Los políticos que gobiernan en las Instituciones Públicas, no nos quieren - por Erasmo Quintana *

Hay poca o nula empatía de los rectores políticos de nuestra capital, Las Palmas de Gran Canaria, con sus vecinos a los cuales machacan en casi todas las ocasiones que se les presentan. El movimiento se demuestra andando, se dice, por lo que no cabe la menor duda que en el Ayuntamiento de la capital, quienes están al frente de él, no quieren a los ciudadanos. Son refractarios sus responsables, y les produce urticaria la proximidad de los mismos. Cuando el político está buscando el voto es el momento en que emplean la proximidad -prometiéndoles el oro y el moro-, hasta que resultan elegidos. A partir de ese momento, “si te vi, no me acuerdo”. Se parapetan al abrigo de aquellas vetustas paredes municipales, y a vivir que son dos días. Ciudadanos hay en cantidad suma que no llegan a conocer los concejales que gobiernan sus intereses; transcurren pues los cuatro años de legislatura sin saber a quiénes eligieron cuando acudieron a las urnas

Vale este preámbulo para ocuparnos de cosas que el ciudadano medio comprueba en el devenir cotidiano de su municipio, que viene a ser, miren ustedes por dónde, la ciudad más poblada del Archipiélago Canario -cerca de 400.000 almas-. Consecuencia de una vieja costumbre, es cuando viene época de elecciones que a todos los ayuntamientos les entra el frenesí de emprender obras en las vías de la ciudad, de modo que no es extraña la interrupción de esa arteria tan importante para el tráfico de la capital hacia el Noroeste de la Isla, que es la vía Fernando Guanarteme. Por dos sitios próximos uno del otro está destrozada la vía, cuando ya no sabemos con exactitud el tiempo que está tardando la impostura. Este tipo de obras, además, se eterniza sin que logremos averiguar qué arcana razón hace que duren tanto en el tiempo, y sin que les importe a los que mandan las cuantiosas molestias que ocasionan.

Otra “brillante” medida llevada a cabo no hace mucho fue la desaparición  de una hilera de aparcamiento de vehículos -el de la izquierda- de la calle Gravina, que comienza en Mesa y López, desembocando en la calle Portugal. La medida allí mejoró el tráfico; lo que ya no es de recibo es que, aprovechando ese meneo, convirtieron el lado que quedó en zona azul, esto es, de pago, arrebatándole a los vecinos un derecho consuetudinario que tenían de aparcar al lado de sus casas. La culpa no es solo del Ayuntamiento, la tienen también los vecinos, que lo aguantan todo. En Santa Cruz de Tenerife, por ejemplo, allí sus vecinos no consintieron las zonas azules y verdes, pues destrozaron una y otra vez los parquímetros, hasta que desistieron, logrando la ciudadanía no tener que pagar por un aparcado, pues ya paga religiosamente impuestos municipales por sus vehículos. Los grancanarios somos diferentes: nos dan guantazos por un lado y por otro, y lo aguantamos todo. ¿Somos más aplatanados que los chicharreros? Sí, lo somos por lo evidente. La capital, Las Palmas, aparte de inhóspita y deshumanizada, se ha convertido en cada vez más sucia: recién se ha hecho viral un comentario de lo sucia que está la zona de la calle Portugal, paralela al Paseo de Las Canteras, y un señor barriendo su fachada, al tiempo que dejando cada vecino los cepillos de barrer en las puertas de sus casas.  

La rebelión de los cepillos de la calle Portugal, Vecinos de esta parte de Guanarteme dejan sus escobas en las puertas de sus casas para denunciar la falta de limpieza que sufre el barrio CANARIAS 7

Otra muestra más de nuestra incuria es ese desentendimiento resignado con lo que está sucediendo en la propuesta popular que hace la Plataforma Reivindicativa Ciudadana para que el Casco Histórico Vegueta-Triana sea reconocido por la UNESCO Patrimonio Mundial Cultural. Méritos tiene de sobra: Las Palmas de G.C. es la primera ciudad castellana levantada en el Archipiélago Canario por los conquistadores, Juan Rejón, el obispo Frías y el deán Juan Bermúdez, a orillas del Guiniguada (el Real de Las Tres Palmas). Nuestra capital jugó un importante papel formando parte de la ruta del Descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, ya que éste, de los cuatro viajes que hizo, en tres de ellos visitó la Isla de la Grande Canaria, donde pudo reparar naves, avituallarse y abastecerse de agua, convirtiendo esta Isla en uno de los eslabones de la ruta colombina. Este es el incalculable tesoro inmaterial que tiene Gran Canaria, de inmenso valor, del que carece -salvo la Gomera- las restantes islas del Archipiélago. Nuestro Centro Histórico comenzó en el declinar del S. XV con su fundación, 24-junio-1478, cobrando gran importancia su tejido urbano como ciudad lineal. Nuestro patrimonio histórico y cultural se ha ido sedimentando a lo largo de los años, y Las Palmas es, como decimos, la primera Ciudad Real fundada por los Reyes Católicos en el Atlántico.

La solicitud de reconocimiento por la Unesco tiene la firma de apoyo de todos los organismos públicos y privados de la sociedad grancanaria. No hay ninguno que se oponga; por el contrario, la ilusión es mucha y compartida. La única institución que incomprensiblemente está poniendo trabas es el Ayuntamiento socialista de Las Palmas de Gran Canaria. Ante esta realidad, los representantes de la corporación capitalina adoptan una insultante actitud de no querer que la solicitud prospere, cuya displicencia los retrata, enviándolos a la incandescente hoguera de Pedro Botero, en el centro de la Plaza Mayor. Todo tiene un porqué por muy alambicada que sea su naturaleza: ella es el “Sanedrín de Vegueta”, que maneja todos los hilos o resortes del Partido Socialista, puesto que es quien pone y quita a los incondicionales, según sean sus inquebrantables adhesiones.

* Gracias a Erasmo Quintana