Salvemos el edificio de los Salesianos de Guía - por Erasmo Quintana
Poniendo el dedo en la llaga
Salvemos el edificio de los Salesianos de Guía - por Erasmo Quintana, exmilitante del PSOE y UGT *
No tuvo hijos ni descendencia directa, por lo que todos sus bienes y pertenencias: el propio edificio del colegio; extensas fincas de plataneras en producción; acciones de agua; joyas; acciones en Iberduero, etc., quería donarlas, mediante testamento, a la Congregación Salesiana de Don Bosco. La Diócesis de Canarias, según D. Guillermo Navarro González, sacerdote y exprofesor salesiano de 90 años, valiéndose del abogado de Dña. Eusebia, D. Antonio Limiñana, que a su vez lo era también del Obispado, pudo convencerla para que el testamento lo hiciera a favor de la Diócesis de Canarias, con el peregrino argumento de que podía haber un nuevo Mendizábal que, como en 1835, desamortizase estos bienes a las órdenes religiosas, cosa que no ocurriría si pertenecen al Obispado, prometiéndole que “todo lo que rente su fortuna sería para el sostenimiento de su colegio”. A todo esto, en 1955 la generosa dama guíense sufría una hemiplejia y perdió el habla. Moriría cinco años después, en su domicilio de Guía. Sus restos descansan junto a los de su esposo en una cripta bajo el altar de la Iglesia del mismo colegio de los Salesianos.
La comunidad salesiana se había hecho cargo de poner en marcha el Colegio, atendiendo la voluntad testamentaria de la fundadora, que ordenaba “se sostengan 20 alumnos en régimen de internado y el máximo posible de alumnos externos, para lo que el Colegio asignará lo necesario en el mantenimiento del mismo”. Cuando aparecen las primeras dificultades y estrecheces económicas, la comunidad salesiana le pidió al entonces obispo,
En el transcurso de todos estos años, Ángel Tristán Pimienta ha señalado a Antonio Limiñana y Juan Ramírez Valido como los vértices de la polémica sobre el auténtico espíritu de la testadora. Hubo una Comisión Ciudadana de Guía que visitó a monseñor Infantes Florido para denunciar el flagrante incumplimiento por parte de la Iglesia, de la voluntad de Dña. Eusebia: “que toda, absolutamente toda la fortuna es para los niños pobres de la Comarca, en especial de mi pueblo de Guía”. Finalizaba esta Comisión afirmando que “nadie pide al Obispado obligaciones propias del Estado o del municipio, pero sí que se cumpla al pie de la letra la voluntad de la testadora”. Nada se ha movido hasta hoy. Para finalizar esta obra descomunal de las miserias humanas, preguntamos, evidentemente sin respuesta, por las causas profundas de lo ocurrido. Quien conozca y haya leído “La araña negra”, de Vicente Blasco Ibáñez (1), sabe de lo que hablo.
*En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana
(1) La araña negra, en pdf, tomos 1 y 2:
http://www.biblioteca.org.ar/libros/155060.pdf
http://www.biblioteca.org.ar/libros/155061.pdf