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sábado, 20 de abril de 2024 09:50h.

Políticos o ineptitud cultural - por Ana Beltrán

"...la absoluta indiferencia, la desidia supina que caracteriza a nuestros políticos con respecto a la cultura, parece que aún no se han enterado de lo que ésta significa para un pueblo."

Políticos  o  ineptitud  cultural - por Ana Beltrán *

Acaba de terminar la temporada de música de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, como ocurre cada año por esta época. Durante unos meses hemos podido disfrutar de su evidente buen hacer, con una programación excelente, de la que no hay nada que objetar, al menos por mi parte. Y podría dudar de mis conocimientos musicales, de hecho dudo, y mucho; pero los aplausos con que el público despide cada concierto me ayudan a entender la calidad de los mismos. No obstante, el aforo casi siempre está incompleto, lo que a mi parecer es un verdadero  desperdicio, un desaprovechamiento  intolerable. Yo pensaba, ingenua de mí, que bastaba  con la construcción de un auditorio de las características de éste que nos adorna, y al que en su día ciertos políticos presentaron con la boca bien grande, no sólo como “emblema” de Tenerife, sino como referente “mundial” de la música culta (¡qué bien hacemos el provinciano!), para que los más jóvenes (me refiero a niños y adolescentes) pudieran aficionarse a la misma; y que los millones de euros empleados en su construcción iban a servir, no de algo, sino de mucho. Por desgracia, hasta la fecha no ha sido así. ¿Cuál es el motivo? En principio pudiera pensarse en la mala gestión de dicho espacio, aunque me temo, y ojalá me equivoque, que no es otra cosa que la absoluta indiferencia, la desidia supina que caracteriza a nuestros políticos con respecto a la cultura, parece que aún no se han enterado de lo que ésta significa para un pueblo. Y como el nuestro carece de cultura musical (al menos en lo que se refiere a  música clásica), deberían ser ellos, como es su obligación, los que se preocuparan de hacerla llegar a los chicos y chicas de escuelas e institutos; y también, claro está, a los estudiantes del Conservatorio. Y de la mejor manera posible: invitándoles a los conciertos. Un día se invita a un instituto y otro día a otro; y desde Teno a Taganana, como dice Braulio en su canción, que el auditorio se hizo con el dinero de todos los tinerfeños. 

Lo que no es de recibo ver, como yo misma he visto semana tras semana,  el aforo ocupado sólo a medias, y a veces ni eso, algo  más que imperdonable. Y no soy yo sola  la que piensa así, de lo cual  me congratulo: después de cada concierto, y al pie mismo del edificio, se pueden escuchar los comentarios que hace la gente con relación a ello, especialmente las personas que ya tenemos una edad,  que  no tuvimos la oportunidad de cultivarnos musicalmente en su día, y que vemos, desconcertadas, de qué manera tan torpe se la están quitando a nuestros niños y adolescentes. 

 

* En La casa de mi tía por gentileza de la autora