. Lo acompaña la policromada foto de una seductora joven (jóvena) que se desliza por la plataforma a ritmos carnavaleros, embriagada y embriagante entre pedrerías y sutiles plumajes, sensaciones policromadas que elevan su vestimenta a la categoría de fina elegancia.

   Hasta aquí la primera visión de ambos reportajes. Sin embargo, aparte de los obvios contenidos y de sus presentaciones, algo más los diferencia con notoriedad: el relato sobre Agustín recibió mil sesenta visitas y fue comentado por siete personas. El otro, el de la (supuesta) importancia europea del Carnaval de LPGC, fue leído por casi cinco mil cien personas y cuarenta y cuatro dejaron sus comentarios.

   Sobre el primero, algunos repiten versos del poeta y defienden su rabiosa actualidad. Otro se queja de que, al institucionalizarse, la Cultura se devalúa. Un Gobierno que “se carga” la Dirección General del Libro es quien organiza los actos, denuncia un tercero. Y un cuarto recuerda que los políticos homenajeadores son quienes mantienen a Canarias en la última posición en materia de bibliotecas. (¿Recuerda la que usted prometió para el Puerto, doña Ppepa, y cómo engañó?, añado.) O lo que es lo mismo, siete personas que opinan sobre Cultura y denuncian a los políticos que acuden a tales actos con la idea de la foto. Los usan –en este caso al poeta- para su exposición pública aunque nada les importa, dicen, la palabra. No hay insultos, apasionamientos, partidismos provincianos. Solo siete personas (desde “Perla” hasta “Andrea”) que opinan, y algunas denuncian cómo la institucionalización de actos como este se hace para escaparate de los políticos.

   En torno al Carnaval, salvo algunos comentarios originales, lo mismo de siempre: los chicharreros son mejores que los canariones (y a la inversa); los de aquí los paga el pueblo y los de Tenerife corren a cargo del Gobierno; algunos “chichas” aplauden sobre los palmenses; “canariones” hay que reconocen la superioridad de los santacruceros; otros, más ecuánimes, buscan el término medio. Pero, en general, la misma cantinela de siempre. Que, a fin de cuentas, refleja también la monótona monotonía repetitiva de murgas ancladas aún en los enfrentamientos intercapitalinos… aunque bien es cierto que se llevan los más estruendosos aplausos. Y es que la disputa sigue presente, y vende, y se deja querer por la gente de una u otra capital, de una u otra isla. Es decir, la eterna, mezquina e interesada reactivación de enfrentamientos entre isleños para beneficios de unos u otros bandos, para provechos políticos de tales o cuales partidos cuyos intereses personales privan sobre los regionales. Y mientras el pueblo se conforme con eso, mejor. Es un inmerecido comportamiento, bien es cierto; pero productivo para distracciones ante barbaries que se cometen impunemente.

   Por tanto, la realidad es esa, está ahí, a la vista de todos. Cuatro personas denuncian estados de cosas en la Cultura canaria que bloquean y entorpecen el desarrollo de un pueblo que desconoce a sus poetas, novelistas, ensayistas. Anónimos ciudadanos que buscan en la palabra de Agustín Millares el revolucionario e incruento sosiego para ser dueños de la calle, por ejemplo. Quizás a la manera de otros pueblos –sin embargo, estamos en la Canarias charanguera- que lo van logrando aun a costa de la sangre de su gente, pero que a pesar de las correntías sigue en plazas públicas, en calles, en ilusiones y esperanzas para quitarse de encima corrupciones, corruptelas, miserias, mentiras, estafas con palabras, robos, ilícitos enriquecimientos, cuentas bancarias en Suiza, Islas Caimán, merma de libertades, porras y botes de humo frente a pacíficas manifestaciones. A su lado, cinco mil ochenta y siete personas interesadas en la lectura… de temas carnavaleros. 

También en

http://canarias-semanal.org/not/12126/entre_poesia_y_carnavales

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=327923

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/28773-entre-poesia-y-carnavales

http://www.teldeactualidad.com/articulo/opinion/2014/02/25/9387.html