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viernes, 26 de abril de 2024 06:30h.

Triunfo del partido popular: la presencia mediática de los  “grandes olvidados” - por Marco Lojo

 

MARCO LOJOEstos días de incomprensible victoria de un partido neoliberal lleno de cleptómanos de lo público y auténticos piratas de las arcas del Estado –sobre todo, del bolsillo de los más pobres-, se reiteran los comentarios acerca de que ganó “lo viejo sobre lo nuevo”, “el miedo” o “la ignorancia”. 

 

Triunfo del partido popular: la presencia mediática de los  “grandes olvidados” - por Marco Lojo *

 

Estos días de incomprensible victoria de un partido neoliberal lleno de cleptómanos de lo público y auténticos piratas de las arcas del Estado –sobre todo, del bolsillo de los más pobres-, se reiteran los comentarios acerca de que ganó “lo viejo sobre lo nuevo”, “el miedo” o “la ignorancia”. 

Se han hecho muchos comentarios sobre las posibles causas de que no haya habido “sorpasso”, desde las confesiones “socialdemócratas” de última hora a los miedos de una población presa del mensaje mediático de la caverna (incluida RTVE) de “Podemos quiere imponer el chavismo en España”. Pero poco o nada se ha dicho de la presencia mediática de uno de los colectivos a los que el Partido Popular más ha robado en el Gobierno, pero a los que menos se ha atendido en la campaña: las y los ancianos.

Sólo con quejarse de que haya muchos “viejos fachas que votan”, amén de lo peyorativo, ni es análisis ni es tampoco justo con dicha tercera edad, a la que se la quiere tratar como precisamente los trata el sistema: como a inútiles, como a aquellos que apenas tienen nada que aportar a la sociedad, los que no dejan “avanzar” a los demás. Por otro lado, referirse simplemente al “franquismo sociológico” que dejó tras de sí la dictadura no explica cómo pudo ser posible que muchos otros ancianos que llegaron a participar en el bando nacional en la guerra civil votasen al PSOE en el año 82, cuando en esos años se afirmó, ni más ni menos, que había ganado “el socialismo”.

A última hora, el equipo de campaña de Unidos Podemos  creó el anuncio de “La sonrisa de la abuela” (https://www.youtube.com/watch?v=h4NBwHwjboY), mucho menos entrañable que el realizado por el Partido Popular de “Abuelas sabias” (https://www.youtube.com/watch?v=AUIjMg0yju0). Si bien “La sonrisa de la abuela” cede la palabra a una anciana que vivió la victoria del PSOE, las “Abuelas sabias” es un auténtico reconocimiento a lo que se vería como la “voz de la experiencia” de una joven a su abuela.  Una llamada “voz de la experiencia” que por supuesto es una burda manipulación, no sólo por la cantidad de recortes que el Partido Popular ha realizado y va a realizar a este colectivo, sino en tanto que toda  experiencia puede ser equívoca, y, desde luego, no toda la vejez se define como un bloque conservador que siempre les vota, no desmentido, por desgracia, por las “fuerzas del cambio”.  

Unidos Podemos pudo haber explicado mejor sus propuestas a favor de una vejez activa y las garantías de ingresos a un grupo social que ha perdido poder adquisitivo en 1,19 puntos de media –pese a la supuesta “revalorización”-, cuyo Fondo para la Seguridad Social ha sido literalmente saqueado –se utilizó la mitad de los 66.815 millones de euros de dicho fondo para pagar el rescate bancario en sólo cuatro años-, y que peligra, puesto que el empleo precario creado no es capaz de garantizar las pensiones más allá de 2018…

La ausencia de los “yayoflautas” en campaña –auténticos héroes del 15M-, de los llamados “preferentistas” –los pequeños ahorradores estafados por la Banca- ha ido paralela de la ausencia de una imagen –la vejez- terriblemente retratada bajo el capitalismo. Escribía Víctor Alba, en su “Historia social de la vejez”, la “devaluación social de la vejez”. El sistema ha arrinconado al viejo, lo ha segregado, lo ha desplazado, en tanto trabajador lo ha separado de la producción y ha limitado su capacidad consumo. “En muchos casos el viejo o el anciano, obligado a jubilarse (aunque la jubilación fue un triunfo de las reivindicaciones sindicalistas en Europa a finales de siglo XIX), entra en una crisis de sentido cuando se “retira”: cuando por fin tiene tiempo libre, la jubilación, si la tiene, le otorga una remuneración económica mucho inferior de lo que, trabajando, le permitía pagar (lease consumir) los gastos de su vida cotidiana; además, cuando goza del tiempo para explorar la vida por fuera del trabajo asalariado, en muchos casos su salud no le permite sino estar en casa, en una residencia o un ancianato. Como si fuera poco, los adultos los perciben inevitablemente demasiado cerca de la muerte, y los jóvenes los ven como su antítesis ontológica”.

Por desgracia, esta lógica no ha estado ausente en la campaña de Unidos Podemos: candidatos en su mayoría jóvenes, que apelan a la “juventud” de sus ideas, cuya campaña de “imagen” se puede ver en el “catálogo” del Programa. Mujeres y hombres excesivamente jóvenes, en su inmensa mayoría conforme a los cánones de belleza mediática, que a mi modo de ver limitaría también la diversidad social que debería reflejar a ancianos, niñas, personas con sobrepeso, mujeres y hombres del ámbito rural… Y con un discurso, que apela a la “traición” a los “jóvenes preparados que tienen que emigrar”, sin nombrar apenas a aquellos señores y señoras mayores que ni siquiera pueden hacerlo por estar atados a una hipoteca y que sufren paros de larga duración bajo la dictadura de que se es demasiado viejo a partir de los cuarenta años, por un mercado laboral y un Estado que quita cada vez más garantías de supervivencia a los que han vivido la crisis a partir de esa edad.

Sería deseable en una agrupación como Unidos Podemos, una revalorización de la experiencia –tal vez uno de los activos en el triunfo de Carmena en Madrid- no meramente curricular –demasiado parangonada por esa candidatura. La madurez y la experiencia de vida deberían ponerse en valor y acabar con el falso conflicto generacional de una juventud retratada como hedonista e irresponsable (o como emprendedora y preparada)  y una vejez como inútil y pesada (o seria y consciente). Más allá de estos retratos que realiza el capitalismo y sus fuerzas del orden, lo que existe es la experiencia de exclusión de millones de personas por un sistema que arrincona a viejos y exprime jóvenes, sin respetar derechos humanos ni derechos sociales, más allá de los falsos conflictos de identidad. Unos conflictos, de lo que no deja de ser el simple transcurso del tiempo en este planeta de ese breve lapsus que va del nacimiento a la muerte, y que llamamos vida, que es, al fin y al cabo, por lo que todos luchamos: por una mejor vida posible, para dejar de ser mercancías en manos de políticos y banqueros. 

 

* En La casa de mi tía por gentileza de Marco Lojo

MARCO LOJO