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viernes, 29 de marzo de 2024 00:12h.

Veintidós años atrás: ‘3 consejos de guerra y 1 consejo de paz’ - por Nicolás Guerra Aguiar

 

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Veintidós años atrás: ‘3 consejos de guerra y 1 consejo de paz’ - por Nicolás Guerra Aguiar *


Si investigar, estimado lector, consiste en ‘Realizar actividades intelectuales y experimentales a fin de aumentar los conocimientos sobre una materia’ el indagador, científico o ensayista (o simple aficionado, mi caso) debe acudir, como punto de partida, a rigurosas fuentes de información. 

GABRIEL CELAYA
GABRIEL CELAYA

  Así, con serenidad, sin apasionamientos y la idea clara de que no puede tomar partido (“partido hasta mancharse”,  a la manera de Gabriel Celaya) desarrollará el estudio o análisis de textos, compendios, documentos... para llegar a veraces o muy próximas conclusiones y, acaso, desechar presunciones anteriores. Y si además  puede contar con la aportación directa de testigos fieles a los acontecimientos (personas competentes, serias, incapaces de aportar datos falsos o medianamente interesados), casi podría decirse  que puede cerrar el círculo. 

  Así me lo planteé, estimado lector, cuando inicié (año 1999) la investigación sobre el primer consejo de guerra celebrado en el castillo de Mata (LPGC, diciembre 1966) contra Salvador Sagaseta de Ilurdoz Paradas (condiscípulo en el instituto Pérez Galdós) y Juan Hernández Rodríguez (redactor-jefe del vespertino Diario de Las Palmas). Sumo al primero otro consejo de guerra (junio 1967, al cual asistí) contra los dos acusados anteriores y la incorporación de un tercero, Pedro Lezcano Montalvo (poeta y autor de “Consejo de paz”, título de su libro -1965- y del poema que causó desarretos e iras al capitán general de Canarias y sectores ultraconservadores). 

 Visité hemerotecas (Museo Canario), archivos (Editorial Prensa Canaria, El Eco de Canarias -antes, Falange-, Gabinete Literario, Real Club Victoria… aunque resultaron baldíos los tres intentos de  acceder a los sumarios guardados en Capitanía General). Mantuve conversaciones personales y directas no solo con los afectados (parte interesada, claro) sino con un buen número de directos o indirectos testigos, personas cuya fiabilidad estaba fuera de toda duda por más que algunos (Lorenzo Olarte Cullen y Manuel Morales Ramos) habían sido abogados defensores; y otros (Andrés Alvarado Janina, Luis Alsó Pérez, Fernando Sagaseta de Ilurdoz Cabrera, Guillermo García – Alcalde...) estaban muy relacionados con los acusados. 

HIPÓLITO FERNANDEZ-PALACIOS Y NUÑEZ
HIPÓLITO FERNANDEZ-PALACIOS Y NUÑEZ

  Y por aquello de escuchar a las dos partes mis indagaciones incluyeron tres entrevistas caseras con el general retirado Fernández-Palacios Núñez, comandante – jefe de Estado Mayor durante el bienio 66/67. (Por cierto: me entregó una carta inédita de Pedro Lezcano  dirigida a él. Me pidió que la hiciera pública pues, añadió, “suscribo el mensaje caballeroso de Pedro Lezcano”.)

GUILLERMO GARCÍA-ALCALDE
GUILLERMO GARCÍA-ALCALDE

  Uno de los informantes arriba nombrados fue Guillermo García – Alcalde, periodista de La Provincia durante la década de los sesenta y amigo personal de Salvador Sagaseta, colaborador este en el periódico hermano, Diario de Las Palmas (ambos de Editorial Prensa Canaria, integrada años después en la actual Editorial Prensa Ibérica). 

ANTONIO CRUZ DOMÍNGUEZ
ANTONIO CRUZ DOMÍNGUEZ

  Andaba ya abajo, en el sótano de los archivos revolviendo los ejemplares inmediatamente anteriores a los consejos de guerra (gracias, Antonio Cruz Domínguez, redactor – jefe) cuando alguien me comunicó que el director general, Guillermo García – Alcalde, tenía interés en hablar conmigo. Al poco subí a la segunda planta y me introdujeron en su despacho. Entre protocolarios saludos (él había presentado a mi padre en el “Ciclo alcaldes”, allá por los iniciales años ochenta) fue directamente a mi recién iniciada investigación.

 

SALVADOR SAGASETA
SALVADOR SAGASETA

  Desde el primer momento noté su especial disposición a colaborar. Pero mi sorpresa fue mayor cuando, días después y en otra entrevista, me entregó fotocopias de cartas a él enviadas por Salvador desde distintas cárceles (Barranco Seco, Jaén, Córdoba, Granada) a lo largo de sus dos años y pico de ausencia de libertad, barbarie jurídica contra un menor de edad. Valgan, como ejemplos, estos tres fragmentos manuscritos. Uno: “No menciones haber recibido esta carta. Como ha salido clandestinamente...”. Dos: “Me suman cuatro meses más de condena por participar en un acto de protesta contra ciertos aspectos especialmente vejatorios...”. Tres: “Aquí se desarrolla el espíritu de supervivencia de cada uno para defenderse de chivatos, presos alienados y maleantes...”. 

JOAQUÍN SAGASETA
JOAQUÍN SAGASETA

  En enero de 1970 recibe nuevo envío. El matasellos da fe de la ciudad en la que vive el remitente: Roma. Sí: Salvador, cumplida la condena, había huido de forma clandestina pues al día siguiente de su retorno a Gran Canaria fue llamado a filas (inmediato destino: batallón disciplinario en Echera, Sájara español): “Yo no tenía las ideas claras. Sin embargo, las maduré en la cárcel. Ahora soy cabalmente marxista […] Los procesos, la cárcel y el exilio no me han parecido argumentos capaces de variar los míos”.  Y otra de don Joaquín Sagaseta, su padre, tras una visita a la cárcel de Jaén “donde se halla Salvador cumpliendo su odiosa condena [...] No se conforma con el inmovilismo de quienes detentan el poder desde hace treinta años [...]”.  

  Diario de Las Palmas fue secuestrado el 20 junio de 1967 a las 17:00 horas. También investigué por indicación de Guillermo García – Alcalde las causas (sinrazones) de tal requisa (permítaseme como sinónimo) íntimamente relacionadas con los consejos de guerra. En efecto: daba la noticia de que esa mañana Juan del Río Ayala, Carlos Bosch Millares, Luis Doreste… habían presentado en el Gobierno Civil escritos firmados por seiscientas personas (intelectuales y profesionales mayoritariamente) “como muestra de estupor y queja” por las condenas. En los aledaños, obreros, estudiantes, amas de casa… como testigos mudos del acto. 

TRES CONSEJOS DE GUERRA Y UN CONSEJO DE PAZ
TRES CONSEJOS DE GUERRA Y UN CONSEJO DE PAZ

  Terminado el libro, fijada la fecha de la presentación, lo invité a participar en ella. Ni el menor asomo de duda o reticencia algunas: “Es para mí un honor, Nicolás, participar en su entrega al público para que los canarios sepan quién fue el a veces vilipendiado Salvador”. Y allí estuvo. Y dijo: “El libro es riguroso en los hechos y los datos, altamente eficaz en el tono narrativo, que engancha y no suelta al lector, y sutilmente distanciado en el juicio moral y político. La identificación afectiva y la inteligente ironía colorean una aproximación histórica. Esta obra me parece necesaria y oportuna”.

  Y como desde Gáldar aprendí sobre reconocimientos permítanme, estimados lectores, reiterar públicamente mi AGARDAcimiento al señor García – Alcalde veintidós años después… a trece días de su muerte.  

  

GUILLERMO GARCÍA ALCALDE
GUILLERMO GARCÍA ALCALDE

     

     * Gracias a Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA

 

 

mancheta ene 23