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viernes, 03 de mayo de 2024 09:54h.

La entrevista con Felipe de Soledad Gallego-Díaz

“Rajoy está obligado a convocar un gran acuerdo nacional para salir de la crisis”  Así, con esta frase de Felipe González titula EL PAÍS la entrevista que le hace Soledad Gallego-Díaz al expresidente.Y está bien el título, porque con esa afirmación empieza y termina el contenido de la entrevista. Es imposible un gran acuerdo en el estado para salir de la llamada crisis, porque se trata de un asunto ideológico enfrentado, en el que no caben fórmulas de compromiso. La cuestión es hasta cuando piensan llegar los ultraliberales en imponer unas recetas que coartan toda posibilidad de reanimación económica.

Con independencia de las consideraciones circunstanciales que hace Felipe, lo esencial en este asunto es la diferencia ideológica.

Una parte, la conservadora ultraliberal, achaca todas las responsabilidades de esta depresión llamada crisis al sobredimensionamiento de lo público y cree que la solución está en desmantelar todo un sistema que supone recaudación fiscal e inversión pública. En ese camino, la derecha ultraliberal, no aliada, sino parte consustancial del sector de los poderosos económicos, entiende como dogma de fe que todo lo que reciba la gente debe ser pagado por la gente, que quien no tenga dinero no tiene derecho a nada y, en consecuencia, que es una extravagancia que los pobres reciban asistencia gratis. En ese orden de ideas, la derecha ultraliberal defiende que la mejor manera para que haya actividad económica es dejar las manos libres a las empresas y el capital, para que funcione el mercado, que todo lo soluciona.

Ya hemos visto las consecuencias de esto.

La izquierda progresista piensa todo lo contrario. Cree que la equidad, el sentido común y la experiencia histórica obligan a que el estado asuma la protección de los débiles y que la inversión pública, financiada con impuestos justos, es fuente de justicia y de prosperidad económica.

Estas dos posiciones se enfrentan, al nivel del estado español, al de la Unión Europea y al mundial. Y todo ele squema de acciones y reacciones (o no reacciones) que describe Felipe responde a esa confrontación.

No hay manera de llegar a un acuerdo, porque en este asunto no caben medias tintas. La cuestión estriba en cómo deben equilibrarse las cuentas públicas y enjugar el tan temido déficit fiscal. Para unos, los ultraliberales, esta es una cuestión fundamental y debe solucionarse mediante la eliminación drástica de todo gastos social y aumentando la recaudación cargando sobre el consumo y las rentas de trabajo, porque las rentas de capital no pueden ser tocadas, para que puedan animar la economía. Para los otros, la izquierda, el déficit no es tan importante y, en todo caso, debe ser solventado con una austeridad bien entendida, que suprima los gastos públicos superfluos y aplique un cuadro impositivo justo, en el que quien más tenga más pague.

No habla Felipe del verdadero culpable de esta situación, que no es esa supuesta capacidad de Europa para autodestruirse. La responsabilidad de esta complicación financiera corresponde a la especulación, que ha sustituido la generación de riqueza auténtica, mediante la producción, por una creación de riqueza artificial. Quienes son capaces de destruir Europa no son los pueblos, no son las naciones. Son los ricos. Es la codicia del capital quien ha armado los conflictos bélicos que han atormentado a Europa durantes estos dos mil años.

Es más: el capital, la especulación financiera internacional, en su ceguera, solamente ve los beneficios que le suponen estas complicaciones financieras. Por eso, no puede esperarse que la solución de este drama colectivo venga del brazo político del capital, que es la derecha. Mientras no se reprima la especulación financiera, eliminando paraísos fiscales e imponiendo tasas a las transacciones de dinero, el problema continuará.

Ahí está la verdadera esencia de la cuestión. Mientras gobierne gente que antepone el beneficio artificial de la especulación a la posibilidad de recuperación, la deriva hacia el desastre se mantendrá.

Por eso creo que Felipe se va por las ramas y no aborda el meollo del problema, que es la diferencia ideológica. Y tiene su lógica, dadas las contradicciones ideológicas que tiene Felipe y que tiene el PSOE.

http://politica.elpais.com/politica/2012/07/22/actualidad/1342983641_819624.html