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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

¿Puede haber un vuelco electoral sin una amplia movilización social? - por Domingo Garí.

Siempre estoy dispuesto a aprender y abierto a captar la realidad sin encorsetarla con mi ideología, o al menos lo intento, lo cual no significa que lo logre.

¿Puede haber un vuelco electoral sin una amplia movilización social? - por Domingo Garí.

Siempre estoy dispuesto a aprender y abierto a captar la realidad sin encorsetarla con mi ideología, o al menos lo intento, lo cual no significa que lo logre. Digo esto por el debate, amplio y recurrente, que la izquierda en el Estado y en Canarias tiene sobre la perspectiva del fin de ciclo (de sistemas dicen algunos) que se abrió con la transición, y que instauró la monarquía parlamentaria y el actual marco institucional y partidario existente. Nada me gustaría más que esto fuese así, y que la transformación se realizara en un horizonte ecosocialista y democrático, y que en ningún caso se desviara hacia un modelo autoritario y clasista, posibilidad de desviación que no hay que perder de vista, dado la señales que ese modelo regresivo está dando en el mundo y en Europa. Algunos de sus síntomas más evidentes son la creciente precarización del trabajo, la generalización de la sociedad de la vigilancia con sus correspondientes recortes de los derechos ciudadanos, y el poder represivo de amplios limites con que se está dotando a los cuerpos policiales y judiciales.

Pero atendiendo a la pregunta de si puede haber un vuelco electoral, en el buen sentido del término, sin que vaya precedido de una amplia y continuada movilización social, la historia nos responde que no. Por su puesto que no estamos hablando de revolución social de ninguna clase. Ningún partido en España ni en la UE plantea hoy el problema en esos términos. Tampoco se contempla la posibilidad de trascender el capitalismo. Las “izquierdas” lo que ponen en solfa es el neoliberalismo, pero nada más. Una idea francamente insuficiente por anacrónica y fuera de toda lógica en el esquema de la economía política. No se habla sobre qué hacer con la globalización ni sobre cuáles son los sujetos históricos, o las bases sociales, sobre las que se pudiese apoyar un vuelco histórico como el que anuncian las “izquierdas” en el estado español. La teoría del 1% contra el 99% que se impulsó desde EE.UU con los Occupy Wall Street, a pesar de tener algunos afamados seguidores entre algunos analistas de aquí, me parece insuficiente e insatisfactoria. La política es mucho más compleja que la suma a ojo de buen cubero de porcentajes de población de un lado y de otro.

Si tomamos como laboratorio de análisis el caso griego y la caída de parte del sistema instaurado tras la dictadura de los coroneles, la secuencia del proceso es altamente instructiva. Desde 2010 hasta la subida de Syriza en 2012 a segunda fuerza hubo en Grecia 25 (sí, 25) huelgas generales, todas ellas con seguimiento masivo y con profunda implicación del movimiento sindical. Se han generalizado las luchas y protestas violentas en la calle y han caído bajo las balas de la policía manifestantes jóvenes. Incluso algún viejo partisano contra la ocupación nazi hizo de su martirio un llamamiento a la intensificación de la resistencia, armada, si fuese necesario. Con todo, sólo una de las patas del modelo postransicional griego, la del PASOK, se vino abajo, lo que dio pie a la esperanza de que Syriza, pueda llegar al poder en un futuro inmediato. Para lo que viene al caso aquí eso es secundario, porque lo que se señala de manera evidente es que la ruptura del modelo griego viene tras tres años de intensas luchas sociales en las que han participado millones de personas, en un país que tiene 11 millones de habitantes. De ahí proviene el vuelco en la correlación de fuerzas políticas en el país heleno.

No es este el caso de España. Cierto que han habido valiosas e importantes movilizaciones sociales. Sin contar ya el efecto 15M que parece haberse agotado, sus continuadores, las mareas de colores y la PAH, han llevado adelante heroicas luchas pero del todo insuficientes para que eso pudiera ser traducido como la anticipación de un gran vuelco electoral. No ya por la propia naturaleza transversal de estas movilizaciones, sino además porque los participantes en ella distan mucho de estar de acuerdo en que hubiese que canalizar sus energías para apoyar a una determinada candidatura electoral. Su marcado carácter antipolítico y la desunión de las izquierdas en el Estado refuerzan tal hipótesis.

Hay, sin duda, descontento social con las consecuencias de la crisis económica y cabreo con la clase política por su ineptitud y la corrupción generalizada, pero ello no son causas suficientes para que se venga abajo, ni siquiera parcialmente, el modelo político y social. En Italia, por ejemplo, condiciones parecidas auparon a una extraña fuerza electoral (M5E) a la vez que mantiene a los clásicos PD y PL (El PSOE y el PP español, con la variante nativa del berlusconismo). Incluso la hipotética caída de Rajoy podría ser soportada por el marco político actual. A día de hoy ningún contrapoder se avisora en el horizonte.

Por otra parte, en el caso español, habrá que tener en cuenta la apuesta soberanista de los catalanes (de derecha y de izquierda). Este fenómeno sí me parece que puede generar algún cambio en el actual modelo que implicase una revisión de la relación Estado/Cataluña, pero ello necesariamente no tiene que conllevar un cambio en la correlación de fuerzas políticas fuera de Cataluña. Casi más bien me parece al revés, de tal manera que si la contradicción nacional se agudiza y CIU se embarca del todo en la apuesta de la ruptura, veremos reverdecer con fuerza el nacionalismo españolista azuzado tanto por el PP (sobre todo) como por el PSOE, haciendo del debate sobre la naturaleza de España el pilar de apoyo para remontar electoralmente en el conjunto del Estado. Preparémonos, pues, en tal caso, para el rearme nacionalista españolista. Ya se sabe que cuando las cosas se ponen feas (corrupción, crisis, etc.) envolverse en la bandera y alardear de patriotismo suele dar resultados más que óptimos.

No quisiera dejar esto sin apuntar que todo lo dicho hasta ahora pudiese ser un error de análisis, y que, efectivamente, a corto plazo, veamos un escenario completamente diferente. Pudiese ser que fuerzas subterráneas e invisibles hayan ya carcomido el “sistema” y estemos a punto del derrumbe sin sospecharlo. Pudiese ser que de manera silenciosa, sin millones en las calles ni gloriosos combates urbanos, sino apretando una tecla en un subversivo Me gusta, se anuncie el nacimiento de la III República, el ecosocialismo y el derecho de autodeterminación de las nacionalidades, y de paso se reviertan los fenómenos de las deslocalizaciones industriales y se ponga coto al capital financiero, al militarismo y al guerrerismo. Definitivamente habría que estarle agradecido de por vida a Mark Zuckerberg por tan grandioso y pacífico descubrimiento.